jueves, 16 de julio de 2015

GRECIA

El Parlamento griego vota a favor del tercer memorándum de rescate



Jornada tensa en Grecia durante la votación del acuerdo de Grecia con la Eurozona para un tercer rescate financiero del país. El Gobierno de Tsipras se ha apoyado en fuerzas neoliberales y nacionalistas para dar luz verde a un acuerdo que es un "chantaje" en palabras de destacados miembros de Syriza.
Poco antes de las 2 de la mañana hora de Grecia, la 1h en España, el Parlamento ha aprobado el acuerdo que el Gobierno de Alexis Tsipras, primer ministro alcanzó en la noche del domingo al lunes con el Eurogrupo que supone el tercer rescate de Grecia desde 2010. A esa hora se han alcanzado los 151 votos a favor para pasar adelante la propuesta. 32 diputados de Syriza han optado por votar 'no' a la propuesta de Tsipras, lo que ensancha la brecha abierta en su partido. El Parlamento ha votado mayoritariamente 'sí (229 votos) frente al 'no' de 64 diputados (incluidos los comunistas del KKE y el partido xenófobo Amanecer Dorado). Ha habido seis abstenciones, las seis de Syriza.
“Teníamos tres opciones: un acuerdo que no me gusta, la quiebra o la salida del euro”, con estas palabras Tsipras ha dirigido el debate en el Parlamento griego sobre el acuerdo alcanzado el pasado lunes con el Eurogrupo, un acuerdo con el que Grecia se mantiene en el alambre del euro a costa de aprobar un paquete de austeridad de inusitada dureza.
Tsipras ha pedido un voto de responsabilidad en contra de los deseos de la ortodoxia ordoliberal de Wolfang Schäuble, ministro de Finanzas alemán quien ha empujado a Grecia al borde de su salida de la divisa común. "Los grandes enemigos de este país quieren acabar con mi gobierno. No les daremos ese placer", ha retado Tsipras, para quien su Gobierno ha dado una lección de dignidad al mundo.
"Fue el momento más difícil de mi vida, aún no sé si hicimos lo correcto", ha dicho el ministro de Finanzas Euclid Tsakalotos, de Syriza, responsable junto a Tsipras del acuerdo alcanzado a principios de semana. Su predecesor hasta el 6 de julio, Yanis Varoufakis, muy crítico con la línea tomada por Tsipras después del referéndum del 5 de julio, ha votado 'no' al acuerdo con la troika.
Las respuestas más duras a Tsipras han llegado de la presidenta del Parlamento griego. Zoi Konstantopoulou, “Es un día negro para la democracia en Grecia y en Europa y un día negro para este Parlamento”, ha dicho Konstantopoulou, quien ha recordado que el acuerdo resta soberanía al hemiciclo griego. La presidenta ha recordado que la agenda de Syriza y su socio de Gobierno Anel no era implementar memorándum de entendimiento con las fuerzas “chantajistas” de la UE sino ayudar al pueblo a liberarse de los memorándum y de la austeridad.
Konstantopoulou, quien encabezó el Comité de la Verdad de auditoría de la deuda, ha lamentado ver a su Gobierno firmar un acuerdo que añadirá nuevas deudas a una deuda ilegal e ilegítima “que será una carga para las nuevas generaciones”, como ha determinado el comité dirigido por el economista belga Eric Toussaint.
En su turno de respuesta, Tsipras ha hablado de la necesidad de una reestructuración de la deuda, pero ha justificado que haya quedado fuera del acuerdo momentáneamente. El primer ministro ha contado con el apoyo de sus socios de ANEL, del partido Potami –que ha pedido el cese de los ministros de Syriza que han anunciado el voto en contra del acuerdo– y del partido Nueva Democracia, gestor de la austeridad hasta la victoria de Syriza.
Antes del debate en el Parlamento se han producido incidentes en los alrededores del Parlamento.
Un acuerdo forzado que no hay que apoyar

jean-luc-melenchon.fr



«Una pistola en la sien», según sus propias palabras. Tsipras firmó un «compromiso». Enseguida las trompetas elogiosas lanzaron la tradicional propaganda gubernamental para celebrar el papel de facilitador de Hollande, la fuerza de la «pareja franco-alemana» y para repetir los tópicos, los mantras y los chascarrillos habituales de los «euroidólatras». La cruda realidad está, una vez más, a años luz de los pseudoanálisis de comentaristas que no entienden lo que ven, hablan de textos que no han leído y hacen reaccionar a los «responsables políticos» sin otras informaciones que las que dan esos más que dudosos intermediarios.  
En todas las pantallas la misma imagen: Angela Merkel frente a Alexis Tsipras flanqueada por Donald Tusk y François Hollande. Un espectáculo inaceptable. No solo para un francés, al cual es lamentable ver a ese lado de la mesa ¡Y por añadidura sentado al final del banco! Pero sobre todo para un europeo. Porque esa reunión se convirtió, sin ninguna crítica de los comentaristas, en una «instancia» sin ninguna legitimidad. Existen un Consejo de Gobierno y un Eurogrupo. ¡No un tándem de auditores! Por lo tanto la propuesta de esta reunión no tiene ninguna legitimidad. Por otra parte los italianos (tercera economía del continente) protestaron con dureza. Y el Gobierno finlandés, donde gobierna una coalición de la derecha y la extrema derecha, declaró que este no es su acuerdo. Esto debería, por lo menos, hacer reflexionar a los «euroidólatras» franceses. ¿Qué Europa es esta?
¿Qué valor tiene una negociación en ese marco? La parte griega no era libre, ¡el país estaba bloqueado económicamente desde hacía quince días! Ya habían empezado a asfixiarle. ¿Qué pretende en esas condiciones una negociación de trece horas ininterrumpidas? ¿Y cómo aceptar la presión de la presencia a un lado de los expertos de las dos primeras economías apoyados por los asesores del presidente del Consejo frente a un solo gobierno? ¿Así se trata a los socios en Europa? ¿Asfixia económica del país y asfixia física de los negociadores como marco de las conversaciones?
También me resulta incómodo el apoyo prestado por nuestra izquierda, aquí o allá, a ese «acuerdo». Quiero creer que no lo han leído o lo han leído muy deprisa… Porque el texto prevé, por ejemplo, derogar todas las leyes aprobadas desde el pasado mes de febrero, revisar la ley laboral hasta en detalles como el trabajo en días festivos, restablecer en todos los ministerios la vigilancia de la troika y que ésta de su aprobación previa a cualquier proposición de ley. Con respecto a la reestructuración de la deuda, un asunto prioritario, por una parte está condicionada y por otro lado ¡Subordinada a que el Parlamento griego apruebe previamente todo lo anterior!
Algunos periódicos alemanes, como Spiegel, califican al acuerdo de «catálogo de crueldades». El diario L’Humanité, en palabras de su director Patrick Apel Muller, habla de «la fría dictadura alemana»: «Angela Merkel, escribe, acompañada de algunos gobiernos serviles, exige una rendición incondicional so pena de exclusión». La víspera, el presidente del Consejo italiano, Matéo Renzi, acabó explotando frente al Gobierno alemán: «¡Ya basta!». Por todas partes crece la indignación. Le Monde informa de que incluso los altos funcionarios europeos están indignados y muestra a Tsipras derrotado y humillado.
Así que esta es desde ahora la Unión Europea. El Gobierno de Alexis Tsipras ha resistido de pie como ningún otro en Europa. Ahora tiene que aceptar una tregua en la guerra que está librando. Le debemos solidaridad. Pero nada puede obligarnos a participar en la violencia que le están infligiendo. Si yo fuera diputado no votaría ese acuerdo en París. Sería mi manera de condenar la guerra contra Grecia. Sería mi manera de condenar a los que la libran y los objetivos que persiguen.
En Francia debemos condenar de todas las formas posibles los sacrificios que exigen a los griegos y la violencia que les imponen. Pero como siempre eso debe empezar con la sangre fría frente a la jauría mediática y su rodillo compresor de falsas evidencias. No perdamos nunca de vista que ellos ponen en palabras la realidad adaptándola a sus formatos de difusión y que la verdad no es su primera exigencia, aunque caigan en el absurdo. En este ambiente es imposible revertir la tendencia del comentario, porque dicha tendencia es una locura gregaria. Pero si se alerta de esto y se ponen en circulación análisis documentados, se impide la desbandada intelectual y se brindan puntos de apoyo. En cuarenta y ocho horas desaparecerá la borrachera. Todo tipo de personas intelectualmente exigentes leerán el texto y se reconstituirá la resistencia. Algunos no darán las gracias a los que estuvieron en primera línea de fuego, pero no importa, se conseguirá lo fundamental, que exista la resistencia.
Las personas de buena fe que quieren formarse una opinión libre en realidad no entienden nada debido a la acumulación de habladurías que han transformado todo el asunto en «ruido». Se dan cuenta de que quieren inducir su pensamiento y no se dejan. Nuestro deber es aclarar la situación encajando los trozos del problema que se plantean. Hay que apoyar a Tsipras y no unirse a la jauría de los que quieren despedazarlo y se hacen cómplices del golpe de Estado contra él y los griegos. Pero no hay que apoyar el acuerdo para no avalar la violencia que impone y prolonga.
Sabemos que el mejor triunfo del pueblo griego sería la victoria de Podemos en España y la nuestra en Francia (Frente de Izquierdas, N. de T.) ¡Estamos trabajando! Por eso no debemos cometer el error de aprobar los métodos que van a aplicar a los griegos y cuya aplicación no soportaríamos en Francia. Al dejar que se perpetrase el golpe contra Chipre Francia validó él método que después se ha extendido a Grecia. A nosotros nos arrastraron por el lodo por denunciarlo e incluso fuimos acusados de antisemitas por Harlem Désir, entonces primer secretario del Partido Socialista y ahora totalmente ausente de la partida europea que se acaba de jugar, a pesar de que es el ministro de Asuntos Europeos de Francia.
Movilizados en equipo y con ayuda de los traductores, mis amigos y yo nos hemos lanzado al deber de hacer un análisis frío y a la «solidaridad razonada», que es nuestra regla ética y política. Esta disciplina la practicamos desde la época en que acompañamos y apoyamos las revoluciones ciudadanas de América Latina. Estas ya plantearon en cada momento la cuestión de combinar el apoyo necesario frente al enemigo y el derecho a no compartir una posición tomada por los nuestros sobre el terreno. Precisamente para mantener la posibilidad de esa actitud rechazamos a Chávez la construcción de una «Quinta Internacional» que propuso previniéndonos, con razón, de que el rechazo a su propuesta nos dejaría sin alternativa colectiva. Pusimos en sordina nuestras críticas a François Hollande aunque nuestra actitud se utilizó sin escrúpulos, como de costumbre, para hacer creer en nuestra adhesión.
Nuestra actitud es la de la responsabilidad ante nuestro país y ante nuestros amigos griegos. Una vez más, sin sorpresa, hemos visto al Gobierno francés, claramente superado por los acontecimientos, volviendo de Bruselas como antes de Múnich, con la sonrisa en los labios y flores en la solapa, aclamado por las jaurías alucinadas. Aclaro que mi comparación solo es para ilustrar una escena. Nunca comparo la Alemania actual con la de los nazis. Jamás lo he hecho. La frase se me ha reprochado para despolitizar todas las demás. He dicho que Alemania, por tercera vez, destruirá Europa. Es el titular de esta mañana del periódico cercano a Syriza. Y ya hubo un comentario en ese sentido de Joska Ficher, el exministro ecologista de Asuntos Exteriores de Alemania de los tiempos de Schröder…

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