Una larga entrega
Una investigación de Nadia Amesti y Luciano Costabel para Brecha da cuenta del proceso de recolonización del país, con la extranjerización de buena parte de la tierra productiva y la cadena agroindustrial.
Según este informe , el total de la celulosa , el 60% de la madera y sus productos derivados ,el 72% del Arroz , el 64% de la Soja y el 63% de la carne que “produce este País se exporta y factura en beneficio de firmas foráneas”.
Este proceso de reprimarizacion ,aumento del latifundio y extranjerización es una verdadera política de estado , comenzando con las leyes forestales , el impulso a las zonas francas ,etc. en los gobiernos Blancos y colorados y lleno a la decidida política de los gobiernos frenteamplistas en dar entrada a los transgénicos y agrotoxicos y el impulso a la instalación de nuevas pasteras.
El gobierno de Lacalle Pou ha hecho honor a esta política de Estado dando impulso a la instalación de la segunda planta de UPM y ratificando un contrato colonial con los finlandeses.
Las chicanas y ataques entre progres y multicolores solo pretenden disfrazar este acuerdo de fondo.
ANCHO Y AJENO
El informe de Brecha señala que ya en 2018 “…bajo diferentes figuras jurídicas, 31 conglomerados extranjeros explotaban
más de 1,8 millones de hectáreas en territorio uruguayo, un 11 por ciento del
total de tierras productivas del país, lo que equivale a una superficie mayor a
la ocupada por el departamento de Tacuarembó.
Dentro de
ese listado se destacan las empresas dedicadas a la forestación. Mediante
diversas subsidiarias uruguayas, seis grupos extranjeros suman más de
920 mil hectáreas, lo que representa un 70 por ciento del área total ocupada
por esta actividad en 2018. Las empresas más importantes en tenencia
de tierra son las vinculadas a las plantas de celulosa instaladas en nuestro
país. UPM (Finlandia) y Montes del Plata (joint
venture entre Arauco, de capitales chilenos, y Stora Enso, de capitales
sueco-finlandeses) poseen 255 mil y 246 mil hectáreas,
respectivamente. Además, UPM suma otras 110 mil, a través de arrendamiento. Le
siguen en superficie el fondo de inversión estadounidense Global Forest
Partners, que es propietario de unas 140 mil hectáreas, y el banco de
inversión brasileño BTG Pactual TIG, uno de los más grandes de Latinoamérica,
con 120 mil hectáreas, por medio de la empresa forestal LUMIN (ex-Weyerhaeuser).
Asimismo, se
confirmó que de los 31 conglomerados relevados, 12 tienen su origen en Brasil,
Argentina y Chile, y nueve en Europa (Islas Vírgenes Británicas, Luxemburgo,
Dinamarca, España, Francia, Finlandia y Suecia). Además, se observó una fuerte
presencia de inversiones con origen en Estados Unidos, China, Singapur y Japón.”
Esta
extranjerización se ha acelerado en estos años a medida que crece la necesidad
de las pasteras de más materia prima, la forestación avanza sobre los cultivos
tradicionales ganando nuevas aéreas.
Este
crecimiento se da con cifras en el informe: “Los cambios en la propiedad de
la tierra producidos en los últimos años son evidentes. Según el Censo
General Agropecuario realizado por el MGAP (2011), en el año 2000 los
propietarios (personas físicas) de nacionalidad uruguaya controlaban el 90,4
por ciento de la superficie productiva, pero en 2011 sólo lo hacían sobre el
53,9 por ciento.
Al mismo
tiempo, buena parte de la tierra pasaba a ser poseída por sociedades, la
mayoría de ellas anónimas, que pasaron de disponer del 1 por ciento del
territorio a controlar el 43,1. Si bien no es posible establecer que
todas las sociedades anónimas sean extranjeras, los investigadores Gabriel
Oyhantçabal e Ignacio Narbondo sostienen que, durante ese período, por lo menos
el 20 por ciento de las tierras transadas en el mercado (más de 1,5 millones de
hectáreas) fue a parar a manos de extranjeros por esta vía.”
Pero este
proceso no se limita a la tierra, como señalábamos mas arriba la
extranjerización abarca el proceso
industrial. “Paralelamente a la llegada
de capitales transnacionales orientados a la compra de tierras, en los últimos
15 años se observó un proceso de extranjerización en la fase industrial
y comercial de los principales sectores agropecuarios del país. Según
un documento elaborado por el Departamento de Inteligencia Competitiva de
Uruguay XXI, en 2003 las empresas extranjeras tenían una participación
del 24 por ciento en las exportaciones de bienes en nuestro país, mientras que
en 2018 la cifra ascendió al 70 por ciento.”
“Finalmente, a partir de 2006 se
inició un intenso proceso de concentración por parte de capitales
extranjeros en la fase industrial del sector cárnico uruguayo, mediante
la fusión y adquisición de los principales frigoríficos del país. Según se
explica en el documento elaborado por Uruguay XXI, en este rubro resulta más
sencillo adquirir una empresa instalada que satisfacer los requerimientos
necesarios para instalar una nueva planta, además de que existe poco margen
para instalar nuevos establecimientos de gran porte.
Para
comprender el impacto de este proceso, se hizo una comparación entre las
principales empresas exportadoras de carne bovina entre 2004 y 2018, de la que
surge que, mientras en 2004 la participación de empresas extranjeras en el
total exportado era de 26 por ciento, en 2018 el guarismo ascendió a 63.
Sumado a ello, cinco de los 11 frigoríficos pertenecientes a capitales
nacionales en 2004 habían pasado, en 2018, a manos extranjeras.
La mayoría
de las empresas que cambiaron de propiedad durante ese período fueron
adquiridas por dos grupos económicos brasileños. Actualmente, el grupo Marfrig
(frigoríficos Tacuarembó SA, Inaler SA, Establecimientos Colonia SA y Cledinor
SA) y el grupo Minerva Foods (frigoríficos Canelones SA, Matadero Carrasco SA y
PUL SA) poseen siete frigoríficos en Uruguay que en 2018 exportaron el 46 por
ciento del total de carne bovina del país.”.
Este proceso
sumado a los buenos precios internacionales de la Soja permitió en algún
momento sostener un crecimiento falso mientras el País se empobrecía y
transformaba en una moderna colonia. El debate sobre la propiedad de la tierra
y la necesaria reforma agraria adquiere una enorme vigencia.
MAGO
«La tierra es de la nación», decía
en 2009 José Mujica, quien sería electo presidente ese año. Sin embargo, una
década después, el agro uruguayo se resume en la imagen de un campo cada vez
más despoblado, de grandes superficies y actores fantasmas, donde las
decisiones sobre qué producir y cómo hacerlo son tomadas por grupos extranjeros
que controlan los factores de toda la cadena productiva y la regulan según la
infalible lógica del mercado internacional. Quienes invierten, también
extranjeros, especulan con los resultados a futuro, algunos de ellos para pagar
becas universitarias o pensiones, otros, directamente, para capitalizar sus
reservas nacionales y, de paso, tener el poder para incidir en la soberanía de
un país ajeno.
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