ARAZATÍ:
¿DESCARTADO O REDIVIVO?
Luis E. Sabini
Fernández
https://revistafuturos.noblogs.org/
El gobierno del
presidente YamandúOrsi acaba de cancelar el proyecto Arazatí que había
presentado el entonces presidente Luis
Lacalle Pou en el muy inapropiado
período en que su presidencia ya había perdido las elecciones para el nuevo
período presidencial.
Con el descarte de
tal proyecto resultan corroboradas las dudas y críticas que el mencionado
proyecto había cosechado desde muy diversos ángulos; la muy problemática toma
de agua bruta del Río de la Plata; el invento de un lago artificial alojado en
el río con el ridículo nombre de “polder”; la afectación a toda suerte de
actividad local en la zona de Arazatí “invadida” por tal proyecto, el
descomunal monto a pagar en dólares, hipotecando todo el futuro de OSE a corto
y largo plazo, que iba a bloquear disponibilidad de recursos para muchos otros
proyectos y necesidades del sector.
Pero el trámite que
acabamos de ver a la luz del día sorprende no por su franqueza sino por su
modalidad.
Llama la atención
que los titulares del proyecto Arazatí no hayan sufrido ni un rasguño en su
foja de credibilidad por haber presentado algo que ha sido desechado por su
baja calidad como proyecto, su insuficiencia
en la consideración ambiental, su abultado monto…
Y que en algunas
reuniones, cabildeos entre la parte empresaria y el nuevo elenco gubernamental,
hayan resuelto, “en el mejor de los mundos” cambiar las condiciones del
contrato, rehaciendo ahora un proyecto que, en lugar de rondar los 300 millones
de dólares iniciales, rondará, inicialmente, los 200 millones de dólares, para
hacer otra construcción, en otro sitio, con otras distancias en las conexiones y cañerías correspondientes.
La pregunta que queda
en pie es cómo se evalúa este nuevo otro
proyecto.
Alguien podría
suponer que los montos que rondaban los 300 millones de dólares deberían bajar a 100
millones, en cambio de a los 200 millones estimados a ojos de buen cubero por
los titulares del consorcio Aguas de Montevideo y los titulares del gobierno.
Los pasos más
sensatos parecen ser que una vez desechado el proyecto Arazatí “por acumulación
de faltas”, su proceda a su rescisión. Lisa y llana. Eventualmente, sus
titulares podrían reclamar por los daños infligidos a su patrimonio, por lo ya
invertido (que parece ser poco) y el lucro cesante.
El consorcio puede
evaluar cuánto le conviene exigir la incursión en gastos y esfuerzo o cuánto
apostar a ganar un nuevo contrato.
Porque el proyecto
que ahora ha brotado de la mesa de negociaciones entre el Grupo de Montevideo y
el gobierno de YamandúOrsi, por tratarse de un proyecto radicalmente distinto
al original, parecería merecer una nueva licitación.
El acuerdo
amistoso, cambiando todo lo que hay cambiar,
deja en una nebulosa la razón de los montos de la inversión, del proyecto. Que no es una
minucia.
La conferencia de
prensa brindada por “las partes”, Alejandro Ruibal, Edgardo Ortuño, nos mostró
una confianza mutua, recíproca, que lamentablemente no se compadece con el
trámite. Podemos alegrarnos que las partes de un negocio o contrato
público-privado mantengan un trato
cordial y de confianza. Pero ese “espíritu” no tiene porqué prolongarse
entre otros “actores” en juego, la sociedad en general, en primerísimo lugar.
Si los proyectos se
estimaran “a ojos de buen cubero” y la sociedad se sintiera satisfecha con los
resultados, entonces diríamos adiós a las licitaciones y a la brega por limitar
los gastos y asegurar las calidades.
Pero la experiencia nos dice que es exactamente al revés: tenemos que ceñirnos a normas y regulaciones, sabiendo que aun así, resulta muy difícil no errar, no malgastar, no defraudarse. Pero sin tales recaudos, la cosa sencillamente desbarranca.□
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