El terrorismo patrocinado por Estados Unidos en Iraq y el “caos constructivo” en Oriente Próximo
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. |
Iraq vuelve a ser noticia de portada. Y una vez más la imagen que se nos presenta en los medios dominantes occidentales es una mezcla de medias verdades, falsedades, desinformación y propaganda. Los medios dominantes no le dirán que Estados Unidos está apoyando a ambos bandos en el conflicto iraquí. Washington apoya abiertamente al gobierno chií iraquí al tiempo que de forma encubierta adiestra, arma y financia al sunní Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés). Apoyar la entrada de brigadas terroristas a Iraq es un acto de agresión extranjera. Pero los medios dominantes le dirán que el gobierno de Obama está “preocupado” por los actos que cometen los terroristas.
El relato favorito en los medios dominantes estadounidenses y de la mayor parte de Occidente es que la situación actual se debe a la “retirada” estadounidense que acabó en diciembre de 2011 (en Iraq permanecen más de 200 soldados y asesores militares estadounidenses). Este retrato de los hechos en el que la retirada estadounidense es la culpable de la insurgencia no establece relación alguna entre la invasión estadounidense de 2003 y la ocupación que hubo a continuación. También ignora los escuadrones de la muerte adiestrados por asesores estadounidenses en Iraq tras la invasión y que son clave en la situación actual.
Como de costumbre, los medios dominantes no quieren que usted entienda lo que está sucediendo. Su objetivo es dar forma a percepciones y opiniones elaborando un punto de vista del mundo que sirve a intereses poderosos. Por lo que se refiere a Iraq, le dirán que se trata de una guerra civil.
Lo que se está llevando a cabo es un proceso de “caos constructivo” urdido por Occidente. La desestabilización de Iraq y su fragmentación se planearon hace tiempo y forma parte de “la ‘hoja de ruta militar’ anglo-israelo-estadounidense para Oriente Próximo”, como explicaba este artículo en 2006:
“[...] Este proyecto, que se había estado fraguando durante varios años, consiste en crear un campo de inestabilidad, de caos y de violencia que se extienda desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq, el Golfo Pérsico, Irán y las fronteras del Afganistán que mantiene la OTAN.
Washington y Tel Aviv presentaron públicamente el proyecto del "Nuevo Oriente Próximo" con la esperanza de que Líbano fuera el punto de tensión para la reorganización total de Oriente Próximo y de ese modo desencadenar las fuerzas del "caos constructivo". Por su parte, este "caos constructivo" -que genera condiciones de violencia y de guerra en toda la región- será utilizado para que Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel puedan retrazar el mapa de Oriente Próximo en función de sus necesidades y objetivos estratégicos. [...]
Retrazar y desmembrar Oriente Próximo, desde las orillas mediterráneas orientales de Líbano y Siria hasta Anatolia (Asia Menor), Arabia, el Golfo Pérsico y la llanura iraní responde a amplios objetivos económicos, estratégicos y militares que forman parte de una ya antigua agenda anglo-israelo-estadounidense en la región. [...]
De una guerra más amplia en Oriente Próximo pueden resultar unas fronteras estratégicamente retrazadas ventajosas para los intereses anglo-israelo-estadounidenses. [...]
Los intentos de crear intencionadamente animosidad entre los diferentes grupos étnico-culturales y religiosos de Oriente Próximo han sido sistemáticos. De hecho, forman parte de una agenda de inteligencia oculta cuidadosamente diseñada.
Mucho más inquietante, muchos gobiernos de Oriente Próximo, como el de Arabia Saudí, ayudan a Washington a fomentar divisiones entre las poblaciones de Oriente Próximo. El objetivo final es debilitar el movimiento de resistencia contra la ocupación extranjera por medio de la "estrategia del divide y vencerás" que sirve a los intereses anglo-israelo-estadounidenses en toda la región.” (Mahdi Darius Nazemroaya, Plans for Redrawing the Middle East: The Project for a “New Middle East”, noviembre 2006 [Traducción al castellano, El proyecto de un "Nuevo Oriente Próximo": Planes de retrazado de Oriente Próximo].
Aunque la estrategia de divide y vencerás no es nueva, sigue funcionando gracias a las cortinas de humo de los medios.
A todas luches hoy estamos asistiendo a la balcanización de Iraq con la ayuda de la herramienta favorita del imperialismo, esto es, las milicias armadas, a las que se califica de oposición democrática o de terroristas dependiendo del contexto y del papel que han desempeñado en la psicología colectiva.
Los medios y gobiernos occidentales no las definen por quienes son, sino por quién lucha contra ellas. En Siria constituyen una “oposición legítima, luchadores por la libertad que luchan por la democracia en contra de una dictadura brutal”, mientras que en Iraq son “terroristas que luchan contra un gobierno elegido democráticamente y apoyado por Estados Unidos”:
“Como es sabido y está documentado, Estados Unidos y la OTAN utilizaron en muchos conflictos a entidades afiliadas a Al Qaeda como ‘bazas de inteligencia’ desde el momento de auge de la guerra soviético-afgana. En Siria los rebeldes de Al Nusrah [Rama siria del ISIS. N. de la t.] y del ISIS son los soldados de a pie de la alianza militar occidental, que supervisa y controla el reclutamiento y adiestramiento de las fuerzas paramilitares.
Washington decidió enviar su apoyo (de manera encubierta) a una entidad terrorista que opera tanto en Siria como en Iraq, y que tiene bases logísticas en ambos países. El califato sunní del Estado Islámico de Iraq y de al-Sham coincide un viejo proyecto estadounidense de dividir tanto Iraq como Siria en tres territorios diferentes: un califato islamista sunní, un república árabe chií y una república del Kurdistán.
Mientras que el gobierno de Bagdad (un representante de Estados Unidos) compra armamento moderno a Estados Unidos, incluidos aviones de combate F16 comprados a Lockheed Martin, la inteligencia occidental apoya de forma encubierta al Estado Islámico de Iraq y de al-Sham, que lucha contra las fuerzas del gobierno iraquí. El objetivo es fraguar una guerra civil en Iraq en la que ambos bandos estén controlados indirectamente por Estados Unidos y la OTAN.
El escenario es armar y equipar a ambos bandos con armamento moderno y entonces ‘dejarles luchar’. […]
Bajo la bandera de una guerra civil se está luchando una guerra de agresión secreta que fundamentalmente contribuye a destruir aún más todo el país, sus instituciones y su económica. Esta operación secreta forma parte de un plan de inteligencia, un proceso planificado que consiste en transformar Iraq en un territorio abierto.
Mientras tanto se lleva a la opinión pública a creer que lo que está en juego es una confrontación entre chiíes y sunníes.” (Michel Chossudovsky, The Engineered Destruction and Political Fragmentation of Iraq. Towards the Creation of a US Sponsored Islamist Caliphate, 14 de junio de 2014)
Antes del inicio de la guerra contra el terrorismo sabíamos bien que Arabia Saudí era uno de los apoyos principales del terrorismo islámico. Pero como es un aliado incondicional de Estados Unidos, Arabia Saudí es la excepción de la regla proclamada por George W. Bush después de los atentados terroristas del 11 de septiembre: “No haremos distinción alguna entre quienes cometan estos actos y quienes los protejan”.
El hecho es que siempre hacen esa distinción cuando se trata de Arabia Saudí. Pero aunque los medios dominantes reconocen su apoyo al terrorismo, estos medios ignoran el hecho de que Estados Unidos esté apoyando (indirectamente) a entidades terroristas. Además, los periodistas de los medios dominantes nunca abordan la razón por la que Estados Unidos no reacciona ante el apoyo saudí a los terroristas. Los hechos son claros: Estados Unidos está apoyando el terrorismo a través de aliados como Arabia Saudí y Qatar. El hecho de que quienes dan forma al discurso en los medios dominantes no establezcan una relación entre diferentes hechos se debe únicamente a que no quieren hacerlo.
En Oriente Próximo, Arabia Saudí sirve tanto a los intereses estadounidenses como a los suyos propios. La alianza de Estados Unidos con Arabia Saudí muestra el desprecio que Estados Unidos en realidad tiene por la democracia. Solo esta alianza indica claramente que el objetivo de la invasión estadounidense de Iraq no era llevar la democracia y la libertad a los iraquíes. Para Arabia Saudí, un Iraq democrático hubiera sido una pesadilla y una amenaza para su represivo régimen monárquico:
“Desde el derrocamiento del régimen de Saddam en 2003, el régimen saudí ha sido rotundamente hostil a Iraq. Este se debe fundamentalmente a su profundamente arraigado miedo a que el éxito de la democracia en Iraq sin lugar a dudas inspirara a su propio pueblo. Otra razón es el profundamente arraigado odio a lo chií que siente la extremista clase dirigente religiosa wahhabí salafista de Arabia Saudí. El régimen saudí también acusa a Maliki de dar carta blanca a Irán para aumentar de manera exponencial su influencia sobre Iraq. El régimen no oculta que su prioridad absoluta es minar gravemente lo que considera una extremadamente peligrosa aunque creciente influencia iraní.
A pesar de que el régimen saudí se oponía vehementemente a la retirada estadounidense de Iraq, sin embargo en diciembre de 2011 Siria se convirtió en vez de Iraq en el principal objetivo de Arabia Saudí para el cambio de régimen. El régimen saudí siempre ha considerado al régimen sirio de Bashar Al Assad un insustituible aliado estratégico de su enemigo principal, Irán. Los saudíes se precipitaron a apoyar a los insurgentes armados desplegando sus servicios de inteligencia, cuyo papel fundamental en el establecimiento del Frente Al Nusra puso de relieve una revista de inteligencia publicada en París en enero de 2013. El régimen saudí también utilizó su enorme influencia no solo sobre los líderes tribales sunníes en el oeste de Iraq, sino también sobre los miembros saudíes del Al Qaeda en Iraq (AQI) y los convenció de que su principal campo de batalla debía ser Siria y que su fin último tenía que ser derrocar al régimen alawuita de Bashar Al Assad ya que su derrocamiento rompería el eje del gobierno iraquí dirigido por chiíes e inevitablemente disminuiría la influencia iraní sobre Iraq.” (Zayd Alisa,Resurgence of Al Qaeda in Iraq, Fuelled by Saudi Arabia, 3 de marzo de 2014)
De Paul Bremer a John Negroponte
Pero la pieza más importante del rompecabezas iraquí es el apoyo encubierto de Washington a los terroristas. Para entender mejor la violencia sectaria que asola el país actualmente, tenemos que entender lo que Estados Unidos estuvo haciendo durante la ocupación. Paul Bremer, autor de My year in Iraq, the Struggle to Build a Future of Hope [Mi año en Iraq, la lucha para construir un futuro de esperanza], desempeñó un papel fundamental cuando fue Gobernador Civil de Iraq en 2003 y 2004. Cuando se ve lo que hizo durante aquel año habría que preguntarse para quién era un futuro lleno de esperanza. Sin lugar a dudas, no para los y las iraquíes:
“Cuando Paul Bremer disolvió la seguridad nacional y las fuerzas de policía iraquíes, formó otras con mercenarios y milicias sectarias que apoyaban la ocupación. En realidad, el motivo principal de las muertes de la violencia sectaria los años 2006 y 2007 fueron los espantosos crímenes cometidos por estas fuerzas.
Según los Protocolos de la Convención de Ginebra, la ocupación representada por Bremer no solo no cumplió con su deber de proteger a la población del país ocupado, sino que oficialmente formó milicias y bandas armadas para ayudarle a controlar el país.
Paul Bremer cometió crímenes contra la humanidad y un acto de limpieza [étnica] y de genocidio en Iraq al atacar a miles de civiles inocentes por medio del ministerio del Interior y los comandos de fuerzas especiales.” (Prof. Souad N. Al-Azzawi, US Sponsored Commandos Responsible for Abducting, Torturing and Killing Iraqis. The Role of Paul Bremer, 4 de enero de 2014)
En 2004-2005, el embajador estadounidense John Negroponte continuó el trabajo de Bremer. Con su experiencia en aplastar a la disidencia en América [Central] con la ayuda de los sangrientos escuadrones de la muerte en la década de 1980, Negroponte era “el hombre indicado para la tarea” en Iraq:
“Los escuadrones de la muerte patrocinados por Estados Unidos fueron reclutados en Iraq a partir de 2004-2005 en una iniciativa lanzada bajo la dirección del embajador de Estados Unidos John Negroponte, que fue enviado a Bagdad por el Departamento de Estado de Estados Unidos en junio de 2004.
Negroponte era el “hombre indicado” para esa tarea. Como embajador de Estados Unidos en Honduras de 1981 a 1985, Negroponte desempeñó un papel clave en el apoyo y la supervisión de la Contra nicaragüense basada en Honduras, así como en la supervisión de las actividades de los escuadrones de la muerte militares hondureños. [...]
En enero de 2005, el Pentágono confirmó que estaba considerando:
“la formación de escuadrones de asesinos de combatientes kurdos y chiíes para atacar a dirigentes de la insurgencia iraquí [Resistencia] en un giro estratégico copiado de la lucha estadounidense contra guerrillas izquierdistas en Centroamérica hace 20 años” .
Bajo la así llamada “Opción El Salvador”, fuerzas iraquíes y estadounidenses fueron enviadas para matar o secuestrar a dirigentes de la insurgencia, incluso en Siria, donde se piensa que algunos se refugiaron. […]
Los escuadrones serían controvertidos y probablemente secretos.
Aunque el objetivo declarado de la “Opción Salvador en Iraq” era “eliminar a la insurgencia”, en la práctica las brigadas terroristas patrocinadas por Estados Unidos estaban involucradas en los asesinatos rutinarios de civiles a fin de fomentar la violencia sectaria. Por su parte, la CIA y MI6 estaban supervisando unidades de “Al Qaeda en Iraq” involucradas en asesinatos selectivos dirigidos contra la población chií. Es importante señalar que los escuadrones de la muerte estaban integrados y asesorados por Fuerzas Especiales de Estados Unidos encubiertas.” (Prof Michel Chossudovsky, Terrorism with a “Human Face”: The History of America’s Death Squads, 4 de enero de 2013, [Traducción a l castellano, “Terrorismo con “cara humana”: La historia de los escuadrones de la muerte de EE.UU.”].
Ahora se nos dice que el ISIS ha logrado hacerse con sofisticadas armas elaboradas en Estados Unidos. No hay que confundirse, estas armas no llegaron ahí por casualidad. Estados Unidos sabía perfectamente lo que hacía cuando armó y financió a la “oposición” en Libia y Siria. Lo que hacía no era insensato. Sabía qué iba a ocurrir y eso era lo que quería. Algunos medios progresistas hablaron de le había salido el tiro por la culata, cuando una acción de inteligencia va en contra de sus patrocinadores. No hay nada de eso. Si es lo que es, es un “tiro por la culata” cuidadosamente planificado.
La política exterior estadounidense, ¿fallida, estúpida o diabólica?
Algunas personas afirmarán que la política exterior estadounidense en Oriente Próximo es una política “fallida”, que los políticos son “estúpidos”. No es un fracaso y no son estúpidos. Eso es lo que quieren que usted crea porque creen que usted es estúpido.
Lo que ocurre ahora se planificó hace mucho tiempo. La verdad es que la política exterior estadounidense es diabólica, brutalmente represiva, criminal y no democrática. Y la única manera de salir de este sangriento caos es “volver a la ley”:
“Solo hay un antídoto para la “guerra civil” que divide Iraq y es una volver a la ley e invocar justicia. La guerra emprendida por los dirigentes del gobierno en 2003 contra el pueblo de Iraq no fue un error, fue un crimen. Y había que llevar a esos dirigentes ante la justicia por las decisiones que tomaron.” (Inder Comar, Iraq: The US Sponsored Sectarian “Civil War” is a “War of Aggression”, The “Supreme International Crime”, 18 de junio de 2014)
El relato favorito en los medios dominantes estadounidenses y de la mayor parte de Occidente es que la situación actual se debe a la “retirada” estadounidense que acabó en diciembre de 2011 (en Iraq permanecen más de 200 soldados y asesores militares estadounidenses). Este retrato de los hechos en el que la retirada estadounidense es la culpable de la insurgencia no establece relación alguna entre la invasión estadounidense de 2003 y la ocupación que hubo a continuación. También ignora los escuadrones de la muerte adiestrados por asesores estadounidenses en Iraq tras la invasión y que son clave en la situación actual.
Como de costumbre, los medios dominantes no quieren que usted entienda lo que está sucediendo. Su objetivo es dar forma a percepciones y opiniones elaborando un punto de vista del mundo que sirve a intereses poderosos. Por lo que se refiere a Iraq, le dirán que se trata de una guerra civil.
Lo que se está llevando a cabo es un proceso de “caos constructivo” urdido por Occidente. La desestabilización de Iraq y su fragmentación se planearon hace tiempo y forma parte de “la ‘hoja de ruta militar’ anglo-israelo-estadounidense para Oriente Próximo”, como explicaba este artículo en 2006:
“[...] Este proyecto, que se había estado fraguando durante varios años, consiste en crear un campo de inestabilidad, de caos y de violencia que se extienda desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq, el Golfo Pérsico, Irán y las fronteras del Afganistán que mantiene la OTAN.
Washington y Tel Aviv presentaron públicamente el proyecto del "Nuevo Oriente Próximo" con la esperanza de que Líbano fuera el punto de tensión para la reorganización total de Oriente Próximo y de ese modo desencadenar las fuerzas del "caos constructivo". Por su parte, este "caos constructivo" -que genera condiciones de violencia y de guerra en toda la región- será utilizado para que Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel puedan retrazar el mapa de Oriente Próximo en función de sus necesidades y objetivos estratégicos. [...]
Retrazar y desmembrar Oriente Próximo, desde las orillas mediterráneas orientales de Líbano y Siria hasta Anatolia (Asia Menor), Arabia, el Golfo Pérsico y la llanura iraní responde a amplios objetivos económicos, estratégicos y militares que forman parte de una ya antigua agenda anglo-israelo-estadounidense en la región. [...]
De una guerra más amplia en Oriente Próximo pueden resultar unas fronteras estratégicamente retrazadas ventajosas para los intereses anglo-israelo-estadounidenses. [...]
Los intentos de crear intencionadamente animosidad entre los diferentes grupos étnico-culturales y religiosos de Oriente Próximo han sido sistemáticos. De hecho, forman parte de una agenda de inteligencia oculta cuidadosamente diseñada.
Mucho más inquietante, muchos gobiernos de Oriente Próximo, como el de Arabia Saudí, ayudan a Washington a fomentar divisiones entre las poblaciones de Oriente Próximo. El objetivo final es debilitar el movimiento de resistencia contra la ocupación extranjera por medio de la "estrategia del divide y vencerás" que sirve a los intereses anglo-israelo-estadounidenses en toda la región.” (Mahdi Darius Nazemroaya, Plans for Redrawing the Middle East: The Project for a “New Middle East”, noviembre 2006 [Traducción al castellano, El proyecto de un "Nuevo Oriente Próximo": Planes de retrazado de Oriente Próximo].
Aunque la estrategia de divide y vencerás no es nueva, sigue funcionando gracias a las cortinas de humo de los medios.
[Leyenda del mapa: países que gana territorio en negro, los que lo pierden en rojo y los que permanecen igual en gris.]
Fraguar una guerra civil es la mejor manera de dividir un país en varios territorios. Funcionó en los Balcanes y está bien documentado que se utilizaron las tensiones étnicas, y se abusó de ellas, para destruir Yugoslavia y dividirla en siete entidades diferentes.A todas luches hoy estamos asistiendo a la balcanización de Iraq con la ayuda de la herramienta favorita del imperialismo, esto es, las milicias armadas, a las que se califica de oposición democrática o de terroristas dependiendo del contexto y del papel que han desempeñado en la psicología colectiva.
Los medios y gobiernos occidentales no las definen por quienes son, sino por quién lucha contra ellas. En Siria constituyen una “oposición legítima, luchadores por la libertad que luchan por la democracia en contra de una dictadura brutal”, mientras que en Iraq son “terroristas que luchan contra un gobierno elegido democráticamente y apoyado por Estados Unidos”:
“Como es sabido y está documentado, Estados Unidos y la OTAN utilizaron en muchos conflictos a entidades afiliadas a Al Qaeda como ‘bazas de inteligencia’ desde el momento de auge de la guerra soviético-afgana. En Siria los rebeldes de Al Nusrah [Rama siria del ISIS. N. de la t.] y del ISIS son los soldados de a pie de la alianza militar occidental, que supervisa y controla el reclutamiento y adiestramiento de las fuerzas paramilitares.
Washington decidió enviar su apoyo (de manera encubierta) a una entidad terrorista que opera tanto en Siria como en Iraq, y que tiene bases logísticas en ambos países. El califato sunní del Estado Islámico de Iraq y de al-Sham coincide un viejo proyecto estadounidense de dividir tanto Iraq como Siria en tres territorios diferentes: un califato islamista sunní, un república árabe chií y una república del Kurdistán.
Mientras que el gobierno de Bagdad (un representante de Estados Unidos) compra armamento moderno a Estados Unidos, incluidos aviones de combate F16 comprados a Lockheed Martin, la inteligencia occidental apoya de forma encubierta al Estado Islámico de Iraq y de al-Sham, que lucha contra las fuerzas del gobierno iraquí. El objetivo es fraguar una guerra civil en Iraq en la que ambos bandos estén controlados indirectamente por Estados Unidos y la OTAN.
El escenario es armar y equipar a ambos bandos con armamento moderno y entonces ‘dejarles luchar’. […]
Bajo la bandera de una guerra civil se está luchando una guerra de agresión secreta que fundamentalmente contribuye a destruir aún más todo el país, sus instituciones y su económica. Esta operación secreta forma parte de un plan de inteligencia, un proceso planificado que consiste en transformar Iraq en un territorio abierto.
Mientras tanto se lleva a la opinión pública a creer que lo que está en juego es una confrontación entre chiíes y sunníes.” (Michel Chossudovsky, The Engineered Destruction and Political Fragmentation of Iraq. Towards the Creation of a US Sponsored Islamist Caliphate, 14 de junio de 2014)
Antes del inicio de la guerra contra el terrorismo sabíamos bien que Arabia Saudí era uno de los apoyos principales del terrorismo islámico. Pero como es un aliado incondicional de Estados Unidos, Arabia Saudí es la excepción de la regla proclamada por George W. Bush después de los atentados terroristas del 11 de septiembre: “No haremos distinción alguna entre quienes cometan estos actos y quienes los protejan”.
El hecho es que siempre hacen esa distinción cuando se trata de Arabia Saudí. Pero aunque los medios dominantes reconocen su apoyo al terrorismo, estos medios ignoran el hecho de que Estados Unidos esté apoyando (indirectamente) a entidades terroristas. Además, los periodistas de los medios dominantes nunca abordan la razón por la que Estados Unidos no reacciona ante el apoyo saudí a los terroristas. Los hechos son claros: Estados Unidos está apoyando el terrorismo a través de aliados como Arabia Saudí y Qatar. El hecho de que quienes dan forma al discurso en los medios dominantes no establezcan una relación entre diferentes hechos se debe únicamente a que no quieren hacerlo.
En Oriente Próximo, Arabia Saudí sirve tanto a los intereses estadounidenses como a los suyos propios. La alianza de Estados Unidos con Arabia Saudí muestra el desprecio que Estados Unidos en realidad tiene por la democracia. Solo esta alianza indica claramente que el objetivo de la invasión estadounidense de Iraq no era llevar la democracia y la libertad a los iraquíes. Para Arabia Saudí, un Iraq democrático hubiera sido una pesadilla y una amenaza para su represivo régimen monárquico:
“Desde el derrocamiento del régimen de Saddam en 2003, el régimen saudí ha sido rotundamente hostil a Iraq. Este se debe fundamentalmente a su profundamente arraigado miedo a que el éxito de la democracia en Iraq sin lugar a dudas inspirara a su propio pueblo. Otra razón es el profundamente arraigado odio a lo chií que siente la extremista clase dirigente religiosa wahhabí salafista de Arabia Saudí. El régimen saudí también acusa a Maliki de dar carta blanca a Irán para aumentar de manera exponencial su influencia sobre Iraq. El régimen no oculta que su prioridad absoluta es minar gravemente lo que considera una extremadamente peligrosa aunque creciente influencia iraní.
A pesar de que el régimen saudí se oponía vehementemente a la retirada estadounidense de Iraq, sin embargo en diciembre de 2011 Siria se convirtió en vez de Iraq en el principal objetivo de Arabia Saudí para el cambio de régimen. El régimen saudí siempre ha considerado al régimen sirio de Bashar Al Assad un insustituible aliado estratégico de su enemigo principal, Irán. Los saudíes se precipitaron a apoyar a los insurgentes armados desplegando sus servicios de inteligencia, cuyo papel fundamental en el establecimiento del Frente Al Nusra puso de relieve una revista de inteligencia publicada en París en enero de 2013. El régimen saudí también utilizó su enorme influencia no solo sobre los líderes tribales sunníes en el oeste de Iraq, sino también sobre los miembros saudíes del Al Qaeda en Iraq (AQI) y los convenció de que su principal campo de batalla debía ser Siria y que su fin último tenía que ser derrocar al régimen alawuita de Bashar Al Assad ya que su derrocamiento rompería el eje del gobierno iraquí dirigido por chiíes e inevitablemente disminuiría la influencia iraní sobre Iraq.” (Zayd Alisa,Resurgence of Al Qaeda in Iraq, Fuelled by Saudi Arabia, 3 de marzo de 2014)
De Paul Bremer a John Negroponte
Pero la pieza más importante del rompecabezas iraquí es el apoyo encubierto de Washington a los terroristas. Para entender mejor la violencia sectaria que asola el país actualmente, tenemos que entender lo que Estados Unidos estuvo haciendo durante la ocupación. Paul Bremer, autor de My year in Iraq, the Struggle to Build a Future of Hope [Mi año en Iraq, la lucha para construir un futuro de esperanza], desempeñó un papel fundamental cuando fue Gobernador Civil de Iraq en 2003 y 2004. Cuando se ve lo que hizo durante aquel año habría que preguntarse para quién era un futuro lleno de esperanza. Sin lugar a dudas, no para los y las iraquíes:
“Cuando Paul Bremer disolvió la seguridad nacional y las fuerzas de policía iraquíes, formó otras con mercenarios y milicias sectarias que apoyaban la ocupación. En realidad, el motivo principal de las muertes de la violencia sectaria los años 2006 y 2007 fueron los espantosos crímenes cometidos por estas fuerzas.
Según los Protocolos de la Convención de Ginebra, la ocupación representada por Bremer no solo no cumplió con su deber de proteger a la población del país ocupado, sino que oficialmente formó milicias y bandas armadas para ayudarle a controlar el país.
Paul Bremer cometió crímenes contra la humanidad y un acto de limpieza [étnica] y de genocidio en Iraq al atacar a miles de civiles inocentes por medio del ministerio del Interior y los comandos de fuerzas especiales.” (Prof. Souad N. Al-Azzawi, US Sponsored Commandos Responsible for Abducting, Torturing and Killing Iraqis. The Role of Paul Bremer, 4 de enero de 2014)
En 2004-2005, el embajador estadounidense John Negroponte continuó el trabajo de Bremer. Con su experiencia en aplastar a la disidencia en América [Central] con la ayuda de los sangrientos escuadrones de la muerte en la década de 1980, Negroponte era “el hombre indicado para la tarea” en Iraq:
“Los escuadrones de la muerte patrocinados por Estados Unidos fueron reclutados en Iraq a partir de 2004-2005 en una iniciativa lanzada bajo la dirección del embajador de Estados Unidos John Negroponte, que fue enviado a Bagdad por el Departamento de Estado de Estados Unidos en junio de 2004.
Negroponte era el “hombre indicado” para esa tarea. Como embajador de Estados Unidos en Honduras de 1981 a 1985, Negroponte desempeñó un papel clave en el apoyo y la supervisión de la Contra nicaragüense basada en Honduras, así como en la supervisión de las actividades de los escuadrones de la muerte militares hondureños. [...]
En enero de 2005, el Pentágono confirmó que estaba considerando:
“la formación de escuadrones de asesinos de combatientes kurdos y chiíes para atacar a dirigentes de la insurgencia iraquí [Resistencia] en un giro estratégico copiado de la lucha estadounidense contra guerrillas izquierdistas en Centroamérica hace 20 años” .
Bajo la así llamada “Opción El Salvador”, fuerzas iraquíes y estadounidenses fueron enviadas para matar o secuestrar a dirigentes de la insurgencia, incluso en Siria, donde se piensa que algunos se refugiaron. […]
Los escuadrones serían controvertidos y probablemente secretos.
Aunque el objetivo declarado de la “Opción Salvador en Iraq” era “eliminar a la insurgencia”, en la práctica las brigadas terroristas patrocinadas por Estados Unidos estaban involucradas en los asesinatos rutinarios de civiles a fin de fomentar la violencia sectaria. Por su parte, la CIA y MI6 estaban supervisando unidades de “Al Qaeda en Iraq” involucradas en asesinatos selectivos dirigidos contra la población chií. Es importante señalar que los escuadrones de la muerte estaban integrados y asesorados por Fuerzas Especiales de Estados Unidos encubiertas.” (Prof Michel Chossudovsky, Terrorism with a “Human Face”: The History of America’s Death Squads, 4 de enero de 2013, [Traducción a l castellano, “Terrorismo con “cara humana”: La historia de los escuadrones de la muerte de EE.UU.”].
Ahora se nos dice que el ISIS ha logrado hacerse con sofisticadas armas elaboradas en Estados Unidos. No hay que confundirse, estas armas no llegaron ahí por casualidad. Estados Unidos sabía perfectamente lo que hacía cuando armó y financió a la “oposición” en Libia y Siria. Lo que hacía no era insensato. Sabía qué iba a ocurrir y eso era lo que quería. Algunos medios progresistas hablaron de le había salido el tiro por la culata, cuando una acción de inteligencia va en contra de sus patrocinadores. No hay nada de eso. Si es lo que es, es un “tiro por la culata” cuidadosamente planificado.
La política exterior estadounidense, ¿fallida, estúpida o diabólica?
Algunas personas afirmarán que la política exterior estadounidense en Oriente Próximo es una política “fallida”, que los políticos son “estúpidos”. No es un fracaso y no son estúpidos. Eso es lo que quieren que usted crea porque creen que usted es estúpido.
Lo que ocurre ahora se planificó hace mucho tiempo. La verdad es que la política exterior estadounidense es diabólica, brutalmente represiva, criminal y no democrática. Y la única manera de salir de este sangriento caos es “volver a la ley”:
“Solo hay un antídoto para la “guerra civil” que divide Iraq y es una volver a la ley e invocar justicia. La guerra emprendida por los dirigentes del gobierno en 2003 contra el pueblo de Iraq no fue un error, fue un crimen. Y había que llevar a esos dirigentes ante la justicia por las decisiones que tomaron.” (Inder Comar, Iraq: The US Sponsored Sectarian “Civil War” is a “War of Aggression”, The “Supreme International Crime”, 18 de junio de 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario