NUEVA NORMALIDAD
El presidente de la república, Luis Lacalle Pou, ha tratado de imponer en los últimos tiempos
el concepto de “nueva normalidad”. Este concepto fue acuñado desde el ámbito económico
en la coyuntura de la crisis económica del 2008.
El concepto en sí mismo es un gigantesco oxímoron, ya que como todos sabemos, algo que
emerge, algo nuevo, no puede ser normal. La discusión sobre lo que es normal o no, es una
lucha por la subjetividad.
Para Michel Foucault, filósofo francés del siglo pasado, el término "normalidad" significaba
ordenar y clasificar y es un instrumento cultural para el control de social, sobre todo el de
las grandes mayorías; en otras palabras, cuando no se puede emitir un juicio sobre lo que
está "bien y mal" se clasifica el hecho como " normal- anormal".
Este concepto, el de
normalidad sirve para discriminar a todas las personas y grupos humanos que no se ajustan
a los patrones y modelos que sigue la mayoría.
La troika compuesta por gobierno, militares y REM-PRESARIOS (neologismo para referirnos
a un híbrido entre represores y empresarios) se proponen "ordenar" el tablero a su favor. Y
para eso utiliza un discurso performativo con la pretensión de recrear la realidad.
El concepto de nueva normalidad viene como anillo al dedo para instalar una vieja praxis
privatizadora y de recortes, ejemplo de esto es la ley de urgente consideración (LUC) con
más de quinientos artículos, cada uno más sinestro que otro.
Esta ley anti-obrera se impone
aprovechando la coyuntura de una pandemia sanitaria, lo que dificulta todo tipo de
movilización y con la población anestesiada por el miedo y la paranoia que se trasmiten
todos los días por los canales de televisión. El espectáculo romano circense de combate a
un “enemigo” invisible que no se sabe siquiera si alcanza el estatus de organismo vivo, tiene
momentos cantinflescos revestidos de seriedad, así, un día le decimos no al tapabocas,
después sí al tapabocas, y vamos siendo gobernados por “perillas” y agencias de publicidad.
Los trabajadores debemos estar a la altura de las circunstancias y dar una batalla contra
esta "nueva subjetividad " que se intenta imponer. Una subjetividad sin cuerpos, con el otro
como extraño, como amenaza, como enemigo. Es una subjetividad que sujeta al sujeto, lo
constriñe, lo encierra.
Compañeros, liberémonos de estas sujeciones, no permitamos que el tapaboca se
transforme en instrumento para obstruir nuestra libertad de pensamiento y acción…
pensemos por nosotros mismos y ocupemos el lugar político por excelencia: la calle.
Mauricio
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