domingo, 23 de agosto de 2020

La nueva restauración

 

La nueva restauración

 

Que sería lo más urgente para la familia trabajadora ante una crisis económica?

Esto parece ser la pregunta de cabecera aunque sin matices menoscaba la realidad. 

Que es lo que quiere el trabajador? Estabilidad, progreso individual y colectivo. Un cúmulo de necesidades que se funden en el sistema rector del "sálvese quien pueda". 

A veces parece confundirnos quien mueve las piezas del tablero, mientras el poder político se reparte el botín y la esperanza. 

Hoy en día se advierte un gobierno antipopular, de políticas neoliberales, supracapitalista. Pero y quien no lo fue? El sistema que propició el incremento salarial del trabajador y que tuvo al mismo tiempo un aumento en el caudal de inversiones extranjeras, es el mismo que propició la precarización laboral y condenó a vivir al individuo so pena del endeudamiento precoz. Mientras al empresario le cerraban los números se les permitió -al poder político- un montón de jugarretas e irregularidades que contravinieron el estado de bienestar con el que tanto se llenaron la boca. 

Ahora se agotaron los recursos y muchos de sus voceros se paran en la vereda de enfrente con un discurso bien enjuagado. Frente a este discurso se señalan aspectos positivos y negativos, obviamente quién va estar en desacuerdo con los aspectos positivos, por lo tanto el problema radica en las cosas que salen mal, o sea, los hijos malditos de la gobernanza. 

Pero el punto es, en qué se diferencian los distintos partidos de gobierno? Porque todos aquellos que gocen de ciertos privilegios van a estar de acuerdo con el gobierno de turno, aunque claro, la realidad no cambia para todos igual, por ende habrá siempre quienes estén del lado opuesto, sin beneficiarse, sin accesibilidad, sin recursos, sin acomodo. Todo parece ser parte del mismo juego, lejos de ideologías y dentro de un orden preestablecido. 

Y que pasa con el movimiento social? Son una parte activa del status quo, no el activismo como herramienta sino la herramienta como resultado de la opacidad del sistema, el grueso del activismo social ésta institucionalizado y sigue directrices. Por supuesto que las hay por fuera del sistema, carentes de visibilidad y aisladas por conveniencia de aquellos legitimados en el rubro para desfilar sus banderas ante los medios.

La realidad es que el poder económico- financiero manda, las políticas sociales sólo prosperan supeditadas a su mandato y al interés corporativo global. El trabajo manual desaparece de las urbes industriales y la masa trabajadora se desestimula, la sociedad pierde la esperanza que el político logra captar a su favor. "Es momento de cambios" grita a los cuatro vientos. Y así se vuelve a un viejo recurso, la manipulación de masas. 

La crisis como artilugio desestabilizador tiene objetivos claros e históricos, pero siempre irrestricto al momento que se forja. Se justifica por apariencia y difusión pero tiene impactos reales en la vida social. No puede haber dos lecturas sobre esto, en la vida terrenal tenes pocas opciones y lamentablemente no estamos ajenos a su coparticipación, mientras sigamos dándoles vida a políticos caretas con discursos ideológicos bien guionados y cargados de adoctrinamiento cuando sabemos que en el llano se debaten realidades adversas y antagónicas que nunca prescriben.

No somos una clase gobernante para cargar con estás reglas sistémicas de otrora. Como trabajador es menester superar el yugo histórico que pesa sobre las futuras generaciones, ya que somos un compendio de su estructura empírica largamente documentada. 

Hay una fidelidad cultural de la que no nos podemos desprender y es lógico. Debemos agiornarnos sin perder identidad, sin fanatismos y obcecación, porque es seguirle el juego al sistema que intentamos combatir o transformar.

 

Anael Cardozo

Trabajador del frigorífico Carrasco

 

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