Paula Collazo: “Es muy preocupante que el hidrógeno verde se haga
con agua subterránea que debiera considerarse como una reserva
estratégica”
Publicado el 24 de junio de 2023
Escribe Camila Méndez en Agua
La
hidrogeóloga conversó con la diaria sobre por qué Uruguay “no tiene
tantas reservas de aguas subterráneas dulces como suele pensarse”, la
sobreexplotación de los acuíferos, la necesidad de declarar algunos de
ellos como reservas de agua subterránea protegida y los peligros de
crear hidrógeno verde a partir de este recurso.
¿La
crisis hídrica que vive nuestro país marcará un antes y un después en
la importancia que le otorgamos al agua dulce? Más allá de las posibles
respuestas a esta pregunta, es innegable que se quebró el mito de que
Uruguay posee fuentes inagotables de ese bien común. Más que nunca, es
necesario preservar su calidad y su cantidad en las diferentes formas
que se encuentra disponible.
En
este contexto, donde el agua que sale por las cañerías ya no es
potable, el agua subterránea se volvió protagonista en la discusión
pública como una de las posibles soluciones para el abastecimiento en la
zona metropolitana. Comenzaron a gestarse redes vecinales para
compartir la obtenida de pozos e incluso OSE realizó perforaciones en
varios puntos de Montevideo para abastecer hospitales. Sin embargo, “al
incrementarse la demanda de agua subterránea, empiezan los problemas, ya
que no está gestionada ni planificada”, dice Paula Collazo, doctora en
Ciencias Geológicas por la Universidad de Buenos Aires y responsable del
área de Recursos Hídricos Subterráneos del Instituto de Ciencias
Geológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.
Mis tiempos no son tus tiempos
“Al
igual que el agua superficial, el agua subterránea forma parte del
ciclo del agua y también se ve afectada por los prolongados períodos de
sequía, principalmente los acuíferos libres que se recargan directamente
con el agua de lluvia”, explica Collazo. “Un acuífero es una formación
geológica que tiene la capacidad de almacenar y de transmitir el agua,
que puede ser extraída por medio de pozos. Una de las diferencias
principales con el agua superficial son los tiempos muy lentos de
circulación dentro del acuífero. Hablamos de días, meses, años y hasta
siglos para que el agua pueda recorrer apenas unos metros”, prosigue.
Según
señala, cuando la explotación es intensiva y la recarga no compensa la
extracción, se empiezan a utilizar las reservas del acuífero y se está
frente a una situación de déficit hídrico. En estos casos, aunque se
produjera un cese en la extracción, la recuperación podría tardar
decenas de años. Por esta razón, el agua subterránea es considerada “un
recurso no renovable en la inmediatez”. Este punto será clave cuando más
adelante hablemos del hidrógeno verde.
La
investigadora señala que los acuíferos más estudiados de Uruguay son
Raigón, Chuy, Mercedes, Guaraní, Salto y Arapey. “Se estudian para
determinar sus características hidráulicas y químicas porque son los
acuíferos más productivos que tiene el país, los más explotados. La
mayoría de ellos presenta anomalías en algunos elementos como arsénico,
hierro u orgánicos como nitratos. También son los más vulnerables a la
contaminación cuando se encuentran como acuíferos libres”, apunta. Pero,
¿quiénes son los principales consumidores? Collazo relata que se trata
de la agricultura, que utiliza entre el 70% y el 80%.
Aquí
se suma una nueva dimensión para comprender el agua subterránea: “La
contaminación se identifica muchos años después debido a los lentos
tiempos de circulación”. “Es fundamental contar con monitoreos continuos
en los principales acuíferos del país que puedan mostrar si estamos
frente a un agotamiento de las reservas o si estamos frente a
contaminación. La única forma de ver estos cambios es a través de datos
hidráulicos y químicos que tienen que ser sistemáticos, acompañando las
épocas lluviosas y secas. Al día de hoy se generan datos en algunos
acuíferos, pero son discontinuos y no se observan las variaciones
importantes del sistema”, describe. Consultada sobre cuáles son los
orígenes de la contaminación de los acuíferos en la actualidad,
manifestó que el “nitrato es el principal contaminante del agua
subterránea”.
“Generalmente
son contaminaciones puntuales, pero en muchos casos ya es una
contaminación difusa. El nitrato evidencia una contaminación de tipo
orgánico, generalmente por malas prácticas en tambos, feedlots, por uso
intensivo de agroquímicos, pozos negros. Hay valores que son muy altos y
sobrepasan el límite máximo permitido por la norma Unit 833/08”,
complementa. Por otro lado, expresa que en varios acuíferos del país
también se han detectado “altas concentraciones de arsénico, que es un
metaloide tóxico y que pone en riesgo la salud de quien lo consume”.
Collazo
sostiene que “falta gestión del agua subterránea” y que muchas veces en
el ámbito político no se entiende la complejidad de su estudio. “El
político quiere datos ya, para tener resultados y mostrarlos, y a veces
no se puede. Tan importante como tener datos es comprender que los
tiempos del agua subterránea son otros”, agrega, indicando que para su
gestión “se necesitan tiempos largos”.
Otro
punto donde considera débil la gestión es en la falta de controles a
las solicitudes de derecho del uso del agua que otorga la Dirección
Nacional de Aguas (Dinagua). “Cuando el destino del agua es riego o
industria, se tiene que solicitar un permiso para perforar y después una
solicitud de derecho de uso del agua, que se otorga por diez años y
tiene un volumen de agua por año establecido. Pero ¿cómo se controla ese
volumen? En un acuífero intensamente explotado como el Raigón, ¿hasta
cuándo se pueden conceder derechos de uso del agua y cuáles son los
volúmenes a otorgar? Tienen que otorgarse de acuerdo con el gasto, con
las reservas del acuífero y los usos, siempre siendo la prioridad el
abastecimiento humano. Esto no se hace”, resalta. Suma que existe “un
elevado número de pozos sin registrar, por lo que se desconoce el
volumen de agua extraído de ellos”, así como también hay “perforadores
individuales que no cuentan con licencia de perforar, pero que
igualmente realizan pozos que luego colapsan o se contaminan por no
contar con la supervisión técnica necesaria e imprescindible que se
exige para poder estar registrado”. Asimismo, reconoce que para llevar
adelante las medidas de fiscalización se necesita “fortalecimiento de
recursos humanos, mayor capacitación y aumento de recursos económicos
que se tienen que verter a la gestión”.
No hay soluciones mágicas
En
2016, el hidrogeólogo Gustavo Popelka propuso en una entrevista con En
Perspectiva comenzar a tomar agua del acuífero que está debajo del río
Santa Lucía. Esta medida fue puesta nuevamente en el debate público
debido a la crisis hídrica actual. Sin embargo, puede que no sea una
buena idea llevarla adelante sin estudios previos. “Se trata de un
acuífero que se denomina como aluvial. El agua subterránea de allí forma
parte del ecosistema del río. El agua subterránea y el agua superficial
están conectadas hidráulicamente. Explotarlo implicaría modificar este
ecosistema, con el riesgo de reducir o eliminar en su totalidad el
aporte que actualmente tiene hacia el río”, explica Collazo.
Paula Collazo.
Paula Collazo.
Foto: Alessandro Maradei
A
su vez, indica que para determinar si es “factible” explotar el aluvial
sin perjudicar el ecosistema del río es fundamental “generar un modelo
hidrogeológico conceptual de funcionamiento que contemple el recurso de
forma integral”. De no hacerse, sería un “gran error”, dice, y advierte:
“Actualmente, el agua subterránea está aportando agua al río Santa
Lucía. Si se empieza a perforar o explotar sin considerar cuál va a ser
el impacto sobre el sistema sería muy peligroso”. Sin embargo, resalta
que cerca de Aguas Corrientes se encuentra el sistema acuífero Joanicó,
con caudales importantes de hasta 40.000 litros/hora, aunque aclara que,
de todas formas, el agua subterránea “no puede ser la fuente primordial
de abastecimiento” para la zona metropolitana. “No vamos a poder
abastecer todo Montevideo con este recurso. Para 300.000 personas
necesitaríamos 85 pozos, suponiendo que todos tuvieran un caudal de
40.000 litros/hora, y conseguir esta cantidad con estas características
es sumamente difícil”, describe. Aquí tenemos otra razón para cuidar
nuestro río superficial.
Acuíferos protegidos
El
sistema acuífero Guaraní abarca el territorio de Argentina, Brasil,
Paraguay y Uruguay. “El Guaraní es una sucesión de formaciones, con
distintas edades, que constituyen un sistema acuífero. Tiene un área
aflorante, que es la faja que va desde Rivera hasta Tacuarembó, y una
zona confinada que está por debajo de los basaltos de la Formación
Arapey. La zona aflorante es el área de recarga, es la parte más
vulnerable a la contaminación, porque no tiene ninguna otra formación
arriba que la proteja”, cuenta Collazo. Para la investigadora, esta
delicada zona debería tener una protección especial e ingresar como zona
protegida.
“Las masas de
agua también se protegen. España tiene reservas de agua subterráneas
declaradas reservas protegidas. Sería una herramienta de gestión, que se
debería incluir en el Plan Nacional de Aguas, y podría regular cuáles
son las actividades que están permitidas en el área y cuáles no.
Declarar como reserva hidrológica al acuífero Guaraní es algo que no
está planteado y estaría bueno ponerlo en discusión”, señala. Un dato no
menor es que Artigas, Tranqueras y Rivera se abastecen de agua potable a
partir de esta fuente, por lo que “se estaría protegiendo el
abastecimiento humano de más de 150.000 personas”. A su vez, recuerda
que cuando un acuífero se contamina, “su recuperación es muy difícil,
además de costosa”. “Es más fácil prevenir que después tratar de
recuperar una reserva de agua dulce que estamos poniendo en peligro”,
suma.
No es renovable en la inmediatez
En
el mundo son varios los actores que proponen al hidrógeno verde como
una de las promesas para que los países puedan cumplir con las metas de
descarbonización asumidas en ámbitos internacionales para frenar el
cambio climático. Este combustible se consigue a partir de energías
renovables y la electrólisis de agua. En nuestro país, la compañía
alemana Enertrag presentó ante el Ministerio de Ambiente la viabilidad
ambiental de localización de un proyecto que busca instalar una planta
de hidrógeno verde y “derivados, principalmente metanol”, según se
expone en el documento enviado a las autoridades.
Estaría
ubicada en la localidad de Tambores, cuya administración es compartida
por los departamentos de Paysandú y Tacuarembó. Uno de los puntos que ha
generado mayor preocupación a los vecinos y vecinas del lugar es el
volumen de agua que utilizaría. Según la empresa, estiman que extraerán
entre “500 y 700” metros cúbicos por día. Para ayudar a dimensionar la
cifra, un metro cúbico de agua equivale a 1.000 litros. Prevén hacer
perforaciones para obtener agua subterránea, aunque su reservorio podría
ser “complementado” con cursos superficiales. “La zona presenta
abundantes recursos hídricos, en particular, agua subterránea
proveniente del acuífero Guaraní, capaces de abastecer la planta de
hidrógeno sin afectar otros usos del recurso”, dice Enertrag.
Collazo
comienza aclarando que, en realidad, Uruguay “no tiene tantas reservas
de agua dulce subterráneas como suele pensarse”. “Cuanto menor es la
salinidad del agua subterránea, menos son los procesos para alcanzar el
agua pura que requiere el electrolizador. Me parece muy peligroso abrir
esta puerta cuando nuestro país tiene una inmadurez enorme en lo que
refiere a la conservación y protección de los recursos hídricos
subterráneos. Es muy preocupante que el hidrógeno se haga con agua
subterránea, en vez de considerarla como una reserva estratégica y
recurso natural de vital importancia para el abastecimiento humano rural
y urbano”, afirma.
Para la
investigadora, de aprobarse la iniciativa, Uruguay otorgaría a Enertrag
“nuestros mejores recursos de agua dulce, potable” y quedaría demostrado
que el país “no tiene estrategias de conservación ni protección de
aguas subterráneas”. “Estamos viviendo los efectos del cambio climático,
sequías más prolongadas, que van a ir comprometiendo cada vez más los
recursos hídricos superficiales y subterráneos. No es lógico comprometer
el futuro de las reservas”, cuestiona.
Collazo
hace énfasis en la importancia de la academia para “avanzar en el
conocimiento científico de los recursos hídricos subterráneos del país”
así como en la necesidad de que las autoridades escuchen a la academia.
“La localidad de Tambores está siendo abastecida por el acuífero Arapey,
que es un acuífero fracturado y se encuentra por encima del Guaraní,
confinándolo. Del mismo acuífero se sacará agua para generar el
hidrógeno (15%) y el e-metanol (85%). Se desconoce cuánto perforarán el
Guaraní, si explotarán los dos acuíferos o sólo uno y qué volumen de
agua efectivamente utilizarán”, apunta Collazo. Asimismo, advierte que
“el mayor riesgo es que no se habla claro. Este hidrógeno verde es verde
solamente porque utiliza energía renovable. El agua subterránea no es
renovable en la inmediatez. Si no se gestiona bien y la extracción
supera la recarga, la renovación podría tardar decenas de años”,
advierte.
Por ello, Collazo
considera que emprendimientos como el que se pretende instalar en
Tambores deberían “evaluarse estratégicamente, sin poner en riesgo las
reservas de agua dulce con las que cuenta el país, principalmente las
que se destinan para abastecimiento humano”. “Estos proyectos no sólo
están presentes en Uruguay, sino también en otros países de América
Latina, donde la problemática dependerá del tipo de fuente de agua a
utilizar y el grado de avance en la gestión de los recursos que tenga
cada país”, sostiene y señala que, por ejemplo, en Chile, que cuenta con
una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, “varios proyectos apuntan a
la desalinización de agua de mar”.
La
investigadora resalta que cuando se habla de este combustible, nunca se
menciona de dónde se tomará el agua, su materia prima. El caso más
reciente es la planta que tendrá lugar en Paysandú y será realizada por
HIF Global. La inversión fue anunciada por el presidente de la
República, Luis Lacalle Pou, pero no se detalló de qué lugar se tomará
el agua para elaborar el hidrógeno verde. En la misma línea, Collazo
cuenta que en la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde que elaboró el
Ministerio de Industria, Energía y Minería “no se habla de agua
subterránea”. Ni una sola vez aparece la mención. “Se puede pensar que
si no se habla del agua subterránea es porque no se va a producir a
partir de ella. Sería lo lógico, pero sin embargo lo están planteando
proyectos que impulsan. ¿Es tal el desconocimiento del agua subterránea
que lleva al poder político a olvidarse o cuál es la lectura? Son cosas
que se deberían decir. El hidrógeno verde se hace con agua que es un
recurso estratégico para el abastecimiento humano, tanto rural como
urbano. ¿Vamos a hacer hidrógeno con agua potable?”, cuestionó. No puede
haber una transición energética justa cuando lo que está en juego es la
soberanía sobre nuestros bienes comunes.
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