En esta temporada estival varios departamentos emitieron advertencias por la presencia masiva de cianobacterias en sus playas. Los datos preliminares de Montevideo revelan que se está en los valores más altos. El fenómeno de El Niño es parte de la explicación. Pero, ¿será siempre así?.
TOMER URWICZ23 ene 2016
La jornada empezó temprano, antes de que el sol picara sobre las playas del oeste de Montevideo. Dos técnicos de la Intendencia recogieron las muestras de agua y las llevaron al laboratorio en Punta Carretas, allí donde el olor de la marea se mezcla con el del colector. Los recipientes fueron a parar a una heladera en la que otros cultivos esperan ser analizados. En unos frascos de remedio hay unos bichitos verdes que, a simple vista, parecen yerba. Son cianobacterias, un nombre que sonó varias veces este verano y ha hecho cambiar los planes de varios bañistas. Las altas concentraciones de estos organismos vivos que amenazan con atacar el hígado y la piel ocasionaron reiteradas prohibiciones de disfrutar del mar o el río. La ola de advertencias arrastra una pregunta: ¿llegaron para quedarse?
Aunque no se vean, las cianobacterias siempre están. Pero ante determinadas condiciones —sobre todo de temperatura y salinidad del agua— pueden reproducirse, aflorar y formar colonias. Para detectarlas no hay mejor método que usar los sentidos. Tienen la apariencia de la yerba desparramada en la orilla y hasta logran formar una espuma, como si alguien hubiese vertido un balde de pintura verde cotorra. Huelen a humedad, similar al olor que desprende la tierra ni bien se riega el pasto. Ante esa escena, y ni que hablar si los guardavidas colocan la bandera sanitaria —roja con una cruz verde—, la respuesta inmediata, dicen las autoridades, debe ser evitar el contacto. El consejo es aún más severo con los niños porque su bajo peso facilita la intoxicación, y porque son los más propensos a jugar en la orilla. Los primeros síntomas son problemas digestivos y erupción cutánea.
Esta temporada estival trajo más advertencias que de costumbre. En lo que va de enero la comuna capitalina informó cuatro veces sobre la presencia masiva de cianobacterias. "Hasta el momento, los análisis demuestran que estamos en los valores más altos", dice Jimena Risso, directora interina del Laboratorio de Calidad Ambiental de la Intendencia de Montevideo. Sin embargo, la contabilizado en este 2016 no supera los niveles registrados en 2009. "Puede que las redes sociales hayan potenciado la noticia o que la mirada cortoplacista nos haga creer que todo pasado fue mejor", opina Risso.
Este año Uruguay, al igual que el resto del continente, recibió la visita de El Niño. Este fenómeno climático ocasiona que se recaliente el agua del Pacífico y, por tanto, por el sur ha ingresado un agua más templada. Las altas temperaturas son propicias para que las cianobacterias —diminutos organismos vivos— se reproduzcan. Así como uno guarda los alimentos en la heladera para evitar la contaminación de bacterias —lo que ocurre con el calor—, lo mismo sucede en el río. Eso sí: esta variable por sí sola no es determinante. Se han encontrado cianobacterias también en invierno, hasta con una temperatura de 7°C.
El Niño, a su vez, causa lluvias. Las consecuencias más notorias en Uruguay son las inundaciones en el norte. Esa agua arrastra sedimentos y, a la vez, deja más tiempo estancado el alimento que hará aflorar las cianobacterias. Las represas hidroeléctricas se llenan y generan un caldo de cultivo. Por si fuera poco, el agua de ríos y arroyos, que al país llega de afluentes de Brasil, Paraguay y Argentina, hace que las costas de Montevideo y Canelones reciban mucha agua dulce. A la inversa, las cianobacterias "mueren" más fácilmente con el agua salada.
Puede que hasta aquí cualquier bañista de Montevideo o Canelones —por ser los lugares de mayor población y donde se ha detectado más presencia de cianobacterias— sientan que están sufriendo las consecuencias de un problema que les es ajeno. Sin embargo, "hay clara incidencia humana en este proceso", explica el oceanógrafo Gustavo Nagy. Eso que los científicos llaman "cambio climático" tiene una relación directa con estos episodios que "van a ser recurrentes y parte de un proceso irreversible".
El principio.
Las cianobacterias son las que dotaron de oxígeno a la Tierra. A modo de reivindicación, puede decirse que gracias a ellas desde hace 2.700 millones de años hay condiciones para la vida humana. El problema es que algunas de las 26 especies que hay en Uruguay, en grandes cantidades, liberan toxinas (microcistinas) que atacan los tejidos vivos. En el caso del ser humano lo más frecuente son los problemas hepáticos y en el sistema neuronal.
Si bien hay otro montón de organismos que tienen clorofila, y por eso el color verde, es probable que el agua de los lagos tenga esa tonalidad similar a la que se encontró en algunas playas del Río de la Plata estos días. De hecho, estudios realizados por la Facultad de Ciencias revelan que en las últimas tres décadas los lagos de la capital acumulan cianobacterias por encima de los límites que permite la Organización Mundial de la Salud con fines recreativos. En términos prácticos: si va a pasear en las lanchitas del Parque Rodó, evite introducir la mano en el agua.
En los ríos la historia data de los años 30, cuando se construyen las primeras grandes represas hidroeléctricas del país. "Cambia la circulación del agua, se estanca, y genera más desarrollo de cianobacterias", explica Nagy. Los ríos Uruguay y Negro son los más afectados. Del embalse de la represa de Baygorria, sobre el último de estos dos, se obtuvo en 2014 el valor máximo de este tipo de microorganismos, incluso por encima de los niveles aconsejables. Un informe de la Facultad de Ciencias que se publicó en 2015 señala que como en el país "no existe reglamentación nacional para el monitoreo de las cianobacterias, se toma como estándar lo establecido por la OMS".
Días después de que las represas liberan parte del agua acumulada, si están dadas las condiciones de temperatura y salinidad, las cianobacterias aparecen en las costas del Río de la Plata. Este verano el efecto se vio en torno a la represa de Palmar, en Soriano, y como consecuencia la Intendencia emitió la prohibición de bañarse en las playas El Sauce, El Club y La Sopa.
A pesar de la distancia de las represas, Montevideo es el departamento en el que más cianobacterias se han encontrado. "Todavía no está claro el porqué, aunque estimamos que por una cuestión de la marea", dice Risso, la técnica del laboratorio municipal. Al contrario, en las zonas más "saladas", como la costa de Rocha, es "improbable" que ocurra esta floración.
De los departamentos costeros, las cianobacterias han sido detectadas en grandes colonias en Colonia, San José, Montevideo y Canelones. La playa Brava de Atlántida, una de las más concurridas en la zona canaria, está inhabilitada por el momento. Eso no quiere decir que uno deba evitar el baño en la playa Mansa del balneario o en Las Toscas, aclaran las autoridades.
La primera vez que la Intendencia detectó el problema en las playas de Montevideo fue en 2001. Los técnicos divisaron una mancha verde similar a un "puré de arvejas" en la playa Ramírez. Se lo comunicaron al entonces director de Salud, Miguel Fernández Galeano. "Hicimos reuniones con la Facultad de Ciencias y con la Dirección de Medio Ambiente", recuerda el exjerarca. "Por entonces les llamábamos algas tóxicas y me cansé de aparecer en medios de comunicación haciendo referencia al tema".
Hoy la comuna tiene entrenados a los guardavidas para que sean ellos mismos quienes visualicen una posible contaminación, explica la directora actual, Analice Berón. "En cuestión de horas puede cambiar la presencia o no de estas microbacterias", señala, y por eso aconseja evitar el baño cuando no hay guardavidas custodiando la playa.
Fuera de la época estival, el riesgo disminuye. Primero porque la población ya no acostumbra a bañarse y, segundo, porque al bajar la temperatura también baja la floración, indica Risso. De ahí que sea de protocolo el muestreo de las playas al menos cuatro veces por semana (y hasta todos los días) en verano y la mitad de las veces en invierno.
Este año se sumó que en diciembre hubo lluvias intensas en un período corto de tiempo. Esa gran cantidad de agua acumulada también arrastra más contaminación hacia las playas porque al colector de Montevideo van a parar tanto las aguas servidas como las pluviales. Por eso en esos días de tormenta hubo mayor concentración de coliformes fecales —los microorganismos derivados de las heces— y de ahí que sea desaconsejable el baño las primeras 24 horas posteriores a una gran lluvia.
El arrastre de las lluvias tiene, a la vez, una consecuencia que incide en las cianobacterias: hace correr los agrotóxicos hacia las cuencas de agua. Los plaguicidas tienen nitrógeno, un alimento ideal para que estos organismos crezcan, aunque lo pueden obtener también del contacto directo con la superficie. Y también tienen fósforo, otra de sus comidas preferidas. Por eso Nagy dice que "el sistema de intensificación agrícola hace que lo que sucede en las playas de Montevideo sea primo-hermano de lo que ocurre en la Laguna del Sauce", donde también hay floraciones de algas tóxicas por la contaminación de plaguicidas.
En Uruguay "recién ahora se está empezando a tener más control sobre lo que las industrias y los productores tiran a los arroyos y ríos", comenta el científico Luis Aubriot. Pero más que cultivar "buenas prácticas, es poco lo que se puede hacer desde aquí para cambiar".
Cuando se miran los resultados de las pruebas de laboratorio que se realizaron en el país en los últimos 30 años, la desembocadura del Río de la Plata es la zona en la que hay mayor cantidad de registros por encima de lo aconsejable. Las autoridades aclaran que también coincide con la mayor cantidad de análisis realizados. En perspectiva, la primera detección de cianobacterias que realizó la Intendencia de Montevideo fue 20 años después de que apareciera en Salto Grande el primer caso de floraciones. De ahí que la Facultad de Ciencias se haya propuesto la formación de más técnicos especializados en el área.
En el noroeste "hay vacíos de información" para detectar la presencia de cianobacterias, advierte la facultad. Desde Colonia hasta Rocha, la combinación de variables hace que la aparición esté a la vuelta de la esquina o a la espera de que los lleve la corriente. Y como el cambio climático no parece tener una solución a mediano plazo, habrá que ir entrenando el ojo de los bañistas.
Claves para tomar un buen chapuzón.
Mejor prevenir. La playa es un espacio de relax, pero como todo entorno natural es necesario prestar atención. Si desconoce el riesgo sanitario que puede tener la playa a la que baja, lo primero es observar la casilla de guardavidas. De haber una bandera roja con una cruz verde, evite el ingreso al agua. Lo mismo si en determinadas zonas de la costa hay un banderín rojo. Lo siguiente es mirar con atención el color del agua antes de entrar. Si hay una concentración muy elevada de cianobacterias, habrá una mancha verde y se debe suspender el baño. Estos organismos vivos desprenden además un olor similar a la tierra mojada. Si aparecen pequeñas algas disipadas, como si fuera yerba, evite el contacto. Suspenda el baño en la playa durante las 24 horas posteriores a lluvias intensas.
Cuando ocurre el contacto. Si nota que esa especie de yerba queda “pegada” en su cuerpo o en la ropa, lávese con agua limpia de la propia playa. No es necesario correr al médico salvo que aparezca algún síntoma que lo amerite. Controle a los niños porque su bajo peso y el juego en la arena los hacen más propensos a sufrir una intoxicación.
Los primeros síntomas. Una reacción alérgica en la piel, la irritación de las mucosas o malestar estomacal son las primeras señales de una intoxicación. De haber vómitos, diarrea, náuseas o síntomas no habituales, es importante que le informe a su médico que ha estado en la playa y que sospecha que tuvo contacto con cianobacterias.
Las consecuencias. De cumplir con las recomendaciones sanitarias, no es de esperar que el contacto con cianobacterias le genere secuelas graves. En los casos más severos, estos organismos vivos atacan los tejidos hepáticos y pueden ocasionar problemas en el sistema neuronal.
Sin alarma. De no haber bandera sanitaria, advertencia municipal ni manchas verdes en el agua, no es necesario evitar el baño por precaución. Puede que en una misma playa haya una bajada inhabilitada y la contigua no tenga problemas. El ejemplo más claro se dio el miércoles 13 en Pocitos: solo hubo riesgo de intoxicación en la bajada de la calle Martí.
Cuestión de tiempo. En la época estival es cuando más florecen las colonias de cianobacterias. Eso tiene una relación directa con el aumento de la temperatura del agua. En invierno es más improbable que ocurra, aunque siempre conviene estar atento. Y desde el 15 de noviembre al 15 de marzo es preferible acudir en horarios en que haya guardavidas.
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