viernes, 25 de octubre de 2019

EL DEDO EN EL VENTILADOR.

EL DEDO EN EL VENTILADOR.
Y un ojo en la ventana… Escribo ésta nota, acosado por lo mismo que critico…la inmediatez de todo. No tan lejos de aquí Ecuador arde. Haití sigue ardiendo con un pueblo inmensamente reprimido y saqueado y rebelado.
 Y se revela por fin, que es Eduardo Bleier, uno de nuestros desaparecidos, el desenterrado en el cementerio clandestino del Batallón 13. Esto último más cerca. En casa. La nota de Mauricio en La Fragua N° 79, que recomiendo releer, Biografías Rotas, se plantea con claridad algunas incógnitas de estos tiempos. Nos interpela sobre cuestiones profundas. Afirma que estamos en un “estado de excepción”. ¿Es así? Es la confusión generalizada un “estado de excepción”?.
Confusión organizada, la llamó así Bertold Brecht. En la velocidad de vivir y engullir acontecimientos urgentes, el día a día, hora a hora, hay intención sistémica para que las vivamos así. Mientras, se nos pasan desapercibidas esencias de la vida como sociedad. No es tan diferente la vida de cada uno, si tomamos en cuenta nuestra forma de vida de trabajadores, vecinos, estudiantes, maestros, funcionarios. Los que cada día empujamos el carro de la sociedad. Aquí, en Francia, en Ecuador, en Haití, tenemos formas parecidas de vida.
 Pero, adónde ir buscando certezas?. Qué proponernos?. Podemos pensar de forma independiente? Cada cual en su plato, en su casa, en su vida? Bueno ahí mismito, en la soledad de cada uno, hay otro logro del sistema. Sentirnos solos, y acelerados. En esa realidad forzada y confusa, en un tren que no sabemos si va o viene, pero que se mueve muy rápido… y no podemos perderlo. Aceleramos para vivir lo que no sabemos que vivimos, pero que nos urge vivirlo. Nos dice Mauricio “no podemos imaginar dónde está el corte… donde está el fin”. Pero debemos “poner un freno a ese tren desbocado ” dice. Luego en ese apuro por no perder terreno se nos aparece la idea de que la “fórmula capitaltrabajo” se está terminando. Nos necesitan cada vez menos a los trabajadores? La precariedad laboral es una cara de lo que vivimos. Es cierto. Deliberadamente se trata de hacernos creer que cada día hacen falta menos trabajadores. Que la riqueza y el dinero saldrían de explotar máquinas sin seres humanos. El emprendedurismo y el arreglate como puedas, y el “trabajador digital”, que es un nuevo esclavo digital, nos dice Ricardo Antúnez, sería la fórmula nueva.
Así es la propaganda oficial y privada en el “sálvese quien pueda”. Esa sensación y su discurso nos martilla cada día. Alguien dice por ahí, que sobran trabajadores, a la vez que sobra dinero en los bancos. Éstos necesitan de nuevos clientes y ganancias. Si no, se les cae el negocio. Se saquea a países, destruyen, contaminan para sacar rápidas ganancias, se rompen para luego venderle arreglos, soluciones, “ayudas humanitarias”. Pero a la vez… en otra cara “real”, hay bombardeo de felicidad y disfrute. Si hay dinero para gastar, se acompaña el estrés con el mundo “cultural” del ocio. Para mitigar (gran término político hoy) la incertidumbre, la idea es, el aturdimiento “cultural”.
Mientras, los muy ricos, cada vez más ricos. Y las clases medias acomodadas y salvándose de no caer, caminan por la cornisa, mirando con desprecio y miedo a los de más “abajo”. Entonces el escenario se completa con muchas ofertas de más divertimientos, y más lugares de turismo fabulosos, grandes espectáculos, y luces y brillos, y gente sonriente y consumiendo. Parecen tolerarse mejor las miserias, hambrunas y guerras en otros sitios. Qué gran dilema si queremos pensar. Cada uno puede agregar sus propios dilemas. Queremos pensar? La primera cosa que se me ocurre es que no. No quiero pensar. Pero… entonces? Mis dilemas insomnes, al escribirlos mirando la ventana, también se confunden. Declárese o no, cada uno los vive. Aun sin saberlo. Alguno dice por ahí que aquéllos que viven en comodidad y estabilidad, están tentados --y votarían… y votan-- por vivir en una Sociedad Encapsulada. Ghettos de consumo. Islas.
 Cada uno viviendo en sus espacios de trabajo, vivienda, esparcimiento, y poder de consumo. Donde aquéllos otros que no tengan esa posibilidad, ni se atrevan a traspasar los límites. Que no pasen la línea, que se conformen con “lo que les tocó”, que trabajen agachando la cabeza, que limpien, que fabriquen, que sean funcionales, que acepten lo que se les pague, y que paguen, que cuiden, que no roben, que no maten, que se queden lejos, más lejos. Muy lejos. O que se mueran. O que alguien los mate. O los encierren. Pero que los saquen de la vista.
Su presencia perturba y afea la colorida y tranqui realidad del disfrute. Parece ser una gran idea. ( ¿? ) Yo pensaba escribir sobre la realidad social y cultural. Qué es lo que proponen otros. Luego de leer y escuchar a Greta, pienso si tenemos el mismo mundo que ella. No. No tenemos el mismo mundo.
Los de aquí cerca , de la Sociedad Encapsulada, quisieran el mundo desde donde Greta nos llama a defender el planeta y la naturaleza. Greta quizá no sabe que desde ése, su mundo, se destruye más rápido el nuestro, luego de saquearlo desde hace más de cinco siglos. Y seguir haciéndolo. Ella no puede saberlo. Ya aprenderá. Está bueno su alerta para los más jóvenes. A algunos les abrió la puerta de la cabeza. Saldrán de su cápsula. Talvez. Pero mi dilema de éstos tiempos es si hay salidas, caminos, sendas, luces etc… Hay?. ¿Está planteado para toda la humanidad, incluyéndome claro, gradual o abruptamente, que podamos vivir en granjas idílicas armoniosas, sin estrés?.
Plantando y auto abasteciéndonos de todo, en comunidades hermosas y pacíficas, abandonando la masividad de las ciudades, marchando todos hacia el campo?. Ecosocialismo llaman algunos a ese horizonte. Marx lejos de pensar, o sí, en estos días que vivimos, en El Capital, escribió que “la única libertad posible es que el hombre social, los productores asociados, gestionen racionalmente su intercambio de materia con la naturaleza y lo hagan en las condiciones más dignas, más acordes con su naturaleza humana”. Sí, pero… Algunos llaman cavernarias propuestas de querer volver al naturismo, sin tener en cuenta las masas de millones de seres humanos que viven en ciudades, a cuya vida lisa y llanamente se le propone un sálvese quien pueda y ó un genocidio. Colapso le llaman a una situación de fin de recursos y agua ya aire limpio y catástrofes. Es hermosa la vida en el campo. Y dura. Durísima para muchísima gente. Sacrificada. Lejos de toda la maquinaria creada por las sociedades industriales.
 Lejos de sus espejismos de buena vida. Pero, significaría decrecimiento. Así le llaman ciertas corrientes de pensamiento y acción. Porque vamos a un Colapso dicen otros. O ya llegamos…?. Decrecimiento es como dar pasos hacia delante, dejar de crear mercancías y cosas materiales, del desarrollismo, que nos retornarían de cierta manera, a sociedades campesinas. Lejos del humo, del estrés, de la aceleración, de los relojes de asistencia laboral, de la contaminación, de las guerras, de los ruidos de autopistas y avenidas. De la presión por hacer un peso, del multiempleo, de correr para pagar cuentas. Desacelerar. Si. Pero lejos de los centros hospitalarios.
Pero… sí también lejos de los tribunales fríos y despiadados. De las cárceles sobresaturadas. De los marginados violentos. ¿Qué pasará con las mega ciudades de 10 20 30 40 millones de habitantes? Hay comarcas enteras superpobladas, regiones enteras recostadas a la vida urbanizada por la cercanía de las fuentes de trabajo, de los centros de estudio, de las fuentes de comida masivas? Sobrevivirán todos, habrá masiva desocupación, es solo para los más aptos a los cambios bruscos? Los tanques militares, los misiles, los imperialismos, los saqueadores… nos dejarán en paz?. Se desarmarán de su maldad y perversidad? Si sobrevive el más apto, es como la selección natural de Darwin.
Es “natural”?. Sería humanista?. Hoy todos podemos ver los desesperados en balsas en el Mediterráneo luego de la destrucción de sus países saqueados. Dejando atrás a muchos. ¿Podremos pensar colectivamente de esas cosas. Salir del sálvese quien pueda. Pensarnos como colectivos sociales?
Claro que, no es solo pensar... Pero pienso, y luego existo. Podemos?
Marcos.
ur.marcos@gmail.com

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