Pies en la tierra
El Montevideo rural está poco poblado, es próspero y su productividad es elevada. Las preocupaciones de los productores giran en torno a la rentabilidad y la seguridad de bienes y familias.
Miguel Arreguisáb jun 28 2014
En 2011 el Montevideo rural era poblado por 14.027 personas: 5.002 mujeres y 9.025 hombres. Pero la población del Penal de Santiago Vázquez, que está incluida en el censo, distorsiona la realidad. Los reclusos entonces sumaban 3.381 hombres, por lo que la población no recluida del Montevideo rural era de 10.646 personas. La relación entre hombres y mujeres (5.644 y 5.002) o sex ratio era de 112,8 hombres cada 100 mujeres, mucho más igualitaria que lo habitual en el medio rural uruguayo.
Si se retrocede al censo de 2004, entonces el Montevideo rural tenía 52.034 pobladores. ¿Cómo se explica semejante reducción en siete años? Ocurre que el Instituto Nacional de Estadística (INE) cambió la metodología y la categorización de las áreas. Ahora, de hecho, considera como área urbana a casi todo lo que está amanzanado. Si un asentamiento precario o cualquier otra forma de distribución de la población no están amanzanados en un censo y en el siguiente sí, cambió su categoría. El INE enfatiza que amanzanado no equivale a urbano, pero en la práctica sus propias cifras de lo "urbano", al menos en Montevideo, se basan en ello.
L a mañana en Melilla es fría y soleada. Cuatro hombres y una mujer arrancan lechugas de sus largos almácigos. Utilizan cajones, un remolque y un tractor de fabricación china pequeño y nuevo. "Ya tiene unos años y anda bien", dice Víctor Carlini (29). Compró chino porque uno similar de marcas más tradicionales cuesta 50% más.
Víctor Carlini vive y produce en un predio de casi 12 hectáreas que pertenece a su socio. Es medianería: uno pone la tierra, el otro el trabajo. Este invierno explotan tres hectáreas (30.000 metros cuadrados) de lechuga y superficies menores de acelga, apio y perejil, todo bajo cubiertas de plástico, como protección contra el frío y las heladas, y con riego artificial.
Ahora se agregarán tres hectáreas de cebolla colorada, de la variedad Sintética 14, que es más resistente que la cebolla blanca y el saldo puede exportarse. El dueño del predio también tiene dos galpones nuevos en donde, durante la zafra, se hace packing de manzanas para terceros.
Víctor Carlini envía los frutos de su huerta al Mercado Modelo, donde el socio posee un puesto y vende directo a supermercados y feriantes. Se ahorran la intermediación, esa espada que pende sobre la cabeza de casi todos los productores rurales.
Dos caras. El área rural de Montevideo a veces tiene el aspecto de un damero productivo perfecto, con predios plantados hasta el último metro, y otras parece un suburbio bajo amenaza, abandonado y yermo.
Melilla es una síntesis de la mejor cara del Montevideo rural. En ese triángulo situado entre la ruta 5 y el río Santa Lucía hay muchas huertas de producción intensiva, una constelación de chalets y viviendas prolijas, galpones, fábricas, maquinaria agrícola, servicios, agroindustrias, complejos deportivos, parques y bañados, autovías, viejas fincas nobles, bodegas abiertas al público, restaurantes exclusivos, criaderos de cerdos o caballos (haras), centros de enseñanza, salones de fiestas, gente joven y familias laboriosas.
La zona de Melilla es un área protegida. No se puede fraccionar ni alterar en demasía. Además la ciudad todavía está lejos. Proliferan las viviendas de lujo y los salones de fiesta y los predios se valorizan.
Melilla conserva su rostro amable, aunque algunas personas mayores añoran los tiempos en que había más quinteros y menos salones de fiestas.
En otras áreas rurales de Montevideo, como Peñarol norte y Piedras Blancas, o entre el Paso de la Arena y Pajas Blancas, el "Rincón del Cerro" donde vive el presidente José Mujica, las cosas no lucen tan bien. La gran ciudad está demasiado cerca. Los predios cultivados se alternan con campos en abandono, chircales, desguazaderos de vehículos, áreas urbanizadas, vides y galpones, antiguas mansiones en ruinas y chacras residenciales.
Gabriel Martirena (27) atiende la venta de vinos al por menor de la bodega Tomasi. "Cada vez más terrenos son ocupados por la logística", dice. Se refiere a las grandes áreas de maniobra ubicadas más al norte, sobre los caminos Tomkinson, de la Petisa y Cibils. El puerto de Montevideo, apretado por la ciudad, quedó chico. Entonces en torno a la ruta 1 se han creado grandes áreas para camiones, maquinaria pesada y contenedores.
La inseguridad pesa como una cruz. Gabriel Martirena cuenta algunas experiencias mientras atiende tras el enrejado que hace que el local de ventas de la bodega Tomasi adquiera un aire de pulpería del siglo XIX.
Alta productividad. La caída relativa del sector agropecuario desde la década de 1930, y más aún desde la de 1950, provocó una migración masiva del campo hacia las ciudades, en particular hacia Montevideo, que concentró los servicios y los mayores estímulos económicos. En 1908 solo el 29,7% de los habitantes de Uruguay residían en Montevideo; en 2011 la capital y su área metropolitana significaban el 51,5% del total.
En la región agraria de Montevideo vive poca gente: apenas el 0,8% de la población del departamento, y hay casi tantas mujeres como hombres. Se especializan en huerta y frutales y son relativamente prósperos aunque padecen demasiados hurtos.
Según el censo de 2011, en el Montevideo rural residían 14.027 personas en 4.080 viviendas. En rigor, si se descuenta la población carcelaria del penal de Santiago Vázquez, la población rural estricta es de sólo 10.646 personas (ver recuadro). Son los otros montevideanos, los habitantes y empresarios del área rural, que trabajan duro y son poco afectos al ruido y los hacinamientos.
Hay más de 1.300 explotaciones rurales en las que se ocupan unas 5.000 personas. La mitad son empresas estrictamente familiares, en tanto las restantes suelen contratar personal, al menos en tiempo de zafra.
En marzo, cuando llegan las cosechas de la manzana o de la vid, o en noviembre, cuando se recogen los duraznos, aparecen cuadrillas de trabajadores zafrales que provienen de San José, Canelones o Cerro Largo.
Es más difícil conseguir personal estable para trabajar la quinta, siempre dura y exigente.
"Los jóvenes no quieren nada" -dice Víctor Carlini, el horticultor de Melilla-. "Prefieren emplearse en empacadoras y frigoríficos de frutas, pues trabajan ocho horas y tienen más jornadas libres".
No es extraño. Una ínfima proporción de uruguayos vive en el campo: sólo 5,34% de la población, unas 176.000 personas, contra 12,40% en 1985. Pese a ello, nunca en la historia nacional la producción agropecuaria, incluida la huerta, fue tan abundante y calificada. Desde 2001-2002 el país experimenta una revolución productiva en el medio rural empujada por la firme demanda externa. Los buenos precios traen aparejada una mayor productividad, que viene acompañada de tecnología y menor inversión relativa en mano de obra.
La elevada productividad agrícola alcanzada en el mundo desarrollado a partir del siglo XIX implicó una reducción paralela en el número de agricultores. Sólo los países sumidos en la pobreza muestran elevados índices de población rural.
De todos modos, la cantidad de uruguayos que viven o trabajan en el campo, si bien baja, es mucho mayor de lo que dicen las cifras censales. La gran mejoría de los caminos y de los medios de transporte en las últimas décadas facilitó que muchas personas residan con sus familias en núcleos urbanos, donde cuentan con mejores servicios, y se desplacen diariamente a sus trabajos rurales.
Granja en Uruguay. En el año 2000 unas 10.200 explotaciones agropecuarias, el 20% del total del país, se dedicaban a la granja. También había otros 8.000 predios que desarrollaban esta actividad para autoconsumo. En general las extensiones de tierra dedicadas a la granja eran pequeñas y estaban concentradas en el sur, el litoral sur y el norte del país.
La huerta era la actividad con mayor peso con 5.289 explotaciones, seguida por la producción de aves y cerdos (2.330), fruticultura (1.540) y la vitivinicultura (1.103). El sector granjero empleaba a unos 27.000 trabajadores. La huerta era la principal actividad con 14.000 trabajadores, por delante de la producción frutícola con 8.000 empleados. A ello se debían sumar los trabajadores zafrales en las épocas de siembra y cosecha. Sin embargo las exportaciones de la granja no llegaban al 1% del total. De hecho Uruguay es un gran importador de frutas -en particular bananas- y verduras.
Según la Unidad Montevideo Rural, que depende de la Intendencia, del área rural del departamento proviene "más de la mitad del consumo nacional de hortalizas de hoja (lechuga, acelga y espinaca); más de la cuarta parte de las manzanas, duraznos, peras y ciruelas, así como importantes porcentajes de la producción de limones, uvas y tomates".
El resto de la producción de esos frutos proviene en especial de Salto, Canelones, San José y Colonia. De hecho, el área rural capitalina es solo una porción de un complejo granjero más amplio que incluye parte de los departamentos vecinos.
Las principales preocupaciones de los chacreros de Montevideo giran en torno a la comercialización de productos y a la seguridad de su familia y sus bienes, que sienten amenazada por un entorno no siempre amigable.
La Unidad Montevideo Rural propone el "desarrollo sostenible de la producción agropecuaria del departamento, con énfasis en el apoyo a los pequeños productores".
Campo-ciudad. El departamento de Montevideo, el más pequeño de Uruguay, tiene 52.500 hectáreas (525 kilómetros cuadrados). Buena parte de esa superficie está ocupada por urbanizaciones o suburbios, pero más de la mitad se considera área rural. Unas 15.300 hectáreas, el 29% del total, son dedicadas a la producción agropecuaria, algo menos que una década antes (16.210 hectáreas en 2000).
Según cifras preliminares del censo agropecuario 2011, había 1.318 explotaciones rurales, en su gran mayoría (88%) pequeños predios de una a 19 hectáreas, aunque 125 productores explotaban superficies de hasta 100 hectáreas y otros 17 contaban con predios de 200 a 1.000 hectáreas. El 89% de los productores era de nacionalidad uruguaya, y el 18% de la tierra estaba en régimen no comercial.
El tránsito de camiones pesados, prohibido en las áreas centrales de la ciudad, se derivó hacia el Anillo Colector Perimetral, que recorre el norte del departamento de Montevideo. En esa región se alternan franjas urbanas y rurales. Hay zonas de humedales (bañados) protegidas en los márgenes del arroyo Carrasco, al este, y el río Santa Lucía, en el noroeste.
El Plan de Ordenamiento Territorial de 2008 obligó al desplazamiento de industrias, depósitos y áreas logísticas fuera de la ciudad, hacia las principales vías de comunicación con el puerto, como la ruta 102, el Anillo Perimetral y los accesos de las rutas 1 y 5. En las últimas décadas cambió radicalmente el paisaje de esas vías, que ahora están repletas de grandes galpones, plantas fabriles y playas de estacionamiento para automóviles, camiones y maquinaria.
El crecimiento de la ciudad y de sus áreas de servicio implica una reducción o decaimiento de las zonas rurales. El aspecto de arroyos y basurales son una muestra supina de polución, de la que son responsables los pobladores y empresas grandes y pequeñas.
La ofensiva urbana.En el casi medio siglo que transcurrió entre 1963 y 2011 la población del departamento de Montevideo aumentó 10% mientras el número de viviendas creció 49%. El tamaño promedio de los núcleos familiares se redujo radicalmente. La mancha urbana se propagó, formal o informalmente, a expensas del verde. La búsqueda de tierras baratas hizo que proliferaran los asentamientos irregulares en predios de propiedad pública, o bien en fraccionamientos privados.
El área metropolitana se expandió hacia algunas zonas de baja densidad de población o semi-rurales como Ciudad de la Costa, Ciudad del Plata, Manga, Villa García, Casavalle, La Paloma-Tomkinson, Pajas Blancas, Paso de la Arena, Lezica y Melilla. Otros barrios más centrales, pese a contar con mejores servicios, se despoblaron: Unión, Villa Española, Cerro, Ciudad Vieja, Belvedere, Reducto, Prado, Cerrito, La Teja, Capurro, Aguada.
Sin embargo en los últimos 15 años se redujeron muy levemente la población rural de Montevideo y el área destinada a la agropecuaria. Es el resultado de varios factores, en particular la posesión de viviendas por los lugareños, el arraigo a la cultura chacarera y los márgenes respetables de ganancias.
La rentabilidad es veleidosa y dependiente del clima. Pero sólo la rentabilidad, unida a otros factores de calidad de vida, como la infraestructura, puede retener a los productores y a su descendencia en el campo y, de paso, moderar el avance de los asentamientos formales o informales.
Informes de la Intendencia de Montevideo sostienen que "es importante conservar el área productiva de Montevideo", entre otras razones por la "red social existente" y "el carácter estratégico de la consolidación de la periferia que evita la expansión urbana".
La zona destaca también por "su ubicación estratégica de proximidad al principal mercado de consumo y principal puerto del país", lo que explica la alta concentración de productores.
Gabriel Martirena, el dependiente de la bodega Tomasi, en Pajas Blancas, es joven y no sabe mucho sobre tendencias demográficas. Pero ya ha visto cambios drásticos en el entorno.
No tiene dudas que, en el largo plazo, lo único seguro es que los productores rurales seguirán retrocediendo ante la mancha urbana. >
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