sábado, 20 de junio de 2015

Parque Roosevelt

Los sueños pueden volverse realidad

A Carlos  Racine:


La mañana invitaba;el viento era calmo y el sol ya anunciaba que iba a ser un día caluroso,tipico día de verano.

Elijo un sendero y comienzo a caminar .El aire fresco me envuelve ,esta cargado de aromas de pinos y eucaliptos .Los sonidos son variados ,canto de pájaros mezclados con el ruido de los movimientos de las hojas de los árboles.

Todo es naturaleza ,es una sensación difícil de relatar ,siento la libertad de estar allí y dejarme  llevar. Camino sin un rumbo definido ,el tiempo es infinito.

Buscando otra perspectiva, me detengo y me tiro boca arriba sobre el piso de pinocha.

Cruzo mis manos por detrás de la cabeza y busco el sol entre las ramas de los árboles que están imponentemente altos.Ellos, en actitud de proteger sus sombras, abren sus brazos armando una compleja barrera.El rey sol llega al piso ,pero por ahora el que manda en el parque es el árbol, por un rato mas,habra´ sombra.

Cierro los ojos y busco en los tiempos pasados,quiero comparar las sensaciones.

Me cuesta encontrar las diferencias ,hace mucho tiempo como niño ,hoy como adulto.

Hoy en otra etapa de mi vida ,contemplando tamaña armonía, me pregunto quien fue el que ideo´ esta inmensa obra y como fueron las circunstancias.


Claro, hablo de nuestro Parque Franklin Delano Roosevelt,que tomo´ este nombre después de la segunda guerra mundial.

Anteriormente se le conocía como Parque Nacional de Carrasco y Parque Nacional Centenario. Es el primer parque estatal que se creo´ en Uruguay.

El área fue donación de Alfredo García Lagos en el año 1916,una franja de arenales y grandes bañados,total unas 360 hectáreas. Dicha donación , estaba´ condicionada a la desecación del bañado (para evitar poblaciones de mosquitos,por riesgos de salud para la población) y la forestación del campo para crear un parque de uso público.

Es entonces que se contrata a Carlos Racine,paisajista  de nacionalidad francesa y creador de espacios como el Jardín Botánico; el Hipódromo de Maroñas ;los canteros de Bulevar Artigas ,el parque del Museo Fernando García, así como el rosedal de Prado y muchos otros trabajos,en Montevideo e interior.


Era el año 1916,Racine estaba sin trabajo y a punto de retirarse,pero el anciano acepto´ el desafío y junto a 20 peones y un capataz, comenzó la lucha contra la naturaleza.

Describen las crónicas de aquellos tiempos ,que los arenales cambiaban día a día con el viento,lo que hacia impredecibles las tareas ,teniendo que rehacer muchas veces lo ya realizado.Se deseco´ áreas pantanosas y se trazaron caminos.

Pero Don Carlos,era  trabajador incansable trabajaba a la par de todo el personal;cuentan los relatos que con el agua hasta la cintura transmitía entusiasmo y conocimiento.

Finalmente,la tarde en que se planto´ el primer eucaliptus,Racine ,lo celebro´ con los trabajadores ,tomando un vino frances.Luego siguieron miles de árboles ,sauces, acacias,robles  y pinos que  acompañaron a aquel primer arbol.Tampoco faltó, los ceibos y las palmeras,dando un toque de aromas y colores.


Esta fue´ su última gran obra,en donde puso mucho corazón transformando un sueño,en una realidad que hoy a casi 100 años seguimos disfrutando.

Finalmente el gran viejo, él “francés de los árboles”,como le llamaba la gente ,se retiro´ en foma definitiva.

Corrían los años veinte, cuándo se le veía caminar con paso cansino,por las calles arboladas de la Unión, dónde en las tardes concurría al entonces café La Liguria,sobre la avenida 8 de Octubre.

Volvió mas de una vez a recorrer los senderos del parque ,como repasando una obra de arte,surgida de su imaginación y su disposición al trabajo.


Parece que lo veo a Don Carlos Racine ,de sombrero rancho de paja y pantalones anchos,esta ahí,presente en cada lugar del parque ,y aunque no lo creas el es el responsable  de detener el tiempo,de hacer todo infinito.   

                     

Todo esto nos pertenece,nos pertenece el parque pero también su historia ,su gente.

Necesitamos todo,como forma de reconstruir nuestra identidad,esa trama compleja que el paso del tiempo va borrando y que esta ahí, en nuestro barrio, al alcance de la mano.  


Finalmente abro los ojos, sin darme cuenta,no se cuanto tiempo a pasado, él sol se impone sobre los altos eucaliptus,me incorporo y comienzo a reandar el sendero; ayer como hoy volví a encontrar las sensaciones de paz y libertad.

Tomo la calle Racine y comienzo el regreso a casa,en mi mochila llevo los aromas y los sonidos ,mañana, volveré por mas…

          

                                                                                                    Carlos Romero.



                                                                                        

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