CAPITALISMO
El
análisis de Slavoj Žižek sobre el capitalismo contemporáneo plantea una
reflexión profunda sobre cómo este sistema ha evolucionado y adaptado sus
estrategias para perpetuar su propia existencia. En lugar de depender de una
ideología que requiera la fe ciega de sus participantes, el capitalismo actual
parece haber encontrado una forma más sofisticada de operar: no necesita que
creas en él, solo que actúes como si lo hicieras. Esta paradoja se revela en
una sociedad donde, a pesar de la conciencia crítica, las acciones cotidianas
son, en gran medida, una reafirmación del mismo sistema que se critica.
La premisa de Žižek se
basa en la idea de que, aunque hoy contamos con un conocimiento más completo
sobre la explotación y la injusticia inherentes al capitalismo, nuestra
respuesta no es necesariamente la resistencia, sino una aceptación irónica.
Sabemos que nuestros teléfonos fueron fabricados en condiciones laborales
inhumanas, que las empresas que nos emplean son responsables de la contaminación,
y que nuestras elecciones de consumo contribuyen al deterioro del medio
ambiente. Sin embargo, continuamos participando en este sistema, no por
ignorancia, sino por una especie de complicidad consciente.
Para entender cómo
llegamos a este punto, es fundamental explorar el concepto de “falsa
conciencia” en el contexto del marxismo clásico. Antiguamente, se pensaba que
la clase trabajadora estaba atrapada en una ilusión que la mantenía en la
ignorancia sobre su propia explotación. La estrategia de la izquierda en ese
tiempo era clara: educar y concienciar a los trabajadores sobre la naturaleza
de su opresión. Sin embargo, la realidad ha cambiado. En la actualidad, la
información está al alcance de todos, y en lugar de una revelación que impulse
el cambio, hemos desarrollado una “conciencia cínica" en la que somos
plenamente conscientes de las contradicciones del sistema, pero elegimos no
actuar en consecuencia.
Este fenómeno se
manifiesta en una especie de disfrute perverso: el acto de consumir algo que
sabemos que es perjudicial se convierte en una forma de goce. La compra de un
producto que sabemos que contribuye a la destrucción del comercio local o al
daño ambiental puede generar una satisfacción ambigua, una mezcla de placer y
culpa que refuerza nuestra complicidad. Este comportamiento se convierte en
parte de la dinámica del capitalismo, donde la crítica a menudo se transforma
en una forma de participación activa en el mismo sistema que criticamos.
Žižek sugiere que esta
contradicción es clave para entender el funcionamiento del capitalismo moderno.
Al aceptar la hipocresía de nuestras acciones, en lugar de rebelarnos contra el
sistema, nos convertimos en motores de su reproducción. La crítica se convierte
en un componente del consumo, y lo que podría haber sido un llamado a la acción
se diluye en una aceptación resignada. En este contexto, el capitalismo no solo
se sostiene, sino que florece a través de nuestra propia conciencia crítica.
En conclusión, la
reflexión de Žižek sobre la relación entre el capitalismo y la conciencia
contemporánea es un recordatorio perturbador de cómo las dinámicas de poder y
consumo han evolucionado. En lugar de ser una mera cuestión de ignorancia, la
complicidad consciente se convierte en un fenómeno que desafía nuestras
nociones de ética y responsabilidad. El desafío radica en reconectar esa
conciencia crítica con la acción, transformando el conocimiento en un motor de
cambio real, en lugar de un simple espectador de la propia opresión.
MAURICIO MOREIRA
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