jueves, 10 de enero de 2019

Gilets Jaunes

FRANCIA
LA SUBLEVACION DE LOS CHALECOS AMARILLOS
La lucha callejera de los chalecos amarillos ( Gilets Jaunes)Franceses lleva ya más de un mes ; iniciada como una movida contra el aumento de los combustibles se ha ido afianzando a pesar de la marcha atrás de Macron retirando los aumentos.
El movimiento parece superar la comprensión de analistas y “pensadores” varios que van de anunciar una nueva revolución francesa a ver maniobras de la derecha tras los chalecos. Pero el conjunto de la clase política francesa se ha encolumnado detrás de la defensa del status quo, desde la extrema derecha  a la izquierda que rechaza el “fuera Macron” que proclama la calle.
El movimiento de los chalecos carece de una dirección unificada y ha ido avanzando con los hechos, desde el primer reclamo que disparo la revuelta (la suba de combustibles) a otros más variados referidos a la corrupción, los privilegios de los políticos  hasta el “Macron dimission”. En el medio y en la calle han confraternizado con sectores del movimiento obrero en lucha como los enfermeros o la juventud de los secundarios. La CGT y el resto de las burocracias sindicales se han puesto al principio  en la vereda del frente para luego convocar alguna tibia movilización a efectos de posicionares como interlocutor para el gobierno.
Las causas de la combativa movilización popular no hay que buscarla muy lejos, el país arrastra un estancamiento económico, la desocupación está arriba del 10 %   y la juventud de los barrios no encuentra salida. El ejemplo de los chalecos amarillos ha repicado en Bélgica o Israel y se suma a las movilizaciones en Hungría (contra la reforma laboral esclavista) o España.
La bronca en las calles de estos sectores, clase media, estudiantes, trabajadores precarizados, desocupados, etc.   no tiene una dirección política clara y coincide con un fuerte crecimiento de la ultra derecha de Le Pen en las encuestas .La Izquierda revolucionaria (o que así se presenta) está casi al margen y no ha logrado intervenir mientras observa el movimiento “amarillo” con desconfianza. La clase obrera de las grandes fábricas, con una vasta tradición combativa no ha empalmado con este movimiento  y la burocracia sindical ha hecho lo posible para evitarlo.
Si bien confían en que el movimiento de los “Gilets Jaunestiene los días contados, los jefes de la economía francesa  y los políticos del más diverso pelaje han temblado al ver los chalecos por los Champs-Élysées o tomando la torre eiffel.
D.T



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