Una movilización histórica
El día de la mujer trabajadora tuvo
en muchos países un contenido especial, el llamado al paro y las grandes
movilizaciones dieron la tónica de una jornada histórica. En Uruguay se calcula que la marcha reunió a
cerca de 300 mil personas y actos
menores se dieron en varias ciudades del interior.
Una movilización de este tenor no
se daba desde hace décadas y algunos
sindicatos pararon 24 horas. El centro de esta enorme jornada es la lucha
contra la violencia de género, una verdadera epidemia que se da, no solo en
nuestro país sino en toda América Latina. La complicidad y la falta de acción
estatal quedo dramáticamente en evidencia cuando un policía mato a su ex
pareja (Valeria Sosa) y salió a la luz
la protección dada por sus colegas al violento.
Hoy se discute desde la tipificación
de femicidio y el aumento de penas o la cuota femenina en cargos políticos,
nada de esto ayuda a las víctimas de violencia, se necesitan acciones prácticas,
como hogares de acogida o acciones
efectivas ante la primera denuncia.
La Mujer trabajadora y la explotación
duplicada
El día de la mujer ha sido en
años precedentes “estatizado” y vaciado de contenidos, las organizaciones
feministas cooptadas por organizamos estatales y negado el carácter de clase de
la jornada. El 8 de Marzo es el homenaje
a las obreras textiles que en 1857 se lanzaron a las calles a pedir mejores
condiciones de trabajo, en 1910 la conferencia de la Internacional Socialista a
propuesta de Clara Zetkin ,militante socialista alemana, propone esta fecha como día de la mujer
trabajadora. Se homenajea en especial a las 140 obreras textiles que fueron
quemadas por la patronal dentro de la fábrica en Nueva York.
La explotación de la mujer
trabajadora es en su lugar de
trabajo pero continúa en el hogar con tareas no remuneradas, transformándose en
una doble explotación. La incorporación masiva al mundo del trabajo, vista como
un paso a la igualdad, es en realidad la incorporación al trabajo mal pago. La
violencia hacia la mujer es inherente a
este régimen social, el machismo está
incorporado a la educación y fogoneado por la religión. Solo la ardua lucha de
los grupos feministas logra imponer tardíamente reivindicaciones democráticas
tan elementales como el sufragio femenino.
La figura de la mujer es para la ideología dominante apenas un envase
para la reproducción.
El 8 de Marzo fue contundente y
marca un camino, el de la organización independiente de las mujeres, al margen
del aparato estatal y las ONG.
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