EDITORIAL
DE EL POPULAR
MIENTRAS
PINTABAN LOS MUROS CON LA CONSIGNA : “GOBIERNO CIVICO MILITAR COMO EN PORTUGAL”
Editorial del “El Popular”, domingo 11 de febrero de 1973
“El país necesita cambios, el pueblo quiere cambios. Es lo que no quieren
entender quienes por los intereses que defienden o por pensar atenidos a viejos
esquemas pretenden que todo puede seguir igual, a pesar de la indignación
general por las consecuencias de una orientación económica desquiciadora de la
economía y profundamente contraria a los intereses nacionales, de una
“filosofía” social que golpea cruelmente a los sectores populares y de una
política corrupta. Y creen que todo puede seguir igual, después que ellos
mismos con una saña represiva sin precedentes se han mofado de las mejores
tradiciones del país, llegando incluso a matar al viejo Uruguay, que
idealizándolo más allá de su realidad política, económica y social, lo
presentaban como paradigma.
Y en esa corriente general que existe en la república, en esa conciencia
‘nacional que se ha ido formando en los últimos años, se inscribe el documento
dado a conocer por los comandantes del ejército y la fuerza aérea, precisando
los objetivos económicos y sociales a su juicio necesarios para transformar una
realidad que con razón estiman como grave. Pensamos que es razonable que las
Fuerzas Armadas, que no se consideran “una simple fuerza de represión o
vigilancia”, quieran dar su opinión sobre la problemática del país y quienes
tienen menos derecho que nadie a discutir esa actitud son los que les han dado
determinadas funciones en los últimos tiempos. Y si hay una ‘realidad’ que debe
ser cambiada y las Fuerzas Armadas no quieren ser el brazo armado de grupos
económicos y políticos que pretendan apartar a las Fuerzas Armadas de sus
fines; es imprescindible que se conozca su pensamiento. Y esto es tan
indiscutible que incluso el senador Wáshington Beltrán que apoya al señor
Bordaberry, tuvo que reconocer ayer en “El País” que “no cuenta más el viejo
concepto de las Fuerzas Armadas en los cuarteles. Están presentes, deben estar
presentes, como otros sectores, en la solución de la problemática nacional.”
Para quienes, como nosotros, consideramos que el dilema del país es
oligarquía o pueblo, no puede haber otra opinión.
Nosotros hemos dicho que el problema no es el dilema entre poder civil y
poder militar; que la divisoria es entre oligarquía y pueblo, y que dentro de
éste caben indudablemente todos los militares patriotas que estén con la causa
del pueblo, para terminar con el dominio de la rosca oligárquica.
¿Por qué nos parece, en general, positivo el documento de las Fuerzas
Armadas (complementado por el comunicado 7/73) sin perjuicio de determinadas
salvedades que, como siempre, expondremos con la máxima franqueza, con la misma
con, que hemos señalado en diversas ocasiones actitudes no correctas de
integrantes de las Fuerzas Armadas?
—Porque plantea la preservación de la soberanía, “no sólo la defensa
territorial de la patria, sino también, y muy especialmente, la de su más
absoluta libertad de decisión, tanto referido a los asuntos internos como a los
problemas de las relaciones internacionales”.
—Porque expresa la necesidad de “atacar con la mayor decisión y energía los
ilícitos de carácter económico y la corrupción donde se encuentre”.
—Porque plantea la “redistribución de la tierra buscando la máxima
producción por hectárea, mediante regímenes impositivos justos y técnicos y una
tenencia más racional, de manera de asegurar el acceso a la propiedad a quien
la trabaje”.
—Porque se pronuncia “por disposiciones que permitan combatir eficazmente
como sea posible los monopolios, instrumentando medidas que posibiliten la
mayor dispersión de la propiedad y un mayor control público, de los medios de
producción. Asegurar el interés obrero por impulsar y mejorar la producción,
arbitrando soluciones que permitan la participación de los mismos en la
dirección de las empresas, tanto en el sector público, como en el privado.”
—Porque se plantea en diversos puntos la elevación general del nivel de
vida de los trabajadores y de las capas populares (fuentes de trabajo, aumento
de la participación de los actuales sectores menos favorecidos en el ingreso
nacional, adecuada política de salarios y precios, etc.).
—Porque afirma la necesidad de “eliminar la deuda externa opresiva” y
orientarse por planes de desarrollo “con un mínimo de incidencia en la deuda
externa”, si bien los medios que se proponen para esa reducción o eliminación
los estimamos insuficientes.
—Porque expresa una opinión a favor de! cambio de la política crediticia,
dando preferencia a las pequeñas y medianas empresas y a las cooperativas de
producción.
—Porque plantea una serie de medidas de saneamiento en el servicio exterior
y en los entes autónomos para los que deben designarse a los hombres más
capaces sin criterio de cuota política además de plantear la participación de
las Fuerzas Armadas en todos los organismos concernientes a la seguridad y
soberanía nacional, y la participación de los obreros en las empresas del
sector público.
Creemos haber agrupado, sin entrar en mayores detalles y sin minimizar
otros puntos, los temas que nos parecen capitales en esta exposición de
objetivos.
Es indudable que estos puntos implican cambios de significación, y que
ellos están en contradicción con la realidad imperante: abdicación de la
soberanía nacional frente al imperialismo en múltiples problemas políticos y
económicos (incluyendo las imposiciones del Fondo Monetario Internacional);
negociados escandalosos de la rosca (banca, frigoríficos, grandes empresas
laneras, etc.) y de los grandes terratenientes; corrupción en los organismos
públicos; la mitad de la tierra en poder de 600 familias de latifundistas;
“reestructura” de la banca y la industria frigorífica favoreciendo a empresas
monopolistas dependientes de consorcios internacionales; drástica reducción del
nivel de vida de las capas populares y particularmente descenso del salario
real; una política crediticia en favor de los sectores privilegiados, del gran
capital, en perjuicio de la industria nacional y de los sectores medios de la
población; aumento de la deuda externa y “préstamos ligados” en favor de los
intereses de los imperialistas prestamistas; robo dé los dineros del pueblo en
escandalosos negociados (UTE, como el ejemplo más expresivo); reparto
politiquero en los entes autónomos, como lo encara el “pacto chico”; corrupción
y gastos excesivos en el servicio exterior (Pacheco, como ejemplo más gráfico),
etc., etc.
Es natural que a la oligarquía le disgusten estos objetivos. ¡Hablan de la
“defensa de las instituciones” que ellos han atacado y las han ido
transformando en cáscara vacía, cuando en realidad lo que temían es perder sus
inmensos ,privilegios! ¡El pueblo sí tiene derecho a hablar de democracia y no
los rosqueros ni los ministros empresarios ni los políticos corruptos, que sólo
han pensado en las Fuerzas Armadas como escudo de sus indecentes canonjías!
Sin duda hay problemas insuficientemente tratados o soslayados. Pero no
consideramos que las Fuerzas Armadas se propusieran en estos documentos agotar
el estudio de las soluciones a la actual realidad nacional, máxime que allí se
expresa que “tomaron conciencia plena de la problemática que afecta al país, a
través de su especial participación en el que hacer nacional ocurrida en el
último año”, pero creemos, sin embargo, que casi todos estos puntos forman
parte de la conciencia nacional de un cambio que, como dice el comunicado
publicado, sólo puede posibilitarse con la participación honesta de todos los
sectores del pueblo uruguayo, a fin de hacer realidad lo que el comunicado
llama el reencuentro de los orientales, recuperando los grandes valores morales
de aquellos que forjaron nuestra nacionalidad que, agregamos nosotros, han sido
groseramente pisoteados en los últimos tiempos por los equipos gobernantes.
Es claro que así como se plantea con claridad el problema de la tierra, se
podía precisar una definición antimperialista más acusada, para poder resolver
transformaciones estructurales que necesita nuestra patria. O que en el
problema de la deuda externa, podría plantearse la necesidad de ir al monopolio
de las divisas por parte del estado, para evitar un vaciamiento de la riqueza
nacional, que constituye una de las fuentes de dicha deuda, problema que se
toca con el de la banca, cuyo sistema actual es un verdadero cáncer para el
desarrollo nacional.
Asimismo, siendo la clase obrera una fuerza fundamental para lograr los
cambios que necesita la patria, hubiera sido conveniente precisar claramente la
preservación de los derechos sindicales, como, en general, el restablecimiento
de las libertades democráticas —comprendiendo la libertad de los presos sin
proceso— que tanto preocupa a los orientales, rudamente golpeados por la
política instaurada el 13 de junio de 1968.
Es cierto, ya fuera de los objetivos, que se precisan determinados
preceptos de actuación de las Fuerzas Armadas, entre ellos se establece
positivamente el mantener a las Fuerzas Armadas “al margen de los problemas
sindicales y estudiantiles”, aunque con una limitación injustificada. Es claro
que si no hay cambios en la vida nacional, los trabajadores y el conjunto del
pueblo lucharán con todas sus fuerzas. Y eso parece tan lógico como la propia
determinación de las Fuerzas Armadas en no desmayar en los objetivos expuestos
en Sus comunicados.
Entre estos preceptos se establece también desde el punto de vista
ideológico: “Proceder en todo momento de manera tal, de consolidar los ideales
democráticos republicanos en el seno de toda la población, como forma de evitar
la infiltración y captación de adeptos a las doctrinas y filosofías
marxistas-leninistas, incompatibles con nuestro tradicional estilo de vida”.
Se trata de un evidente error, que incluso se contradice con el
resto del documento, y que podría llevar a confusión a una gran parte de los
trabajadores, que se sentirán discriminados, en perjuicio de la mejor
comprensión de los objetivos de las Fuerzas Armadas, restringiendo su repercusión
en las masas. Si el proletariado tiene que integrar él proceso de cambios que
hay que hacer en la república, no se puede, incluso sin compartir el
marxismo-lenimismo, estirpar lo que se dice en el comunicado contra la doctrina
de la clase obrera.
Las Fuerzas Armadas deben reflexionar sobre este hecho: los
marxistas-leninistas, los comunistas, integrantes de la gran corriente del
Frente Amplio, estamos de acuerdo en lo esencial con las medidas expuestas por
las FF.AA. como salidas inmediatas para la situación que vive la república, y
por cierto no incompatibles: con la ideología de la clase obrera y sin
perjuicio de nuestros ideales finales de establecimiento de una sociedad
socialista. Y quien más combate al marxismo-leninismo, la rosca
oligárquica, se opone tenazmente al rumbo que se han fijado las FF.AA. El
marxismo-leninismo no es incompatible con los ideales democráticos y
republicanos ni con nuestro estilo de vida, si es el estilo de los patriotas de
Artigas. Es incompatible con aquellos “ideales” a la manera que los entendía
Pacheco y es incompatible con el estilo de vida de la oligarquía y de los
rosqueros.
Este error, sin minimizarlo, no invalida el concepto general que tenemos
del documento y estamos seguros que la conciencia de la clase obrera hará
posible que por encima del error, avance la comprensión mutua entre
los trabajadores y las Fuerzas Armadas, en la trascendente tarea de buscar los
mejores caminos para salvar la patria en la grave encrucijada en que se
encuentra.
Hoy, como siempre, creemos que para esta obra de auténtica recuperación
nacional se necesita el esfuerzo de todos los orientales honestos, sin
distinción de civiles y militares, con la única determinación de ser patriotas
y creer en el PUEBLO”.
(*) El Popular, diario oficial del Partido Comunista del Uruguay (PCU)
FUENTE: 7 días que conmovieron al Uruguay, Cuadernos de Marcha, Nº 68,
Montevideo, marzo de 1973
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