domingo, 29 de diciembre de 2024

“Las apariencias engañan “

 

LAS APARIENCIAS,  LOS ENGAÑOS Y LA VERDAD DE LA MILANESA

“Las apariencias engañan “(proverbio popular)

 

Como todo en este mundo, también las elecciones que acabamos de sortear surgen ante nuestros pecadores ojos con apariencias muy diversas,  llenas de paradojas y contrasentidos, inmersos como estamos  en el  bullicio mediático omnipresente que nos aprisiona.

Mostradas y ocultadas a la vez en el mismo espectáculo  banal  , ( marca registrada  de aquél  Ministerio de la Verdad orwelliano ),parecen volvérsela la postre , otra fantasmática aparición más ,desencontrada a lo largo del camino de nuestro peregrinar perceptual cotidiano .

¿Qué nos queda entre los dedos?

Balances  complacientes , empeñados en vocear los lugares comunes de una “realidad  nacional” impuesta a fuerza de porcentajes, promedios , equilibrios  macroeconómicos, “ grados inversores “ ,exoneraciones fiscales  , inversiones extranjeras directas  - que nunca acaban de llegar en montos suficientes - , líneas de pobreza … -ficción neoliberal compartida  y construida por el discurso de los candidatos del sistema, ( como si fueran  hermanos siameses ), que no logra ocultar , al final del día ,la amarga confrontación de intereses materiales y espirituales antagónicos propios de una sociedad dividida en clases , que es lo que somos.

Eso es lo que queda.

Este conflicto de base entra una y otra vez  a  escena, y también, naturalmente, apareció  en la última elección, como elefante en bazar de porcelana,  bajo la forma de plebiscito jubilatorio.

Mal que les pese a quienes acunan el engendro angelical del  diálogo social y la conciliación de clases como engañabobos  todoterreno, este invitado de piedra  no sólo estuvo a la mesa sino que ,a pesar de esforzar sus modales, rompió inopinadamente preciadas vajillas  ( herencia de esa abuelita  llamada “como el Uruguay no hay “y “ naides es  más que naides “) que ,  en el festín de la primera vuelta ,acabó dejándole mal sabor de boca a  más de un encumbrado anfitrión ,quienes , por añadidura , debieron encajar malestares generalizados cuyos indeseados efectos persisten hasta  el  día de hoy.

Estas elites mimetizan como  “ oportunidades de mercado “ su descarada abdicación de  soberanía ante la oligarquía global  en guerra por el reparto de nuevos mercados  y materias primas , que traen mayor endeudamiento, destrucción de prestaciones sociales , precariedad laboral  ,extracción salvaje de recursos naturales para el complejo industrial militar global ,con los  previsibles daños ambientales  y -“ last but not least “-, extracción ampliada de plusvalor al trabajo humano, de abajo hacia arriba ,que es la regla por antonomasia del orden basado en reglas impuesto  por la dictadura de los pocos cientos de mil millonarios  y sus corporaciones en todo el planeta.

Acá por casa ,aún a costa de justificar y normalizar el genocidio en- line, como en Gaza ,el intervencionismo militar descarado y saqueador, como en Siria; del bloqueo criminal y sedicioso a países soberanos , como en Cuba y Venezuela ,las elites burguesas y las filas progresistas  institucionalistas componen sus voces en el coro consensual del acuerdo democrático para  abrir el país a los mercados, mantra supremo tanto del progresismo hoy a la moda como de la derecha oligárquica conservadora , ambos por igual tan neoliberales como colonizados.

Pero esa disputa subterránea ( precisamente por encontrarse  velada por las apariencias) que el discurso dominante oculta y desfigura , está destinada a mostrarse en toda su potencia  cuando todo esto ya no es aceptable  y  el descontento y la ira a causa de las malas  condiciones de vida brotan con   ímpetu plebeyo , tal como lo vivimos en la multitudinaria columna que afirmó el SI plebiscitario jubilatorio , contra el viento y la marea   del orden neoliberal esgrimido por las dirigencias político - partidarias mayoritarias.

 El escenario asume así expresiones inesperadas.

En efecto, la consolidación de una columna  poderosa en torno a las tres banderas levantadas por el trabajo en su disputa con el capital marcó a fuego la máscara de armonía que los maestros del artificio pintan diariamente al rostro del país, con el concurso de su poderosa fábrica mediática de opiniones, ilusiones y emociones sociales.

Edad mínima jubilatoria a los 60 años, equiparación de jubilaciones y pensiones más pobres al salario mínimo nacional y liquidación de las AFAPs, todas con rango constitucional, son las tres piedras en las que tropezaron, tropiezan y tropezarán los representantes del consenso político neoliberal corporativo, una y otra vez,  a causa de la naturaleza, insalvable  para sus intereses, del reclamo popular.

Las apariencias y los lugares comunes se esfuman cuando las luchas se desatan (producto de la crisis que el orden neoliberal ha generado en todos las esferas  de la vida social ), a pesar de los esfuerzos de la elite burguesa dominante por liquidarlas  y  a pesar de las maniobras del bloque  institucionalista progresista  por  neutralizarlas  y condicionarlas al marco  exclusivo de los objetivos parlamentaristas que pugnan por imponerle  al movimiento popular.

Basta haber observado con cierto detenimiento lo que ocurrió en las últimas elecciones  para constatarlo.

Al calor del plebiscito jubilatorio, el movimiento se las ingenió para hacer de lo poco, mucho.

Transformó el vacío del rechazo  que sufrió a manos de la elite burguesa y de los estados mayores partidarios progresistas – rabiosamente anti plebiscito -en un incansable trabajo hormiga que a la postre desafió al caudillaje gobiernista  ( 100.000  papeletas del SI  fueron ensobradas en votos de la coalición ) y aisló a las cúpulas progresistas con un contundente 70 % de los votos opositores , en una demostración pocas veces vista de autonomía y madurez política subjetiva y voluntad de imponer cambios radicales económicos y sociales con expresión constitucional .

Pero esto no fue todo.

Obtenida la victoria política en toda la línea, logró que sus adversarios  balbucearan propuestas y concesiones parciales, a realizar en el próximo gobierno  en su afán de neutralizar la potencia de las consignas plebiscitarias entre las grandes masas que las apoyaron.

Han intentado fórmulas a futuro  para mejorar las jubilaciones más pobres, a través de mecanismos progresivos   y de igual modo, proponen nebulosos retoques en el también escandaloso tema del aumento de la edad mínima jubilatoria.

Pero donde el cepo corporativo les impide la más mínima reacción, así sea para acomodar el cuerpo y componer la figura ante sus dubitativos votantes y su airado público plebiscitario, es en la cuestión de la vigencia de las AFAP y la extensión de las mismas, obligatoriamente, a todos los futuros jubilados. Esa es la joya de la corona  arrebatada al pueblo por parte del capital financiero corporativo.

  El futuro Presidente ha osado incluso mascullar una negativa a considerar el punto, porque el pueblo se habría pronunciado por el NO al respecto en el plebiscito.

Con este sofisma, el progresismo se embandera con una inexistente opción de rechazo, validando una de las trampas más despreciables del ordenamiento legal que regula estas instancias.

El ethos plebiscitario ha ordenado las filas de una columna vertebral multitudinaria de rechazo al orden neoliberal y permea el cuadro de las fuerzas populares en su alistamiento para enfrentar las ofensivas del capital, que se anuncian ya en el horizonte de la lucha de clases.

 

Este renacimiento seguirá su desarrollo y va a generar inéditas oportunidades de coordinación, de expresión territorial y de formas organizativas que, en la práctica, pugnarán por desplazar la influencia nefasta del progresismo  neoliberalizado, y del oportunismo  institucionalista, y se alineará paulatinamente tras un programa anticapitalista de perspectiva socialista  a medida que la confrontación y la resistencia a  la imposición corporativa se haga carne en las luchas populares.

La vida mostrará que  a pesar de que es posible obtener mejoras del poder adquisitivo a través de aumentos salariales y jubilatorios, la tendencia histórica de éstos es a una tasa decreciente progresiva, mientras que, por el otro lado, la acumulación de capital  y su consecuente concentración se realizan en forma creciente y acelerada.

La experiencia de los años progresistas así la demuestran.

El precio en devastación ambiental de tal desarrollo ya está claramente percibido por las grandes mayorías.

La devastación social producida por las exigencias de más informalidad, precariedad, uberización, sub ocupación  y seca desocupación estructural cuando no en pérdida de salario real – como en la última pandemia –exigidos por el capital concentrado unido al creciente endeudamiento de salarios y jubilaciones seguirá profundizándose, como ya está probado en la historia reciente. La plataforma sucinta, radical y directamente anticapitalista del Plebiscito jubilatorio choca directamente con los poderes que imponen tales tendencias empobrecedoras a  la gente.

 

Las apariencias engañarán cada vez menos y la lucha popular mostrará, como siempre, el camino correcto a tomar.

Esa es la verdad del milanesa.

T. L.

 

 

 

 

 

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