FRANCIA
LA SUBLEVACION DE LOS CHALECOS
AMARILLOS
La lucha callejera de los
chalecos amarillos ( Gilets Jaunes)Franceses lleva ya más de un
mes ; iniciada como una movida contra el aumento de los combustibles se ha ido
afianzando a pesar de la marcha atrás de Macron retirando los aumentos.
El movimiento parece superar la
comprensión de analistas y “pensadores” varios que van de anunciar una nueva
revolución francesa a ver maniobras de la derecha tras los chalecos. Pero el
conjunto de la clase política francesa se ha encolumnado detrás de la defensa
del status quo, desde la extrema derecha
a la izquierda que rechaza el “fuera Macron” que proclama la calle.
El movimiento de los chalecos
carece de una dirección unificada y ha ido avanzando con los hechos, desde el
primer reclamo que disparo la revuelta (la suba de combustibles) a otros más
variados referidos a la corrupción, los privilegios de los políticos hasta el “Macron dimission”. En el medio y en
la calle han confraternizado con sectores del movimiento obrero en lucha como
los enfermeros o la juventud de los secundarios. La CGT y el resto de las
burocracias sindicales se han puesto al principio en la vereda del frente para luego convocar
alguna tibia movilización a efectos de posicionares como interlocutor para el
gobierno.
Las causas de la combativa
movilización popular no hay que buscarla muy lejos, el país arrastra un
estancamiento económico, la desocupación está arriba del 10 % y la juventud de los barrios no encuentra
salida. El ejemplo de los chalecos amarillos ha repicado en Bélgica o Israel y
se suma a las movilizaciones en Hungría (contra la reforma laboral esclavista)
o España.
La bronca en las calles de estos
sectores, clase media, estudiantes, trabajadores precarizados, desocupados,
etc. no tiene una dirección política
clara y coincide con un fuerte crecimiento de la ultra derecha de Le Pen en las
encuestas .La Izquierda revolucionaria (o que así se presenta) está casi al
margen y no ha logrado intervenir mientras observa el movimiento “amarillo” con
desconfianza. La clase obrera de las grandes fábricas, con una vasta tradición
combativa no ha empalmado con este movimiento
y la burocracia sindical ha hecho lo posible para evitarlo.
Si bien confían en que el
movimiento de los “Gilets Jaunes”tiene los días contados, los “jefes”
de la economía francesa y los políticos
del más diverso pelaje han temblado al ver los chalecos por los Champs-Élysées o
tomando la torre eiffel.
D.T
No hay comentarios:
Publicar un comentario