CIUDAD DE LA COSTA
Desde estas páginas llevamos años
denunciando la creciente degradación
ambiental de toda Ciudad de la Costa.
Los espacios verdes son cada vez
menos y el avance de los especuladores inmobiliarios va de la mano de la propia
Intendencia de Canelones solo busca hacer “caja” permitiendo que se violen las
propias normas de la comuna. Ha pasado con los Lagos de toda la Costa, con aéreas
verdes de El pinar, etc.
Hoy esto lo sufren vecinos de
Solymar Norte que ven como se avanza sobre el último espacio verde de la zona,
el Parque lineal que se encuentra a la altura de Real de Azua, Venezuela a lo
largo de varias cuadras.
Ya en la Administración Hakembruch
se había perdido una parte y en todo este periodo la Comisión de vecinos ha
trabajado para defender este Parque.
En un comunicado los vecinos
organizados señalan que: “este parque fue concebido
y registrado en los planos originales de urbanización en la década de 1950.
Desde entonces, ha formado parte esencial de la vida cotidiana del balneario,
albergando memorias y juegos de generaciones de vecinos. Muchos lo recuerdan
como el montecito del camino al almacén de subsistencias o al pozo de agua
potable, lugares emblemáticos de una época en la que la vida del barrio se
organizaba alrededor de lo esencial y de la comunidad, y en la que ese espacio
verde era parte del recorrido cotidiano y del imaginario compartido. A lo largo
de los años, el parque ha sufrido diversas transformaciones. A fines de los
años 80, durante la gestión del entonces intendente Hackembruch, una manzana
entera fue desafectada del parque y pasó a manos privadas. No obstante, también
se vivieron momentos de recuperación: gracias al esfuerzo de la Comisión de
Fomento de Solymar Norte, se construyó la primera pista de skate en la calle
Real de Azúa y se plantaron árboles nativos en uno de los extremos del parque,
con la colaboración del reconocido naturalista Jaime Machado.” (El
Metropolitano).
“Sin embargo, entre 2016 y 2018, el parque sufrió un golpe duro. Casi la
totalidad del bosque de pinos, eucaliptos y acacias —donde muchos niños
crecieron jugando libremente— fue arrasado para convertir la zona en un obrador
para las obras de saneamiento y bituminizado. Este uso fue justificado
oficialmente, pero resultó en la tala indiscriminada de árboles, la extracción
no regulada de arena y muchas viviendas de vecinos se vieron afectadas. El
terreno quedó degradado, y lo que era un monte vibrante se transformó en
baldíos cerrados por malezas invasoras, focos de basura y circulación insegura.
Durante la pandemia, algunos vecinos comenzaron espontáneamente a limpiar el
terreno y reabrir senderos para volver a disfrutar del lugar.”
En las últimas semanas se
enteran en la zona que se propone la venta de una manzana (manzana 67) para
viviendas.
Este Parque es unos de los
pocos pulmones verdes que queda y la Intendencia nuevamente prioriza el interés
de unos pocos sobre el de toda la comunidad.
Mago
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