CENSO AGROPECUARIO NACIONAL: Resultados
definitivos
Radiografía de un modelo social y productivo
Autor: William Yohai
2 de setiembre de 2014
Radiografía de un modelo social y productivo
Autor: William Yohai
2 de setiembre de 2014
Por acuerdos
internacionales a los que Uruguay adhiere, los censos agropecuarios deberían
llevarse a cabo los años terminados en 0, en la práctica, cada 10 años.
Pero no, el gobierno frenteamplista, por "dificultades de índole administrativa" fue incapaz de cumplir con lo estipulado; según la misma DIEA afirma:
"La obligatoriedad legal de efectuar los censos agropecuarios data del año 1913, según lo dispone el segundo artículo de la ley N o 4.294 de fecha 7 de enero de ese año. Posteriormente, el decreto N o 228/978, del 26 de abril de 1978, establece que los Censos Generales Agropecuarios se realizarán "en los años terminados en cero y coincidiendo con el Censo Mundial de la FAO, serán de cobertura total, entendiéndose por tal que todos los establecimientos agropecuarios del país de una hectárea y más de superficie serán censados".
En esta oportunidad, a raíz de dificultades de índole administrativa, resultó imposible formalizar la contratación de personal de campo en tiempo y forma para levantar el censo en 2010. Esto llevó a la necesidad de solicitar la autorización para postergar el operativo para 2011, autorización que se formalizó en el Artículo 368 de la Ley No 18.719, aprobada por la Asamblea General el 27 de diciembre de 2010."
Pero no, el gobierno frenteamplista, por "dificultades de índole administrativa" fue incapaz de cumplir con lo estipulado; según la misma DIEA afirma:
"La obligatoriedad legal de efectuar los censos agropecuarios data del año 1913, según lo dispone el segundo artículo de la ley N o 4.294 de fecha 7 de enero de ese año. Posteriormente, el decreto N o 228/978, del 26 de abril de 1978, establece que los Censos Generales Agropecuarios se realizarán "en los años terminados en cero y coincidiendo con el Censo Mundial de la FAO, serán de cobertura total, entendiéndose por tal que todos los establecimientos agropecuarios del país de una hectárea y más de superficie serán censados".
En esta oportunidad, a raíz de dificultades de índole administrativa, resultó imposible formalizar la contratación de personal de campo en tiempo y forma para levantar el censo en 2010. Esto llevó a la necesidad de solicitar la autorización para postergar el operativo para 2011, autorización que se formalizó en el Artículo 368 de la Ley No 18.719, aprobada por la Asamblea General el 27 de diciembre de 2010."
La notable incapacidad
demostrada por los gobiernos FA no termina aquí: recién el mes pasado se
publicaron los resultados definitivos del censo. El documento tiene 146
páginas. Calculando a 200 días hábiles por año la "productividad" del
equipo encargado de elaborar los datos y escribir el trabajo alcanza a 0,25
páginas por día. Sin duda merece algún premio especial, no sólo a nivel nacional
sino, también, probablemente, mundial.
Pero estas consideraciones
son de índole secundaria. Lo esencial es lo que surge ya desde una lectura
primaria y fragmentaria del asunto.
Nos centramos en tres
aspectos:
a) la concentración de la
propiedad de la tierra
b) la reducción de la
población rural, pero sobre todo, de la cantidad de población empleada en las
tareas agrícolas y pecuarias.
c) tratamos de explicar
algunos de los datos que demuestra el censo combinado con los provenientes de
las cuentas nacionales que publica el BCU relativas al sector.
La información acerca de la
evolución del número de explotaciones es conocida ya que fue publicada hace
aproximadamente dos años en los resultados preliminares del censo. A simple
modo de recordatorio reproducimos en el cuadro 1 la evolución del dato: desde
1980 la contra reforma agraria vigente ha concentrado propiedad y producción.
Se notan dos saltos: uno de aproximadamente 20% entre 1980 y 1990 y otro mayor
aún de casi 22% entre 2000 y 2011. A modo de hipótesis de trabajo nos
animaríamos a plantear que la primera gran caída en el número de explotaciones
(80-90) responde a la crisis del sector agropecuario producida a partir de la
ruptura de la "tablita" cambiaria (noviembre de 1982) que fuera
precedida por un aumento del endeudamiento del sector culminando la caída
tendencial de precios de los principales productos (carne vacuna y lana) a
partir de mediados del siglo XX.
La segunda fase drástica de
concentración (reducción en 12.350 o un 25% en el número de explotaciones)
está, probablemente unida a un factor similar a la anterior. A fines de la
década de los 90, después de un breve período de auge de precios que genera un
estímulo para aumentar la producción (efectivamente entre 1990 y 1996 el pbi
agropecuario crece significativamente) y el endeudamiento, se dan dos factores
cuya sumatoria lleva a una nueva gran crisis: al mencionado aumento del
endeudamiento se suma que los precios caen bruscamente entre 1999 y 2002. La
epidemia de fiebre aftosa que (gracias también a la absurda reacción del
gobierno Jorge Batlle) asuela el principal renglón de la producción del sector;
la carne vacuna, sirve como agravante decisivo de la crisis.
Pero, a principios de los
90 hay otro fenómeno menos tratado por los especialistas: se deroga el IMAGRO
(impuesto a la actividad agropecuaria), sucesor del IMPROME (impuesto a la
producción mínima exigible) ambos tributos que castigaban la concentración de
la propiedad de la tierra. Si bien, tal cual nos informa el cuadro entre 1990 y
2000 la cantidad de explotaciones aumenta levemente (y aquí habría que analizar
detalladamente las metodologías empleadas para precisar los alcances de esta
variación) entendemos que se crean las condiciones para la brutal concentración
que se hará manifiesta entre 2000 y 2011.
CUADRO 1 (cantidad de
explotaciones)
1980
1990
2000
2011
1990
2000
2011
68,362
54,816
57,131
44,781
54,816
57,131
44,781
A partir de los datos del
censo se pueden realizar algunos cálculos que hacen aún más evidente la
concentración de riqueza en pocas manos que plaga nuestro campo.
las 4.167 explotaciones
mayores a 1.000 hectáreas suman algo más de 10 millones de aquellas. Acumulan
de esta forma algo más del 61% del territorio agrícola y pecuario del país. Si
tomamos, en cambio, las explotaciones mayores de 500 hectáreas constatamos que
algo más de 8.000 de ellas concentran casi el 78% del territorio productivo; o
sea, más de 12 millones de hectáreas. Ha sido ampliamente divulgado que las dos
multinacionales propietarias de sendas plantas de celulosa (UPM y Montes del
Plata) son propietarias de aproximadamente medio millón de hectáreas.
Para tener una idea de las
magnitudes involucradas recordemos que el departamento de Montevideo,
incluyendo su extensa área rural, ocupa algo más de 50.000 hectáreas.
Otro aspecto interesante
que surge al estudiar los resultados del censo refiere a la evolución de la
población rural y el número de trabajadores empleados en la producción.
CUADRO 2
1980
1990
2000
2011
Var. 00-11
1990
2000
2011
Var. 00-11
pob. Trabajadora
159.446
140.430
157.009
115.371
-26.5
159.446
140.430
157.009
115.371
-26.5
pob. agricola
264.216
213.367
189.838
106.961
-43.7
264.216
213.367
189.838
106.961
-43.7
hect. Por trab. Perm.
101
113
105
142
35.2
101
113
105
142
35.2
Como se observa en el
cuadro 2 el descenso de la población trabajadora se interrumpe entre 1990 y
2000. Esto coincide con una solución de continuidad, tal cual se evidencia en
el cuadro 1, en el proceso de concentración de la propiedad, entre esos mismos
años.
Entre 2000 y 2011, sin
embargo, la población trabajadora cae bruscamente. Se reduce en más de una
cuarta parte (26,5%). No podría dejar de correlacionarse este dato con el
aumento del número de hectáreas por trabajador permanente; 35% en 11 años.
Más acentuada aún (44%, o
sea, casi la mitad) es la caída en la población agrícola, es decir, la que
reside en los establecimientos. Se ha señalado que el fenómeno se debe a la urbanización
de los trabajadores del campo facilitada por la proliferación de la motocicleta
que permite el transporte rápido de aquellos desde y hacia sitios de residencia
en pueblos y ciudades. Esto ha permitido al estanciero liberarse de
obligaciones respecto a trabajadores residentes en el establecimiento.
Resulta del mayor interés
relacionar la caída de la cantidad de trabajadores con la producción total
expresada a través del producto bruto agropecuario.
En el siguiente cuadro
vemos la evolución del dato mencionado más arriba entre los años de los dos
últimos censos (fuente: BCU/cuentas nacionales).
CUADRO 3
Variación pbi entre 2000 y
2011 (porcentaje)
AGRICULTURA, GANADERIA,
CAZA Y SILVICULTURA
41.8
41.8
Cultivos en general;
servicios agrícolas aplicados a estos cultivos
154.6
154.6
Cría de animales; servicios
ganaderos
6.1
6.1
Silvicultura, extracción de
madera y actividades de servicios conexas
20.8
20.8
Queda claro que el
crecimiento (42% punta a punta, algo menos del 4% anualizado) del producto
global del sector se produce a expensas de la agricultura en detrimento de una
ganadería que permanece prácticamente estancada. El asunto no es para nada
sorprendente si consideramos que la soja ha pasado a ser el principal rubro
exportable, superando a la carne vacuna. La sustitución del uso de los mejores
campos con aptitud agrícola desde la cría y sobre todo invernada vacuna hacia
la siembra de cultivos graníferos, principalmente soja, determina este
estancamiento relativo de la ganadería.
La productividad por
trabajador empleado pasa de 214.000 a 405.000 pesos constantes de 2005 entre
los dos últimos censos.
Nos preguntamos cuál sería
la base para tal cuasi duplicación de la productividad del trabajo rural en el
país. Y encontramos algunas respuestas: a) entre los años del censo (2000 y
2011) la importación de "fitosanitarios" como amablemente los llama
la dirección de servicios agrícolas del MGAP; agrotóxicos como sería más
apropiado en nuestra opinión, saltó de 3.793 a 18.583 toneladas. Groseramente,
se multiplicó por 5.
b) La importación de
fertilizantes1 pasó de 243 a 556 miles de toneladas aproximadamente. O sea,
casi se duplicó.
Sería interesante estudiar
la inversión en maquinaria y otros insumos (combustible, principalmente) que se
utilizaron en el proceso. Pero esto excedería los límites de este trabajo.
En síntesis: más producción
sobre la misma superficie del país con menos trabajadores. El aumento de la
productividad se materializa a través de la multiplicación del uso de
agrotóxicos y fertilizantes. Todos ellos en esencia insumos importados que
agudizan la dependencia económica del país del exterior.
Las implicancias de este
modelo productivo son varias: en el mediano-largo plazo es probablemente
insustentable, ya que (y no lo hemos tratado en este trabajo pero hay evidencia
suficiente al respecto) la intensificación agrícola condujo a un acelerado
proceso de erosión de los mejores suelos del país. Además implica una fuerte
dependencia de importaciones de insumos que es viable en la medida en que los
precios relativos se mantengan favorables.
Existen modelos
alternativos que implican el uso más intensivo de trabajo humano, con el
consiguiente descenso de la productividad pero que garantizan una mayor
sostenibilidad en el mediano-largo plazo.
Desde la óptica de una
posible transformación socialista este modelo mucho más centralizado que el que
existía hasta hace algo más de una década facilita la administración estatal de
buena parte de la producción.
En este sentido nos
sentimos autorizados a afirmar que los burgueses que, junto al estado, llevan
adelante el proceso le están creando al proletariado las bases materiales para
pasar a controlar la producción agropecuaria del país.
Nada nuevo bajo el sol; ya
lo anticiparon los creadores del marxismo hace 160 años.
1 http://www.fagro.edu.uy/~fertilidad/curso/docs/TECNOLOGIA.pdf
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Información disponible también en este link: resonandoenfenix.blogspot.com
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