La encrucijada del salario.
En el proceso de incorporación al mercado laboral tenemos mecanismo que son harto conocidos por la mayoría de ciudadanos de este país y sin ir muy lejos "del mundo". No quiero asociarlo exclusivamente con nuestros deseos foráneos o necesidades primarias, sino más bien en el marco de su condición existencial, y es por eso que es tan difícil -sobre todo en mi entorno- disociar el salario de esta mixtura negativa con relación a la vida.
La relación vida-salario va muy apegado al tipo de trabajo. Las bases contractuales por cómo llegamos al mismo es parte del circuito o espiral que nos fueron heredados a lo largo de la historia. No tenemos referencia más generalizadas que la cultura del trabajo. La posibilidad de perfeccionar o empeorar su impacto es de carácter tan personal como ideológico (en su defecto), pero nada suple la relación dominante que el salario ofrece por sobre los conceptos que incorporamos como ideales, propios de la sociedad de consumo proto-capitalista del cual todos formamos parte. La regulación del porvenir personal se va modificando con sus efectos y las aspiraciones individuales tendrán momentos y prioridades diferentes. La sociedad aún no ha superado la dicotomía del salario que sigue aprisionando los instrumentos creados para sobrellevar sus incongruencias. Por lo que la vida ideal tiene mucho de relato falaz, que se expresa habitualmente en los proyectos de país que ofrece cada partido o político de turno. Nada nos impide a elegir entre muchas banderas pero si de hablar con propiedad sobre la vida de los demás con relación al salario y su carácter desigual.
Sí ok! todos merecemos el mejor salario. Pero cuál sería ese monto?. Será siempre la misma cifra o la más elevada? El salario por sobre el trabajo o el trabajo sobre todo?. El salario siempre en comparación con la capacidad de consumo?. La capacidad de consumo comparado con quién o con qué? Con mi familia disfuncional, la vecina sin trabajo, el compañero de laburo si capacidad para administrarse? .O todas las cosas a la vez. Quizás no esté a la altura de efectuar pronósticos estadísticos, pero perseguir la zanahoria del salario como fin del bienestar ya nos ha corrompido demasiado.
Deberíamos aceptar que vivimos corrompidos, quejándonos de una desigualdad para la que todos contribuimos, discutiendo otro camino alternativo que desconocemos. Aunque parece un punto de partida tan lejano como incierto, "todavía hay esperanza" dicen. Pero con sabor amargo
Anael Cardozo
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