Y llegará la noche
Han
abandonado la fila india,
levantan
el puño del obrero.
Todos
ellos reclaman un
nuevo
dios, un nuevo gobierno,
una
nueva ley los que desde el fondo
miran
con su gravedad de pensadores.
En
las calles se ha derramado el trabajo,
el
río humano del músculo y el esfuerzo.
No
hay temor en el ojo de la madre
que
perdió a sus hijos en un instante
después
de veinte años de amor sin condiciones.
¿Quién
es el que grita? ¿Quién es aquel que
blande
un
arma de justicia histórica?
¿Eres
tú compañero estudiante,
con
tu estómago vacío y tu comida de libros?
¿Sois
vosotros, campesinos de tierra árida,
que
el sol con su látigo curvó vuestras
espaldas?
Son
ustedes, hermanos con las manos hinchadas
y
los bolsillos vacíos como cánceres
que
dan salud y engorde
a
las gentes ajenas,
a
esas máquinas de cifras,
que
restan años a vuestros hijos
para
perpetuar su linaje
con
vuestras fuerzas y cansancio.
¡No
dejemos que amanezca de nuevo!
¡En
esta noche sin estrellas
que
el fuego queme la noche,
que
arda la injusticia por nuestras manos
y
las máquinas de hacer patrones
nos
dejen de hacer esclavos!
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