El onanismo
del lenguaje o la paja discursiva
Mantras sindicales
La fascinación por decir siempre lo mismo y repetir las
mismas frases como un mantra sagrado es moneda corriente en la militancia de
hoy día. El mundo ha cambiado y está en un cambio permanente y desde las
décadas pasadas las modas van y vienen. Ya entrado el siglo XXI esto se aceleró
a su máxima potencia, la fabulosa (o no) herramienta de internet y su
revolución comunicacional hace de un acontecimiento "importante" una
gota sumada a otra gota en el río de la cotidianidad. Para muchos militantes
los caminos ya están marcados y el fetiche del discurso arcaico es un apotegma
difícil de esquivar.
Para ver esto no hace falta ser un genio del pensamiento,
solo hace falta ver como siendo militantes a la antigua usanza, siguen
intentando nutrir las estructuras burocráticas de los burócratas (valga la
redundancia) enquistados en el poder sindical. ¿A qué se debe este
comportamiento? Puede haber muchas respuestas, pero una muy factible puede
tener que ver con el sentido de pertenencia. No olvidemos que los individuos
son capaces de soportar cualquier humillación con tal de pertenecer a algo.
Otro factor (no menos importante) puede ser un cierto
nihilismo* en el comportamiento de los individuos. No podemos dejar de pensar
en que una de las formas que tiene el nihilismo es una cierta quietud, una
falta de valor ético y moral, donde el mundo en el que nos movemos puede ser
"el peor de los mundos" pero aun así lo preferimos igual, preferimos
cualquier cosa antes que lo desconocido. En definitiva, el nihilismo militante
rechaza todo cambio abrupto, por considerarlo "irresponsable", aún si
está "irresponsabilidad " sea el único cambio que verdaderamente
pueda traer un cambio para las nuevas generaciones descreídas.
Entonces tenemos el sentido de pertenencia y el nihilismo como
factores endógenos y exógenos en la construcción del sujeto-militante-uruguayo,
el militante que "critica" la estructura burocrática y mafiosa, pero
hace lo imposible para que esta siga funcionando tal cual está, la idea de que
haciendo siempre lo mismo, pasarán cosas diferentes es un TOC (trastorno
obsesivo compulsivo) en muchos compañeros que tienen décadas en el movimiento
sindical. Esto se parece mucho a la persona que sabe que deja de fumar cuando
quiere, pues esa misma "capacidad" es la que precisamente hace que no
lo deje. ¡Y peor aún! no sentirá remordimiento por no hacerlo, siempre y cuando
repita como un mantra una y otra vez: “dejo cuando quiero”, en otras palabras;
todo universal se sostiene en una excepción.
En este presente del
sindicalista online, del revolucionario de internet y su antagónico, el
burócrata con chofer y gran sueldo, ambos se encuentran en un callejón sin
salida, uno por su repugnante obsecuencia hacia los gobiernos de turno,
patronales, etc. y el otro por su disociación entre su praxis y su discurso
(entre lo que dice y lo que hace) y su visión utópica y romántica de décadas
pasadas. Tenía razón Hanna Arendt cuando señaló que: "el sindicalismo
nunca fue revolucionario, ni lo será". Y tampoco se reinventa a sí mismo,
ha quedado atrapado en una lógica binaria de amigo-enemigo, la lógica del o
“estás conmigo o estás contra mí”. Y si a esto le sumamos la incapacidad de
pensar por nosotros mismos, el crimen… es casi perfecto.
Mauri
*Nihilismo: negación de toda creencia o todo principio
moral, religioso, político o social.
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