jueves, 8 de junio de 2023

La enfermedad holandesa 

 

Industria frigorífica 

La enfermedad holandesa 

 

Desde el punto de vista de un trabajador la industria frigorífica tiene alguna que otra debilidad y alguna que otra fortaleza. La debilidad es clave, el negocio está por encima de la necesidad de trabajar, se va detrás de los mercados y el proceso productivo es rehén de los mismos, sus tiempos son impredecibles para el trabajador. Su fortaleza es justamente la cantidad de mano de obra que se nececita para transformar la materia prima, mano de obra calificada. El trabajo manual sigue siendo de vital importancia para el desarrollo de la tarea, una tarea algo precaria y riesgosa en algunos aspectos pero favorable para la conservación de puestos de trabajo ante una tecnología exigua aún pero de inminente predominio a futuro.

Profundizemos en su debilidad. El negocio de la industria frigorífica es fundamental para el Uruguay, para la economía del país y de la que depende una gran cadena agroindustrial y comercial. Pero es un negocio que está cada vez más inmerso en una competencia global y regional concentrada en pocas manos. Donde la especulación debilita en gran medida la estabilidad de la actividad productiva por fuera de lo inherente al ciclo natural de su materia prima. Es un conjunto cada vez más complejo e incierto de factores naturales, financieros, estratégico comerciales e internacionales, y el último orejón del tarro el trabajador y su salario. Por otro lado los sindicatos, las dos federaciónes de la carne, la puja político-sindical, la imposibilidad de la unidad producto de intereses particulares, justificado por la magra intervención de la masa trabajadora inmersa en sus problemas locales, cómoda en su lugar de espectador. Todo hace parte de las dificultades que siembran la incertidumbre. 

Corroboremos alguna fortaleza. La primarización de la matriz productiva tiende a profundizar en los procesos tecnológicos que forman parte de la estrategia empresarial, sumado al concepto de "calidad de vida" que encierra para las sociedades del mundo una discusión válida que prescinde de los viejos métodos de trabajo. El sometimiento físico del trabajador de la industria frigorífica tiene en sus orígenes ribetes inhmunanos, es como imaginar una cadena de ensamblaje meramente manual, a tracción humana. Obviamente usar esa referencia hoy en día parece una exageración, ya que existe una maquinaria -aunque obsoleta en algunos casos- que nivela los tiempos de producción con la automatización necesaria. Las fábricas más modernas en Uruguay conservan un buen caudal de mano de obra, sumado a las exigencias del mercado que sopesan sobre los cambios y la modernización de los procesos de producción. Pero el trabajo manual en la industria frigorífica sigue siendo imprescindible para el proceso manofacturero.

En una economía pequeña en comparación con la región, es la carne el artículo estandarte en el escenario internacional para los intereses comerciales de Uruguay. Y no es una ocurrencia personal, es una definición país que trasciende los diferentes gobiernos. Los verdaderos grupos de poder que marcan los rumbos de las decisiones políticas y sus leyes están al frente de los commodities. En Uruguay el negocio de la carne fue por mucho tiempo nacional y por lo tanto regulado por el estado uruguayo. A raíz de las deficiencias en su gestión y el peso del modelo corporativo terminó declinando favorablemente a los inversores privados. Hoy en día hay mucho capital extranjero invertido generando una situación muy dispar entre frigoríficos, complejizando la posibilidad de lograr una simetría entre acuerdos, más haya de lo que enmarcan los consejos de salarios, cada enfrentamiento local entre partes tiene su propia entidad, su propio contexto difícil de abordar, sumado a la debilidad estructural organizativa que dificulta aún más la única herramienta de poder que tiene el trabajador, su asociación. Perjudicando su perfeccionamiento, retrocediendo en algunos casos. 

Es posible rebatir el comportamiento tan volatil que presenta la industria? Que la actividad mercantil sobre todo exógena deje de ser tan controversial para el trabajador? El modelo de sistema actual nos impide llegar con certezas. Pero seguramente haya en su lógica econometrica una interdependencia no deseada, ya que dentro de esta famosa "cadena virtuosa" somos la mano de obra el engranaje clave que da valor agregado a su mercancía, el que mantiene los estándares de calidad que habilitan nuevos mercados, por lo tanto gran parte de sus fortalezas. Más allá de los desafíos que se nos presentan es un trabajo que mantiene cierta estabilidad en cuanto a su fuente laboral, no está afectado aún por la persistente desindustrialización, pero sí sometido a los procesos tecnológico permanentes imposibles de frenar que transformarán el escenario actual. A nivel gremial, las nuevas formas de relaciones laborales nos han llevado a promover un tipo de dirigente sindical "full time" instruido en el oficio de representante profesional, con las mismas aspiraciones que un político en campaña. Aún así no podemos tener una mirada miope de la realidad colectiva y mucho menos ignorar el acervo histórico cultural que encierra este movimiento obrero de la carne, que en épocas algidas de conflictividad marco un rol preponderante en la legislatura uruguaya, algo que debemos reseñar cada vez que podamos.

 

Anael Cardozo de Assis

Trabajador del Frigorífico Carrasco

 

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