El Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión podría centrar la atención durante la Cumbre UE-EE.UU. de este miércoles en Bruselas. Es un proyecto anglosajón que podría convertir a Europa en una colonia de EE.UU., según algunos expertos.
"La cooperación transatlántica se ha hecho más importante que nunca", señala el congresista estadounidense Charlie Dent, citado por la web Deutsche Welle. "Creo que hay que aprovechar la ocasión para promover activamente el proyecto de libre comercio. En un momento crítico es importante fortalecer la alianza económica entre EE.UU. y Europa. Unos vínculos económicos más estrechos favorecerán nuestra estrategia común de seguridad", señaló el congresista.
El Acuerdo Transatlántico es el plan principal estadounidense para Europa y el elemento principal para preservar en el futuro la unión euroatlántica. El proyecto de la Europa Unida se está escapando cada vez más del control anglosajón, convirtiéndose poco a poco en un proyecto alemán, señala una publicación al respecto en el diario ruso 'Vzgliad'.
Si un día en Alemania llegan al poder fuerzas orientadas a velar por los intereses nacionales, EE.UU. no tendrá mecanismos suficientes para mantener a su lado a Alemania. ¿Y si Alemania opta por una unión con Moscú y Pekín? Para no permitir que esto suceda, para no dejar a Europa librarse de la influencia anglosajona, crecer y cobrar fuerzas por su propia cuenta, Washington necesita atar fuertemente la economía europea. Precisamente para esto sirve el Acuerdo Transatlántico, continúa el diario ruso.
A través de este acuerdo EE.UU. no solo creará el mayor mercado del mundo, sino que también asegurará su liderazgo en el mismo. Actualmente la Unión Europea y EE.UU. están vinculados en el marco de la OTAN política y militarmente. Asimismo existen vínculos a nivel de sistemas financieros y élites. No obstante, la creación del euro ha sido una clara señal de que Europa quiere mantener su independencia. En caso de que las economías de EE.UU. y Europa se unan, ya no se tratará de la independencia del viejo mundo.
La población del nuevo gigante económico será de unos 800 millones de personas, solo el 11% de la humanidad, sin embargo contará con casi la mitad del PIB mundial, un tercio del intercambio comercial global y unas potentes Fuerzas Armadas.
Las negociaciones sobre el Acuerdo Transatlántico entre la UE y EE.UU. empezaron en verano pasado. Entonces el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, le aseguraba a la canciller alemana que el acuerdo estimularía a la economía europea y crearía nuevos puestos de trabajo para los europeos, entre otras cosas. No obstante, Berlín prefirió tomárselo con calma, siendo consciente de las consecuencias negativas que conllevaría el trato.
La abolición de las barreras aduaneras mataría la agricultura europea, la unificación de las leyes bajaría los estándares de seguridad de los productos europeos, más altos que los norteamericanos; asimismo, EE.UU. dominaría el mercado europeo de recursos energéticos (actualmente puede vender gas y petróleo solo a los países con los que tiene acuerdos de libre comercio).
El escándalo de las escuchas telefónicas de la NSA, reveladas por Snowden, indignaron a Europa y permitieron aplazar las negociaciones.
EE.UU. usa trucos viejos para obligar a Europa a firmar el acuerdo
La crisis ucraniana le dio a EE.UU. otra oportunidad de volver al tema del Acuerdo Transatlántico. Washington hizo todo lo posible para escalar la situación en Ucrania y provocar un conflicto con Rusia. Después del golpe de Estado en Kiev y la reacción de Moscú, Washington empezó a presionar a Europa para que aplique sanciones severas contra Rusia, con la que tiene estrechos vínculos comerciales, empezó a echar leña a la olvidada hoguera de la guerra fría y a asustar a Europa con su dependencia energética de Rusia, o sea, desviar el viejo mundo del camino de la toma de decisiones independientes.Crea así un momento perfecto para promover un acuerdo colonial y proponer una 'alternativa' energética, el gas de esquisto norteamericano, que no podría ser suministrado hasta después de la firma del Acuerdo Transatlántico. Es una táctica vieja y bien conocida, asustar al cliente potencial con amenazas ficticias y ofrecerle sus propias condiciones leoninas.
Asimismo, en su momento Inglaterra intimidaba a la Europa continental con la amenaza rusa para prevenir la creación de una unión entre Rusia y Francia o Rusia y Alemania, o para crear una coalición antirrusa. Después de la Segunda Guerra Mundial, amparándose en la 'amenaza soviética', EE.UU. creó la OTAN, que ahora se ha acercado a las fronteras rusas. Tras la desintegración de la URSS, Europa -que seguía siendo parte del gran proyecto anglosajón- hacía esfuerzos dirigidos a obtener una verdadera independencia. No obstante, hasta el momento no ha logrado deshacerse del todo de la influencia anglosajona.
Ha llegado la hora de la verdad para Europa que, dejándose llevar por los gritos sobre 'la amenaza desde el Este' y abriendo el mercado a EE.UU., pronto se dará cuenta de que se ha convertido en una semicolonia estadounidense.
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