IL PARADIS0(parte 1)
“QUE LA LUZ NO SE APAGUE”
La cita obligada de
reunión para José y sus amigos era el monte. En las tardecitas,
luego de la escuela, el grupo de amigos, saltaba el cerco que los separaba con la
calle y se mezclaban en ese mundo de fantasías y realidades típicas de niños de
diez años.
Los pinos, eucaliptos y acacias eran los protagonistas. Las ramas y el
verde intenso los aislaba de la vida exterior. Allí encontraban, el espacio y el tiempo para explorar y descubrir libremente la naturaleza que los rodeaba.
Tarde tras tarde, entre las ramas de los árboles armaban, sus casas y sus fuertes, aquellos eran tiempos de “historias de indios y de cowboys”.
Tarde tras tarde, entre las ramas de los árboles armaban, sus casas y sus fuertes, aquellos eran tiempos de “historias de indios y de cowboys”.
Las corridas entre los árboles, las risas; los forcejeos con las ramas,
alteraban la paz del monte. Los pájaros buscaban refugio
de los gritos y de las ondas, aunque nunca mataron un pájaro, la tranquilidad
era alterada por un rato largo.
Un día, José y sus amigos decidieron cruzar la línea de los árboles,
sintiendo esa curiosidad de saber que más podría haber en el bosque.
Entonces apareció allí, en el frente del grupo. El silencio detuvo
las risas. Todos se quedaron quietos, permaneciendo con los ojos bien abiertos
y llenos de asombro.
Era una casa grande con forma de castillo. Al costado como testigo de todas las construcciones,
una torre. Una casa más pequeña y una piscina, también formaban parte de ese
escenario.
La puerta de entrada a la casa principal, era de estilo medieval, su parte
superior era curva y los herrajes grandes y pintados de negro.
Por encima de la puerta, en un arco de ladrillos, colgaba una campana de
bronce, al estilo de una iglesia; a la izquierda un escudo hecho en piedra ,con
una leyenda “NEC LUMINA CLAUDIT”.
La soledad y el silencio de los niños fue interrumpido, por la voz de una
mujer mayor que salió de la casa más pequeña y gritando dijo ….”Niños aquí no
se puede estar tienen que irse”.
No hubo una segunda frase, todos corrieron nuevamente hacia el bosque,
saltaron el alambrado y cada uno regreso´a su casa.
Volvieron otras veces al monte, pero nunca más llegaron hasta el “castillo”
y aunque en silencio observaban entre los árboles ,pocas veces vieron gente
allí.
No solo para los niños de aquel día, el “castillo” fue un misterio, también
lo fue para mucha gente del barrio. Las historias tejidas, sostuvo su mística
durante toda la vida.
Pero la realidad es que hasta el año 1951 ,estas tierras a ambos
lados de la avenida W. Ferreira Aldunate (en ese entonces Camino Carrasco) eran
propiedad de Julieta García Acevedo y su esposo el Duque Livio Sersale Ceresiano,
llegado de Italia huyendo de las guerras carlistas.
El “castillo”, era la casa del Duque y su esposa y si bien no vivían en
forma permanente funcionaba como chacra. Cuentan que el Duque tenía allí
caballos.
La portera de entrada, a la chacra, estaba en aquel entonces sobre la calle que hoy se
llama Graña. Dos postes altos sostenían, un cartel tallado en madera con la
inscripción IL PARADISO, (el paraíso).La chacra llegaba hasta la calle Calcagno.
Al fallecer Julieta García Acevedo, esposa del Duque Livio Sersales, este
decide volver a Italia y vende todas sus propiedades, lo que permitió el
fraccionamiento y posterior urbanización de lo que es hoy el barrio Paraíso de
Carrasco unas 44 hectáreas.
La casa hoy día, mantiene su estructura y se encuentra entre las calles que
recuerdan los apellidos del Duque y su esposa es decir Sersale y García Lagos .El monte que la
rodeaba, fue talado por completo, por lo que, parte de la magia dejada por el
Duque se perdió. Lo místico dio paso a la desnudez y soledad.
Cuatro décadas después, José camina llevando de la
mano a su hijo Lautaro, al pasar por el frente del “castillo”, ambos se
detienen. Todo puede verse desde la calle. Mientras observa la casa,
cuenta a su hijo sus anécdotas. Lautaro escucha a su padre mientras que no pierde detalles del relato.
En un momento lo interrumpe y señala con su mano el escudo que
esta sobre la puerta del “castillo”.
José no sabe lo que significa,” NEC LUMINA CLAUDIT” ,es una frase en
latin.Es parte de lo místico que el Duque nos dejó’, una forma de ver la vida
,de entender que 60 años después somos nosotros los que debemos
mantener viva esa historia.
Hoy que la realidad es otra, que todo ha cambiado, que la casa aparece
frágil, como agonizando, entendemos más que nunca la inscripción del escudo del
Duque, que traducida significa,
“QUE LA LUZ NO SE APAGUE”.
En eso estamos…
Carlos Romero.
IL
PARADISO (PARTE 2)
“Historias
de vida”
(1)
El
Duque Livio Sersale di Cerisano, nació en Gaeta, Italia el 19 de diciembre de
1879.
Gaeta,
es un puerto marítimo de la costa occidental de Italia, en la región de Lazio.
Se caracteriza por tener calles estrechas y sinuosas, con edificios antiguos
dentro de los que se encuentra su catedral que data del año 1106.
A
la edad de 18 años cursó en la Academia Militar de
Turín, especializándose en caballería. Estuvo allí tres años, egresando como
Teniente.
El
Duque heredó sus títulos nobiliarios, a partir de Annibale Sersale, en el año
1613, en una Italia organizada políticamente en feudos. Livio se convierte así,
en el 14º heredero, adquiriendo el título de Patricio Napolitano y Príncipe de
Castel franco.
En
el año 1928, llega a las costas del Río de la Plata, instalándose
en Uruguay.
El
27 de setiembre de 1934, se casa con Doña Julieta García Acevedo.
Doña
Julieta, integraba una familia de larga tradición en Uruguay. Era hija del Dr.
Ildefonso García Lagos, Ministro de Relaciones Exteriores, entre los años 1887
a 1889, siendo un muy destacado político.
Los
García habían amasado una importante fortuna y eran dueños de grandes
extensiones de tierras que llegaban hasta lo
que en la actualidad es la ciudad de Pando.
Todo
a impulso de Don Doroteo García, comerciante en charque, que enviaba sus
productos a Cuba, que en aquel entonces eran muy preciados.
Ildefonso,
hijo de Doroteo, construyó su finca de descanso en lo que luego se transformó
Villa García.
En
1938, estando en Italia Doña Julieta contrajo una grave enfermedad.
Con
la esperanza de poder recuperarse, retornó a Montevideo, su ciudad natal. Pero
su mal era irreversible y el 24 de agosto de 1941 falleció.
Luego
de la muerte de su esposa, Don Livio, decidió quedarse en Montevideo y para
distraerse, retornó a la actividad hípica, su deporte favorito. También siguió
participando de las actividades benéficas, que se organizaban en aquellos días.
Cumpliendo
el deseo de su esposa Doña Julieta decide donar para beneficio del “Consejo del
Niño” la villa y su parque denominado “San Ildefonso”, lugar que había
pertenecido a su suegro Don Ildefonso García Lagos.
Finalmente,
no pudo superar la perdida de Doña Julieta y el 4 de octubre de 1955 luego de
una breve enfermedad, falleció.
Los
diarios de la época, ante la muerte del Duque, escribían…”Ayer murió un
autentico caballero, no solo por razones de tradición familiar y títulos
nobiliarios, sino por su humanismo, por su vocación por el bien, por su
generosidad, en beneficio de sus semejantes necesitados. Su desaparición supone
pues una gran perdida que mucho sinceramente lamentamos” (Octubre 1955).
Don
Livio fue sepultado junto a su esposa en el cementerio Central.
(2)
María
Terra y Horacio García Lagos, compraron la “Villa el Paradiso”, al Duque Livio
Sersale, luego de la muerte de Doña Julieta, en el año 1941.
Dicha
villa tenía una extensión de 44 hectáreas.
Tenía
su entrada en lo que es hoy conocemos como la calle Graña, llegando hasta la
calle Calcagno.
Dicha
chacra estaba compuesta por una casona con un parque y un lago (sobre la calle
Calcagno), llamado “Laguna del Duque”, esta a su vez tenía un embarcadero.
En
1951, Don Horacio García Lagos, luego de recibirse de ingeniero decide
fraccionar las 44 hectáreas, loteando los terrenos que formarán con
el tiempo, el barrio “Los Paraísos”. Ese fue su primer trabajo.
Así
mismo, Doña María y Don Horacio, se casan y pasan a vivir en la casona,
realizando con el tiempo algunas reformas.
Allí
tuvieron siete hijos y permanecieron hasta el año 1998.
Hoy,
dicha casona, para nosotros “el castillo”, está en manos del Municipio de Paso
Carrasco, entre las calles Sersale y García Lagos.
(3)
…José
toma de la mano a su hijo Lautaro y deja atrás la casona del Duque.
En
el trayecto hacia su casa, va repasando su historia personal, su niñez, sus
amistades, las horas de juego en el parque de dicha casona.
Sin
embargo, no recuerda historias del “castillo”, contadas por su padre.
Mira
a su hijo, que en un descuido se suelta de su mano y corre al encuentro de su
madre…entra a su casa, pensando que los tiempos vuelan y que los niños
necesitan esas historias de los padres.
En
definitiva son parte de un juego, que también nos convierte en niños, para
poder compartir el tiempo y entrar en ese mundo mágico, que divierte, educa,
cuestiona y sobre todo nos hace felices…
Una
de estas noches, antes que Lautaro se duerma, José contará la historia del
Duque, su esposa Doña Julieta y su “castillo” y de cómo se formó su barrio.
Todo como si fuera un puzzle ya que nuestras historias de vida en algún punto,
siempre se entre cruzan.
Es
a partir de ahí que su hijo construirá su propia historia.
Don
Livio y Doña Julieta, no tuvieron hijos.
Solo
quedó como testigos de esa historia, la casona, el escudo familiar hecho en
piedra, en una pared de la casa y la torre de agua a un costado de la misma.
Pero curiosamente, las puertas y ventanas no están totalmente cerradas, la
casona te invita a entrar, mirar en cada rincón, para descubrir el mundo mágico
de una historia que no murió.
(FIN)
Carlos
Romero
me gustó mucho esta historia, creo que tiene todo lo que se necesita para atrapar al lector: la magia de un relato bien contado y real, el deseo de dejar algo para los futuros habitantes que por allí pasen y la certeza que quien lo escribe se dejó conmover por esta historia y buscó difundirla.
ResponderEliminarSeñor Romero podría informar a través de estas páginas algo sobre la historia de paso carrasco? Me sorprende que buscando en Internet no encuentro nada sobre la parroquia San José Obrero, no es como cualquier otra , me acerqué a ella hace varios años y actualmente la Comunidad que la integra es casi como mi familia, nos hemos quedado sin cura y no creo que haya candidatos disponibles pero no se puede perder la relación entre los que allí concurrimos. Necesitamos conocer nuestra Historia y sin duda usted nos puede dar una mano
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