domingo, 23 de febrero de 2025

Oro por cuentas de vidrio…

 


Oro por cuentas de vidrio…

Tenemos un modelo de país que cruje. Después de siglos, seguimos

vendiendo vacas, carne, troncos, alimentos, etc., lo que

modernamente se llama commodities, antes denominadas materias

primas.

El sueño de la prosperidad colectiva está atado, desde tiempos

inmemoriales, a la industrialización puesto que ésta supone más

divisas, más dinero. El intercambio comercial entre productos

primarios e industriales, siempre se saldó, hasta ahora, a favor de los

segundos. Nunca fue negocio vender árboles e importar papel.

Además, la actividad industrial era intensiva en mano de obra. Énfasis

en la palabra era. El proceso de tecnificación y el auge de la

inteligencia artificial es potencialmente el Armagedón de los puestos

de trabajo. El proceso de tecnificación ha sido imparable y está

desplazando mano de obra a un ritmo de vértigo. El trabajo como tal

no va a desaparecer, pero el empleo, sí.

Los inversores siempre fueron cobardes y avaros. Uruguay está

salpicado de zonas francas, de exoneraciones impositivas, de

prebendas de todo tipo con el fin de atraerlos y nunca es suficiente.

No pagan el suelo que pisan, las paredes que los cubren, tienen

exoneraciones impositivas respecto a las compras que realizan, tiene

impunidad para erosionar nuestros suelos, contaminar nuestras aguas

y envenenar nuestros alimentos con agrotóxicos. Las ganancias que

obtienen no quedan en el país, sino que se la llevan a sus casas

matrices. Y, por si esto fuera poco tampoco queda el know how (el

cómo se hace), como lo demuestra lo inhóspito de nuestro parque

industrial. ¿Y a cambio de qué, realizamos como país, esta apuesta

tan arriesgada? Lo hacemos a cambio de una inyección de dinero

circunstancial, de un aumento del empleo también circunstancial y

para una reactivación de la economía más esperanzadora que real.

Terminamos sacrificando el bien mayor y de largo plazo por

cuestiones coyunturales. Ahí está UPM y YAZAQUI como botón de la

muestra. Ante el altar del crecimiento sacrificamos desde nuestra

alma, hasta la Naturaleza misma.

¿No será hora de cambiar las reglas de juego? ¿No será hora de

actuar como país independiente y no con la mentalidad de un

vasallo?

Habida cuenta de que hasta ahora ponerle alfombra roja a las

inversiones no nos ha servido para salir del pozo del subdesarrollo, y

teniendo en cuenta la forma vergonzosa en que se retira YASAQUI de

nuestro país, ¿no habrá que pensar en poner reglas que protejan, no

solamente una concepción nacional de desarrollo, sino el trabajo y

empleo de nuestros compatriotas?

R Hunter Indart

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