sábado, 31 de octubre de 2015

EL DERRUMBE DEL progresismo

Lula defendió el ajuste y justificó que se esté haciendo lo contrario a lo que se prometió

Crisis brasileña
El ex presidente le reclamó al PT que no pida la renuncia del ministro de Hacienda. Afirmó que las circunstancias cambiaron. “Ganamos con una propuesta pero tuvimos que hacer lo que dijimos que no haríamos”.



Lula “dixit” y el Partido de los Trabajadores aceptó. Para el ex presidente “ahora es el momento de dar respaldo a las medidas para el ajuste” que decidió la presidenta Dilma Rousseff, por demanda de su ministro de Hacienda Joaquim Levy. La agrupación había pedido a comienzos de octubre la cabeza del funcionario, luego de criticar ferozmente su estrategia económica. Pero la embestida se terminó  cuando la dirección del PT, en una reunión cumbre de todas sus tendencias, acordó por mayoría acallar las protestas contra el paquete económico más impopular de los últimos 12 años.
El discurso de Lula da Silva no dejó margen para el debate. Primero, admitió que la presidenta brasileña había vencido las elecciones con un discurso anti-ajuste; pero las circunstancias la obligaron a dejar su compromiso de lado. “Ganamos con una propuesta y luego tuvimos que hacer lo que habíamos dicho que no haríamos”. Para Lula, esto provocó “apoyar un ajuste que era necesario provocó un gran problema político en nuestra base”.
Lo cierto es que la resolución de la cúpula del PT, conseguida con una aprobación de 47 votos a favor y 26 en contra (estos últimos de las seis tendencias de izquierda de la organización) ni siquiera hizo una mención a la eventual salida de Levy. Apenas criticó puntualmente algunos ejes de la política del ministro. 
Lo que pesó, sobre las cabezas del PT, no fue en verdad una convicción de que tal estrategia es precisa para el desarrollo económico futuro. En verdad, lo que gravitó fue la conciencia de que la crisis del gobierno de Dilma no puede continuar. Fue esto lo que conversaron Rousseff y Lula, en una cena que la presidenta ofreció en el Palacio de la Alvorada el mismo jueves por la noche. En esa cita estaban, también, los principales ministros del gabinete: el titular de la Casa Civil Jaques Wagner; el secretario general del Gobierno Ricardo Berzoini y el presidente del PT Rui Falcao.
La “paz” con el titular de Hacienda, sentenciada antes de ayer, colisiona con las tesis defendidas inclusive por el propio Lula quien dijo hace diez días que Levy tenía “plazo de validez”. Pero, según el propio ex presidente, hoy existe una dificultad: “Se llama confianza. No es  cuestión de gritar fuera Levy como antes se gritaba Fuera FMI. Ahora hay que aumentar la confianza para luego hacer cambios en la economía”. Confesó también su creencia en que “nadie más que ella podrá arreglar la economía rápidamente. Dilma lo necesita y sabe que es importante, que es la única manera de recuperar el prestigio que tuvo el PT”. De hecho, tal como informó oficialmente la propia agrupación, esta puso el foco en “exigir la reintroducción de un impuesto (la contribución provisora al movimiento financiero) y otras iniciativas que puedan reformar, de forma progresiva, el sistema de tributación brasileña para preservar los programas sociales”. Dejando a un costado cualquier exceso de vocabulario, reclamó “la reducción de gastos financieros, a través de una reducción paulatina de las tasas de interés” que gravan pesadamente la economía, y que son la causa fundamental del tremendo déficit fiscal que corroe al gobierno.
De las corrientes petistas, hubo media docena que propuso exigir cambios radicales en los rumbos del Ejecutivo. Entienden que lo central pasa “por generar empleo y recomponer salarios”. Para estos sectores, Dilma es una “conversa” de última hora a la filosofía económica desplegada por los dueños de los bancos. Entienden que no hay mejora de la situación si se insiste en políticas macro que fueron precisamente rechazadas durante toda la campaña del PT de 2014.
Pero, lo cierto es que la izquierda del partido perdió por goleada, en gran medida por obra y gracia de la acción de Lula da Silva, más preocupado por preservar la estabilidad gubernamental que por continuar con “recetas desarrollistas”. También es verdad que influye en esto su propia situación personal. No por acaso, la propia dirección del PT denunció, en su resolución del jueves, que el ex presidente es blanco de “sabotaje político” de la oposición, con denuncias que afectan a uno de sus hijos. 

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