La salud en su laberinto
Durante la pandemia 1000 trabajadores fueron al seguro de paro sin ningún tipo
de justificación y sin que esa situación se haya revertido.
Lo único que hubo fue
una tibia mención en los medios y una condena pour la galerie.
La semana pasada el CASMU planteó la tercerización de varios servicios, despidos
incentivados, continuar con los seguros de paro mientras el Estado lo permita y
por si faltaba algo, los aumentos salariales los pagarán con tickets alimentación.
En la Asociación Española, para pagar el aguinaldo, la empresa recurrirá a un
préstamo del seguro de enfermedad de sus propios trabajadores, el SETS, medida
que fue aprobada por el sindicato en asamblea. O sea, los trabajadores se
pagarán el aguinaldo a sí mismos.
Licencias compulsivas,
generación de una “bolsa” de
horas adeudadas a las
empresas por aquellos
trabajadores que tuvieron que
quedarse en la casa por la
pandemia, etc., fueron algunas
de las medidas que tomaron las
empresas mediante las cuales
lograron ganar dinero en el
medio de la emergencia
sanitaria.
Los ingresos de las empresas de la Salud durante la pandemia nunca mermaron,
el cheque FONASA estaba asegurado, los hisopados los pagaba el Estado y vieron
disminuidos sus gastos por la reducción de su operativa normal.
A pesar de todo
eso, muchas enviaron a parte de sus trabajadores al seguro de paro, dando un
claro indicio de lo que se avecinaba: la crisis y sus consecuencias, las cuales
pagarán los trabajadores. Después de los aplausos la realidad cayó con todo su
peso.
La Salud es un derecho humano fundamental, en Uruguay las IAMC que integran
el sistema se declaran como instituciones sin fines de lucro. ¿Esto es
efectivamente así? Distribuido en salarios obscenos de millones de pesos y en
tercerizaciones de empresas de los mismos dueños o gerentes de las IAMC. Ya
sabemos lo que son las tercerizaciones, una forma de hacer trabajar más por
menos salario y nulas garantías. Así, mediante este mecanismo, se va minando la
fuerza de los sindicatos y el laudo en la salud.
El incumplimiento del laudo en el
interior da cuenta de dos fenómenos: las debilidades propias de la FUS, la que no
pudo (¿quiso?) revertir esto y la fortaleza de una patronal (FEMI), cavernícola y
ultra explotadora.
Las empresas de la salud manejan miles de millones de pesos del FONASA, o sea
dinero de las y los trabajadores, representando el 9,5% del PBI en Uruguay.
Aun cuando tenemos una sensación de deja vu, esta crisis es diferente a la del
2002, primero porque no tenemos una crisis financiera y segundo porque la
acelerada tecnificación de todas las actividades no vislumbra un camino de
creación de empleo en el futuro próximo.
Librado a las fuerzas del mercado, el
salario y el empleo caerán estrepitosamente, y librado a las fuerzas políticas el
resultado tampoco será diferente habida cuenta de las políticas neoliberales que
pretende implementar la coalición multicolor.
Nuestra capacidad de resistir colectivamente cambios adversos, también cambió.
El concepto de la sociedad como un colectivo fue perdiendo consistencia- según
Margaret Thatcher, primera ministra británica, “la tal sociedad no existe”-, para
dar paso gradual e inexorablemente a una concepción de la misma como una
serie de individuos aislados, sin lazos sociales, los que consideran que los
problemas de la pobreza se explican únicamente por cuestiones meritocráticas,
donde la seguridad de la propiedad tiene un carácter sacrosanto, la
responsabilidad colectiva es una quimera y la justicia social una ilusión.
¿Qué hacer?
Primero, debemos asumir la responsabilidad que tenemos en este estado de
situación.
El adormecimiento de una parte importante del movimiento sindical -
con honrosas excepciones representado por sindicatos activos, con capacidad de
movilización y proyección nacional- no fue premeditado, pero tampoco del todo
inconsciente.
Hemos abandonado la efervescencia ideológica en las filas de los
trabajadores, promoviendo una cultura de “obediencia” ciega, disfrazada de
“organicidad” y confundiendo Unidad con Unanimidad, hiriendo de muerte la
democracia interna desde el punto de vista sustantivo. Hemos expulsado a los
trabajadores de los espacios de decisión colectiva, infantilizando el movimiento,
lo cual a su vez es fiel reflejo de la infantilización de la sociedad.
Un niño debe ser
guiado, no está maduro para tomar algunas decisiones.
Es necesario fomentar un accionar colectivo y coordinado, ya que solos seremos
fácilmente derrotados. Allí donde haya un sindicato en conflicto, tenemos que
estar junto a él, innovando las viejas formas de “estar” y “luchar”. Si algo nos ha
dejado esta pandemia es que tenemos suficiente creatividad como para innovar
en las medidas de lucha, siendo la última marcha del silencio un buen ejemplo de
ello.
No podemos aceptar lo que se nos quiere imponer, debemos desmontar un
discurso bien armado para hacernos pagar una vez más una fiesta de la que no
participamos.
Contestemos con argumentos a los infames que pretenden
hacernos creer ese cuento que es necesario que crezca la torta para repartirla.
Somos nosotros, como ciudadanos, como colectivo quienes definimos los
criterios de reparto de la riqueza y a qué le damos prioridad. Lejos estamos de un
voluntarismo fatuo, pero no podemos caer en la naturalización de las leyes del
mercado y dejarnos llevar al matadero como ovejas.
En la Salud, debemos abandonar una estrategia defensiva que nos condenará a
retroceder en términos salariales y hasta simbólico. En la Salud hay ganancia, y
se la llevan unos pocos.
Hay que parar la sangría que representa para la salud el
acto médico, el que enriquece a una parte de los médicos, los anestésicos
quirúrgicos, los que ¡oh casualidad!, son los que están mayormente al frente de
las IAMC.
Las metas en la Salud, que representa miles de millones de pesos, las
logramos los trabajadores. Si bien el reparto económico ha de ser más equitativo
del que es, también lo es la necesaria mejora del descanso en la salud. El descanso
mejora la calidad de la asistencia al usuario y la calidad de vida de los
trabajadores.
En fin, las empresas de la Salud no perdieron con la pandemia, sino que ganaron,
son especialistas en dejar que otros se lleven los aplausos mientras ellos se llevan
el dinero, porque saben que los aplausos pasan, pero el dinero queda.
El dinero ha estado y estará siempre en las mismas manos hasta que los
trabajadores entendamos que somos los que creamos la riqueza de este país. La
fuente del valor y la riqueza somos nosotros, los trabajadores, no los grandes
capitales.
No necesitamos una “malla de oro” que nos guíe, los trabajadores
somos capaces de guiarnos por nosotros mismos.
No estamos planteando imposibles, sabemos que no es una tarea fácil encontrar
la salida de este intrincado laberinto, pero tenemos condiciones históricas para
frenar y revertir este proceso.
Necesitamos para eso, un movimiento sindical, que
fiel a su heroica historia, recomponga principios y un accionar que le permita ser
parte de las transformaciones que nuestro pueblo necesita. En la FUS
necesitamos convocar a todas y todos nuestros militantes, los viejos, los jóvenes,
y los que miran al borde del camino.
Convocar en torno a una propuesta concreta,
tomar responsabilidad de los sindicatos que tenemos y pedir cuentas a nuestros
representantes por el vaciamiento ideológico y programático de nuestros
sindicatos, sin olvidar que también somos responsables de este debilitamiento de
nuestra herramienta de lucha, responsables muchos por omisión, y otros
directamente por acción.
La indiferencia no tiene cabida ante esta brutal, injusta
y aberrante avanzada contra nuestro salario y condiciones laborales.
Rosalba Hunter
C
seria bueno que en la salud nos juntaramos los que queremos una fus honesta
ResponderEliminar