miércoles, 26 de agosto de 2020

Impotencia Sindical

 Impotencia Sindical 

El movimiento sindical tiene la necesidad histórica de rearmarse para enfrentar una avanzada contra los derechos de los trabajadores en particular y del pueblo en general. Dicho esto, en la práctica estamos tratando de seguir adelante dando palos de ciego. 

No tenemos claro el camino y, además, tampoco se ha procesado ninguna autocrítica que nos permita ver con más claridad que los caminos que seguimos no estén condenados al fracaso. La autocrítica es necesaria no por alguna necesidad masoquista de autoflagelación, sino para analizar errores y no volver a cometerlos. 

Tiene una función pedagógica. Un primer diagnóstico ya lo hicieron las murgas, se perdió la batalla ideológica, no hay propuestas y cada uno está esperando que pase la ola y que la misma no lo arrastre a otras orillas. Se trata de seguir navegando, pero navegando sin rumbo.

 El rumbo lo marcan los colectivos a través de razones, de análisis, de proyecto por una parte y de compromiso, acción y pasión por otra. ¿Qué proyecto tenemos como movimiento sindical? ¿Qué proyecto de humanidad y de país tenemos los trabajadores ante un triunfo del individualismo y de concepciones que naturalizaron la injustica social? 

Ante esa pregunta seguramente los conspicuos representantes sindicales contesten que tenemos instalados dos proyectos de país, el país de la distribución del ingreso con justicia social y el país neoliberal de la mercantilización de la salud. Es parte de la verdad, pero no toda la verdad. El maniqueísmo político es adverso a la emancipación subjetiva, autónoma, necesaria en cualquier proceso de cambios estructurales.

 Necesitamos examinar nuestras bases ideológicas, la relación entre el mundo y las ideas, entre los hechos y el discurso y qué lugar ocupa la ética en este escenario. La respuesta no puede ser meramente retórica, de nada sirve pregonar unidad aplastando lo diferente, pregonar cambios estructurales ofreciendo cambios de vestuario y maquillaje. Ese barco ya zarpó y naufragó. 

Estamos en pleno proceso de negociación colectiva donde una parte del movimiento sindical trata de patear la pelota para adelante, esperando estar mejor armados para una instancia de negociación futura y por otra parte algunos pocos actores salen a pregonar sus conquistas dentro de un movimiento sindical que se siente mayormente impotente por encontrarse en alguna medida maniatados por la pandemia y fragilizados por la debilidad ideológica reinante.

 Es el caso de la salud privada. Tenemos instalada una corriente pública poco amigable con el movimiento sindical, al que se considera una estructura cuasi-parasitaria de los trabajadores. Romper esa concepción no será fácil, pero es imprescindible para reconstruir un movimiento de trabajadores combativo y consecuente con sus ideas. 

Hay que romper esa concepción perfectamente instalada y que dinamita cualquier posibilidad de conformación de un espacio colectivo de lucha. Estos días pasados el SUNCA cerró un acuerdo quebrando las pautas salariales con un convenio colectivo a tres años y más recientemente los compañeros de la bebida hacen un convenio con cláusula de mantenimiento de la fuente laboral hasta el 2023. Bebida y construcción. ¿Y la salud? Al principio sufrimos la escasez de equipos de protección debido al aumento obsceno de precios, en el mundo los países andaban a la caza de equipos de protección sanitario, respiradores, etc. 

A medida en que los medios instalaban el quedate en casa, los trabajadores tuvieron que salir de casa, pero dejando a veces a sus hijos solos y viajando en ómnibus repletos de gente. Como si esto fuera poco, y denotando el grado de fragilidad y fragmentación que tenemos en la salud privada, en plena pandemia donde el equipo de salud es clave en el combate del COVID, tuvimos a compañeros despedidos, en el seguro de paro, tercerizaciones, y tras cartón la convocatoria del sindicato de enfermería -fuera de la estructura del PIT-CNT- que reclama una mejora del descanso para Enfermería dejando de lado el equipo de SALUD. En esta esquizofrenia sindical, algunos sindicatos firmaron acuerdos para el envío al seguro de paro, sin percatarse de las consecuencias que esa acción tiene no solamente para su propia organización sindical sino para el conjunto de la salud. Fue una decisión que reveló una considerable miopía política. 

Un horizonte francamente desalentador para encarar la negociación colectiva que llevamos adelante. En la salud privada el discurso de cara a la nueva negociación colectiva es netamente defensivo. Luego de instalar el temor a la pérdida de la fuente laboral, se hace difícil plantear cualquier reivindicación que implique un avance en las conquistas. 

Eso se refleja en la plataforma reivindicativa de FUS: la defensa de los puestos de trabajo a través de mantenimiento de las cápitas FONASA y la instalación de una comisión que estudie algunas propuestas justas y necesarias para el conjunto de la salud, como la mejora del descanso, lo que en la salud conocemos como el 4 y 2. En jerga sindical, pateamos la pelota para adelante. 

 La propuesta del gobierno es conocida, es un acuerdo puente de un año, donde habrá pérdida del salario real y la recuperación del salario se dará a partir del año 2022, año de crecimiento del PBI, según proyecciones del gobierno. Pero creemos que no podemos dar la discusión en los términos planteados, sino que primero deberíamos preguntarnos ¿cómo es posible que tengamos pérdidas de puesto de trabajo en plena pandemia? 

Analicemos por un instante esta cuestión. La dotación de RRHH existe en función de la dotación de camas del sector de la salud. Sabemos que las camas tuvieron que incrementarse para atender un posible desborde de la demanda por la pandemia que atraviesa el mundo. El incremento de las camas se dio particularmente en un sector como el CTI especialmente sensible a la dotación de RRHH por dos motivos: primero porque es intensivo en mano de obra y porque requiere una capacitación determinada para dar cumplimiento a los cuidados del paciente en cuidados intensivos. A modo de ejemplo, en ese sector tenemos cada dos camas, un enfermero. 

Los ejes de la discusión en la salud se tramitan en términos mercantiles, cápitas, metas, etc., entonces no debemos extrañar que la respuesta sea la misma que si fuera una fábrica de chocolates que ha visto disminuida su producción: despidos y tercerizaciones. Esa ha sido la respuesta de las empresas. Ni lerdas ni perezosas avanzaron en el escenario menos probable: en el medio de una pandemia efectivizaron un plan largamente acariciado de reestructuras laborales para bajar los costos.

 La poca centralidad de la salud también se reflejó en las medidas del gobierno en la intención de recortar la investigación universitaria. La “ciencia” y su prestigio social le sirvió al gobierno de escudo protector simbólico para muchas de sus medidas. Igualmente, no tendrá escrúpulos en aplicar el tijeretazo necesario para cumplir con una agenda ideológica de recortes. Aplausos de noche, recortes de día. Nuevamente una contradicción entre el dicho y el hecho.

 Hay una derecha desvergonzada, ideológicamente potente y extremadamente moderna en el manejo de la manipulación mediática. Sin tapujos y orgullosa. En la vereda de enfrente cunde la sensación de impotencia. Para enfrentarla debemos rearmarnos ideológica y éticamente. 

Con principios por un lado y compromiso por el otro. Con un proyecto de emancipación que sea producto del pensamiento, hijo de la justicia, con espíritu de grandeza y sobre todo con valor para actuar en consecuencia. 

Rosalba Hunter

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