Montevideo, martes 8 de agosto de 2017
A quien le importe la Cultura y el Trabajo
TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DE CULTURA OCUPAMOS
TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DE CULTURA OCUPAMOS
Una vez más denunciamos la emergencia laboral que vivimos los trabajadores y trabajadoras de la Dirección Nacional de Cultura del MEC, y esta vez, queremos llamar a las cosas por su nombre. Porque la precarización laboral llevada adelante con tercerizaciones, contratos flexibles y de poca duración, reducción de la plantilla y crecimiento de las tareas tiene un nombre: neoliberalismo. Y porque cuando esta política de Estado es fruto de un gobierno de izquierda, solo podemos hablar de hipocresía.
Vale la pena recordar que la Dirección Nacional de Cultura no carga con ninguna herencia maldita, fue creada en 2007. Esta es la institución que se vanagloria de promover el derecho a la seguridad social de los artistas al mismo tiempo que contrata trabajadores de forma ilegítima.
¿Cómo es posible que las autoridades anuncien un Ministerio de Cultura cuyo fin sea garantizar los derechos culturales de la ciudadanía cuándo sistemáticamente violan los derechos laborales de sus trabajadores? El mismo programa de gobierno del Frente Amplio lo señalaba, los Derechos Humanos son indivisibles, interrelacionados e interdependientes. Se avanza en su conjunto, o se retrocede en su conjunto. Por eso la otra cara de esta emergencia laboral es el desmantelamiento de diversos programas: Ciudadanía Cultural, Talleres de Inclusión Socio-Cultural, Territorio o Boliches en Agosto.
Somos trabajadores del MEC, funcionarios del Estado de hecho, pero no de derecho. Trabajamos sin estructura, contratados con modalidades diversas, muchas de ellas precarias y mentirosas. Ejercemos como técnicos, administrativos, comunicadores y gestores culturales pero nuestros contratos dicen que damos clases. Todo esto implica a igual tarea desigualdad salarial, imposibilidad de crecimiento en la Administración, salarios sumergidos, y violación del principio de continuidad, —dado que constantemente caen y se renuevan nuestros contratos sin posibilidad de generar antigüedad—. Esto se llama inseguridad laboral.
Donde no hay estructura no hay organización del trabajo. La Dirección Nacional de Cultura no cuenta con un organigrama. Esto se traduce en un estado constante y colectivo de desorden, distribución arbitraria de tareas, abusos de poder, amenazas y reparto de compensaciones discrecionales. Lo vivimos a diario, se llama acoso moral laboral. Si en 10 años no se ha logrado regularizar esta institución —creando un organigrama—, a pesar de que las autoridades han declarado que era una tarea imprescindible e impostergable, debemos hablar de falta de voluntad política y de ineptitud.
Las consecuencias de esta situación se ven en la frustración y la desmotivación de los trabajadores, en las renuncias periódicas, en las oficinas que van quedando reducidas o vacías. En los últimos dos años y medio se ha ido, por su cuenta, un 15% de la plantilla de trabajadores: 46 personas, según nos anunció el director hace poco. Y se siguen yendo. Para los que permanecemos en la institución las tareas se duplican, crece el desorden. Es un círculo vicioso.
Reiteramos, en estas condiciones no se puede hablar de derechos culturales, de políticas a mediano y largo plazo, de desarrollo, de planes nacionales de cultura. Y agregamos, no somos una isla de la precarización. Esta situación campea por todo el Ministerio de Educación y Cultura, la padecen compañeros de Secretaría, de Educación, los del Clemente Estable, Patrimonio, CECAP, Dirección de Innovación, los museos y el Archivo General de la Nación.
Reiteramos, en estas condiciones no se puede hablar de derechos culturales, de políticas a mediano y largo plazo, de desarrollo, de planes nacionales de cultura. Y agregamos, no somos una isla de la precarización. Esta situación campea por todo el Ministerio de Educación y Cultura, la padecen compañeros de Secretaría, de Educación, los del Clemente Estable, Patrimonio, CECAP, Dirección de Innovación, los museos y el Archivo General de la Nación.
¡Basta de hipocresía, falta de voluntad política, ineptitud e inseguridad laboral! Pedimos la renuncia del Director Nacional de Cultura, Sergio Mautone, como una medida necesaria aunque no suficiente. Reclamamos a las autoridades la regularización de todos los contratos precarios. El Ministerio de Educación y Cultura es un ministerio con sueldos miserables. Exigimos mejora y equiparación salarial. Demandamos una mesa de negociación por estructura real, con agenda y plazos.
Ya es hora de que este gobierno garantice los derechos de los trabajadores y consolide realmente la institucionalidad cultural del país.
Trabajadores de la Dirección Nacional de Cultura.
ATEC - COFE - PIT-CNT
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