Actualidad de la
FOICA
La división nos sigue
pasando factura.
Cada vez que abordamos
este tema entre compañeros nos deja una sensación de impotencia. Sabemos que la
situación no es auspiciosa, de la condición cíclica que tiene esta industria,
de su dependencia al clima, de sus costos. Los métodos, avances o perjuicios
que tiene para el productor la preparación del ganado. Los intersticios que
tiene el negocio empresarial donde se cocinan los procesos de acuerdo a
intereses corporativos y políticos. Un campo fértil para que algunos personajes
hagan estragos entre sus congéneres, dejando la herramienta sindical fútil ante
los formadores de opinión y propaganda tendenciosa.
Pero que además deja
al trabajador atado a la oscilación del mercado, el comportamiento de la
actividad productiva y su fluctuación es una condición al que debe adaptarse o
sucumbir. El discurso empresarial toma parte de esa conclusión y se atribuye
ante la sociedad una imagen algo más puritana, de una falsa sensibilidad
mediática.
No es una situación
fácil de soslayar para los trabajadores, porque no se trata de un negocio
espurio, aunque conocemos de primera mano las formas de elucubrar los
parámetros de la actividad más fructífera del Uruguay. La carne es el coche de
alta gama con más valor agregado, para un país que depende mucho del comercio
exterior.
Ante un sistema global
en constante colapso, manejado por corporativos internacionales apátridas y con
un sistema político títere de sus intereses, no es fácil conseguir en lo particular
una correlación de fuerzas que sea radicalmente opuesto al modelo actual. Los
rótulos ideológicos han pasado de moda, en cambio se van enlazando ciertas
corrientes de pensamiento que en apariencias tenían un discurso opuesto, para
terminar dando una señal ambigua a una sociedad por conveniencia
fragmentada.
Estas confusiones son
fácilmente aprovechables entre los grupos empresariales, que comprenden la
división de la foica como un camino hacía el desastre. El institucionalismo
sindical ha creado cúpulas dirigenciales que han obrado contrarios al clamor de
su gente y por consiguiente, funcionales a los intereses patronales. Ellos lo
saben, por algo ha prevalecido en el tiempo la división.
El ambiente de los
frigoríficos es muy heterogéneo y discreto, negociar con un dueño en particular
es muy distinto a sentarse frente a una multinacional, que sería más o menos
como atravesar el infierno de Dante para obtener una respuesta concreta. La
lógica de estas megas empresas son una paradoja. Viven en crisis, tienen más
del cincuenta por ciento de las faenas en Uruguay, compran frigoríficos por
todas partes del mundo, utilizando el seguro de paro a su conveniencia, y
cuando trabajan al máximo de sus capacidades dicen estar perdiendo. Cuanto más
trabajan más pierden, entienden la contradicción? Como llamar a un perro Pa'
adentro y pedirle que salga pa' afuera. Le explota la cabeza!
Pareciera que no
estamos capacitados para entender cómo detrás de una lógica económicamente
regresiva se puede esconder un gran negocio, como se favorecen de la
desestabilización y de la especulación como práctica habitual en la industria
frigorífica. Además de la influencia que tienen estas corporaciones a nivel
política y económicas en el país, algo que nos deja cada vez más expuestos a
perder la localía, y si a eso le sumamos la poca capacidad que tenemos de
amortiguar una crisis en el contexto gremial que se nos presenta, es aún más
desventajoso.
Vaya desafío que
tenemos los trabajadores de la carne.
Anael Cardozo
Trabajador del Frigorífico Carrasco
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