La nueva restauración
Que sería lo más
urgente para la familia trabajadora ante una crisis económica?
Esto parece ser la
pregunta de cabecera aunque sin matices menoscaba la realidad.
Que es lo que quiere
el trabajador? Estabilidad, progreso individual y colectivo. Un cúmulo de
necesidades que se funden en el sistema rector del "sálvese quien
pueda".
A veces parece
confundirnos quien mueve las piezas del tablero, mientras el poder político se
reparte el botín y la esperanza.
Hoy en día se advierte
un gobierno antipopular, de políticas neoliberales, supracapitalista. Pero y
quien no lo fue? El sistema que propició el incremento salarial del trabajador
y que tuvo al mismo tiempo un aumento en el caudal de inversiones extranjeras,
es el mismo que propició la precarización laboral y condenó a vivir al
individuo so pena del endeudamiento precoz. Mientras al empresario le cerraban
los números se les permitió -al poder político- un montón de jugarretas e
irregularidades que contravinieron el estado de bienestar con el que tanto se
llenaron la boca.
Ahora se agotaron los
recursos y muchos de sus voceros se paran en la vereda de enfrente con un
discurso bien enjuagado. Frente a este discurso se señalan aspectos positivos y
negativos, obviamente quién va estar en desacuerdo con los aspectos positivos,
por lo tanto el problema radica en las cosas que salen mal, o sea, los hijos
malditos de la gobernanza.
Pero el punto es, en
qué se diferencian los distintos partidos de gobierno? Porque todos aquellos
que gocen de ciertos privilegios van a estar de acuerdo con el gobierno de
turno, aunque claro, la realidad no cambia para todos igual, por ende habrá
siempre quienes estén del lado opuesto, sin beneficiarse, sin accesibilidad,
sin recursos, sin acomodo. Todo parece ser parte del mismo juego, lejos de
ideologías y dentro de un orden preestablecido.
Y que pasa con el
movimiento social? Son una parte activa del status quo, no el activismo como
herramienta sino la herramienta como resultado de la opacidad del sistema, el grueso
del activismo social ésta institucionalizado y sigue directrices. Por supuesto
que las hay por fuera del sistema, carentes de visibilidad y aisladas por
conveniencia de aquellos legitimados en el rubro para desfilar sus banderas
ante los medios.
La realidad es que el
poder económico- financiero manda, las políticas sociales sólo prosperan
supeditadas a su mandato y al interés corporativo global. El trabajo manual
desaparece de las urbes industriales y la masa trabajadora se desestimula, la
sociedad pierde la esperanza que el político logra captar a su favor. "Es
momento de cambios" grita a los cuatro vientos. Y así se vuelve a un viejo
recurso, la manipulación de masas.
La crisis como
artilugio desestabilizador tiene objetivos claros e históricos, pero siempre
irrestricto al momento que se forja. Se justifica por apariencia y difusión
pero tiene impactos reales en la vida social. No puede haber dos lecturas sobre
esto, en la vida terrenal tenes pocas opciones y lamentablemente no estamos
ajenos a su coparticipación, mientras sigamos dándoles vida a políticos caretas
con discursos ideológicos bien guionados y cargados de adoctrinamiento cuando
sabemos que en el llano se debaten realidades adversas y antagónicas que nunca
prescriben.
No somos una clase gobernante
para cargar con estás reglas sistémicas de otrora. Como trabajador es menester
superar el yugo histórico que pesa sobre las futuras generaciones, ya que somos
un compendio de su estructura empírica largamente documentada.
Hay una fidelidad
cultural de la que no nos podemos desprender y es lógico. Debemos agiornarnos
sin perder identidad, sin fanatismos y obcecación, porque es seguirle el juego
al sistema que intentamos combatir o transformar.
Anael Cardozo
Trabajador del
frigorífico Carrasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario