viernes, 17 de enero de 2020

¿Qué FUS queremos?

¿Qué FUS queremos?
Cuando las preguntas son un arma …
Hemos cometido, al parecer, un terrible crimen: preguntar cuántos afiliados tiene la FUS y solicitar respuestas sobre su balance financiero. Lo preguntamos como corresponde, por los mecanismos internos que corresponde, ejerciendo el legítimo derecho a saber y el deber de vigilar. Empleamos todos los caminos internos de la FUS, sin resultados. No hubo respuesta y eso es preocupante porque se incumple con el deber de brindar información vital para la legitimidad de los representantes que son electos en el Congreso de FUS. Haciendo una analogía, es lo mismo que no tener certeza sobre cuántos son los habilitados para votar en las elecciones nacionales. ¿Sería un escándalo no?
Desde APMU nos planteamos qué hacer ante esta cuestión no menor y luego de un sonoro silencio por parte de la FUS, decidimos suspender la cotización ─la cotización retenida asciende a casi 5 millones de pesos─ hasta obtener respuesta. No fue una decisión fácil, pero fue la única posible después de transitar los caminos orgánicos infructuosamente.
Después de haber suspendido la cotización, sí tuvimos respuesta, ¡vaya si la tuvimos!
Pero no fue la que esperábamos para poder conocer cuántos son los afiliados de la FUS, sino que en respuesta sobrevino un ataque furibundo sobre nuestro sindicato. Parece que el dinero es la frontera infranqueable, el límite de lo soportable. Es mucho decir de una estructura pretendidamente anticapitalista. Al silencio inicial le siguió una guerra oficialmente no declarada, pero no por ello menos intensa. Una y otra vez decenas de manos se levantaron para condenarnos. Dirección Nacional tras Dirección Nacional ─donde se reúnen las direcciones de los sindicatos de todo el país de la salud privada─ se aprobó por mayoría la suspensión del derecho a voto de APMU. Nunca se discutió el fondo de la cuestión, solamente se instó a aceptar que no habría respuesta, a volver a cotizar para no quedar afuera, para no quedar autoexcluidos. El manejo del lenguaje es surrealista y el mensaje claro: no se admiten dudas, solamente la obediencia. Hubo otro silencio atronador y fue el de muchos compañeros que vieron esta lucha como si fuera un partido de fútbol entre dos adversarios, en la comodidad de la crítica, pero con la complicidad de la acción.
 La lucha entre David y Goliat tiene de espectadores a buena parte del movimiento sindical al que no le es ajeno el enfrentamiento, pero que se excusa en una autonomía sindical para dejar que una estructura burocrática, que ejerce un poder sin control, aplaste reclamos legítimos. Estamos en una difícil encrucijada, entre hacer lo fácil o hacer lo correcto.
Hacer lo correcto en un mundo donde el fin justifica los medios es, por decir lo menos, demodé. Lo fácil sería mandarle el dinero a la FUS sin cuestionar su accionar y entonces podríamos seguir nuestro camino sin piedras a cada momento.
Es lo más fácil sin duda alguna, pero sabiendo que ya no contamos con el alivio de la ignorancia, nos volveríamos cómplices.
 Todos luchamos para ganar, pero hay algunas batallas que se ganan solamente por librarlas, por hacerlas.
Son batallas muy especiales, las que se hacen por nuestros valores, por nuestras creencias, las que se hacen para dejar una huella donde otros edificarán un mejor mundo. Desde APMU estamos dando una batalla por mejorar nuestro sindicato, pero también por mejorar la FUS y el PIT-CNT.
El resultado de esta batalla es incierto, pero en ella se libra qué FUS queremos y, más ampliamente, qué tipo de sindicalismo es el necesario para la edificación un mundo más justo y solidario, un mundo más vivible, más humano.
El hombre se transformó en hombre preguntando, cuestionando.
Hace muchísimo tiempo atrás se condenó a muerte a un hombre por preguntar con la acusación de atentar contra los dioses de la ciudad, atentar contra las normas establecidas.
Ese hombre fue Sócrates, el que antes de traicionarse a sí mismo, bebió la cicuta abrazando no la muerte, sino otra forma de vida.
 Quizá porque si hubiese aceptado la salida más fácil, la de huir, habría perdido más que la vida, habría perdido su alma.
 Rosalba Hunter

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