22 ene
2025 / ilustr. Mujeres soldados
solazándose entre escombros / 27 000 e
Aplicando el sagrado principio de
desigualdad ante la ley
Luis E. Sabini Fernández
https://revistafuturos.noblogs.org
El 7 de octubre
de 2023 se rehizo la agenda de nuestras sociedades. La informativa, la política,
la militar, la cultural, la ética.
A causa de la
enorme circulación de la info por todo el planeta, buena parte del conocimiento
de los acontecimientos –no todos− circula a menudo simultáneamente, o casi, con
lo acontecido.[1]
¿Qué nos
significa ver matar de a centenares, de a miles, a civiles, adultos, niños?, ¿desfilar
ante nuestros ojos la destrucción edilicia de toda una ciudad, bombardeadas sus
instalaciones sanitarias, alimentarias, de transporte, sus redes de agua
estalladas y humanos atrapados por doquier en los escombros?
Enterarnos de
la política fríamente calculada de impedir el acceso de agua y alimentosa población
cercada con evidentes signos de necesidad, bebés muriendo por falta de
líquidos, de alimentos, por hipotermia…
La pregunta que
acabo de formular no se refiere al copamiento guerrilleril desencadenado por
Hamás en la madrugada de ese día, tan cruento (porque se estima que en el
cuartel regional que Israel había erigido en la Franja de Gaza, fueron
“ajusticiados” decenas, probablemente cientos de policías o militares; algo que
por sus dimensiones no tiene precedentes en la lucha establecida por los palestinos
resistiendo el asentamiento “packman” sionista, adueñándose de Palestina,ni
siquiera en episodios durante la huelga insurreccional de 1936-1939, con una violencia
bastante generalizada.
Tampoco nos
referimos al intento casi simultáneo de toma de rehenes para canjear por los
numerosos palestinos presos, a menudo “administrativamente”, sin delito a la
vista, que otros grupos palestinos clandestinos (o el mismo Hamás) llevaron
adelante esa misma mañana tras el copamiento guerrillero, y que tuvo varios
desenlaces trágicos, porque la población israelí suele estar armada, y el
intento de tomar rehenes significó a veces la muerte de lossecuestradores, a
veces la de los victimados (aun así, el volumen de la toma de rehenes
transportados “con éxito” a la Franja tampoco tuvo precedentes; se contó 240).
Tampoco nos
referimos a la versión oficial israelí, que habló de 1400 judíos asesinados ese
día –guarismo que ni lejanamente ha podido ser verificado por periodistas de
investigación− (y que el gobierno luego redujo ligeramente a 1300, porque descontaron
los palestinos matados durante la reacción israelí), versión que incluía
bebitos asados, mujeres desventradas, senos de mujer convertidos en pelotas y
demás “relatos” propios de la fábricade “información” a la que el sionismo y
corrientes afines nos tiene acostumbrados.
No nos
referimos entonces a ese inusual y violentooperativo guerrillero palestino, sin
precedentes, con un alto nivel de vidas perdidas (judías y palestinas). Ni
siquiera a la muy criticable política de tomar en frío rehenes.
La demora de 6
horas, casi 7, que insumió la reacción o el contraataque israelí, ha hecho
pensar a muchos que se trató de un operativo tipo “Pearl Harbor”, para que
funcione con éxito político y mediático[2] la “respuesta
de los (presuntamente) atacados”. Y poner así en marcha, la doctrina Hannibal.
A lo que nos
referimos es al desafío que plantea a nuestra sociedady a su tejido cultural la
reacción del Estado de Israel ante la incursión violenta de Hamás, Yihad,
etcétera.
Indudablemente,
el régimen sionista venía, desde 2006 “apretando los torniquetes” sobre la FdG
de un modo cada vez más inhumano, alcanzando un grado de intromisión y crueldad
pocas veces registrado: casi veinte años regulando a la baja todo alimento,
saboteando todas las instalaciones de agua, dificultando su potabilidad,
contaminando las tierras (otrora de agricultura ejemplar), dificultando toda
actividad sanitaria, médica, quirúrgica; casi veinte años obligando a la
población a caminar dentro de corredores de rejas a veces tan ceñidos que ni
erguidos algunos podían ir, veinte años de abusos cotidianos, de vejaciones,
como dejar a una mujer con dolores de parto en una barrera “de control” hasta
finalmente tener que parir allí mismo,
con o sin asistencia, detrás de alguna planchada de cemento, animalizada
por la vista hostil de la guardia de “la autoridad ocupante”.
Este proceso
lleva más de un siglo. Pero como con los círculos del Infierno del Dante, ha
ido reconociendo agravamientos.[3]
Aunque casi se
podría haber sospechado este desenlace si tenemos en cuenta que los sionistas
asesinaron en 1924 a un judío, poeta, que se negó a cortar el diálogo que como
miembro de la comunidad judía mantenía con palestinos árabes, probablemente
musulmanes, o que en plena década del ’30, cuando el nazismo ya había puesto
fuera de la ley a casi todo el abanico político nacional (sometido a
expulsiones sumarias o a campos de concentración a socialistas, comunistas,
anarcosindicalistas, cristianos, judíos), los sionistas mantenían sus órganos
de difusión bregando por su
establecimiento en Palestina, tolerándose mutuamente y hasta confraternizando
sionistas y nazis, organizando un plan de conveniencia mutua para exportar
bienes industriales alemanes al Cercano Oriente: a los judíos se les confiscaba
sus ahorros en el 3er Reich a cambio de maquinaria que a su vez podían colocar
los sionistasen los países del Cercano Oriente y reembolsarse así los fondos
confiscados.[4]
Durante estos
casi veinte años (con la promesa del “carnicero” Ariel Sharon de hacerles la
vida imposible) el “tratamiento tipo” ha sido siempre el mismo: responder a una
demanda −como la Marcha por la Tierra, llevada adelante en 2018 y 2019 sin
palos ni piedras, con solo pancartas, y miles de gazatíes hambrientos− con
balas certeramente alojadas en los ijares de los manifestantes. Ycuando se acumularon
los muertos desangrados, el jefe de los francotiradores israelíes advirtiendo
el daño mediáticode asesinar fríamente a tanta gente desarmada –oficial de “el
ejército más moral del mundo”− ordenó cambiar de blanco; a los tobillos, para
no generar muertos sino lisiados (que recargarán lógicamente a la población
“vasallo”).
La Marcha por
la Tierra tuvo en Yahya Sinwar uno de sus promotores. Sin disparar no ya una
bala, ni siquiera piedras, los palestinos “cosecharon” centenares de muertos e
incontables tullidos.
Ésa es la
contabilidad sionista de los cuerpos.
Se trata de
algo que entendemos sin precedentes. Una violencia tan excesiva, desmesurada ante
una demanda, ¿Cómo enmarcar lo que está pasando, tanto en la historia de la
relación palestinos-sionistas, como en nuestra propia historia, particular, y,
por último, como humanidad?
Al mismo Sinwar
se le atribuye –años después−el plan del copamiento del cuartel israelí en Gaza
y de la toma de rehenes en zonas próximas a la franja. ¿Se le puede criticar su
adopción de operaciones violentas?
Frente a la hipótesis
de la celada tendida también es cierto que los humanos maltratados, exprimidos,
basureados, vilipendiados, aherrojados hasta el límite de sus fuerzas, ensayan
intentos de “tomar el cielo por asalto”:
−Aníbal el
cartaginés llegó a poner en riesgo el poder romano, por entonces inmenso; −Tupac
Amaru hizo trastabillar el poder hispano colonial sudamericano;
−y la República
de Palmares –“apenas” negros esclavos fugitivos−resistió más de un siglo en el
corazón del Mato Grosocontra la economía esclavista portuguesa en pleno siglo
xviii, y fue finalmente vencida sólo cuando Portugal envió un ejército estimado
en 120 mil hombres…
Yahya Sinwar
resultóprimera prioridad como objetivo del ejército sionista al serle atribuida
toda la ingeniería del 7 octubre, acusándolo de lo peor. Sin embargo, su
historia personal abrió la interrogante: ¿se puede abusar sin límites del poder
sobre otros humanos (y encima atribuirse el derecho a calificar la calidad de
su comportamiento)?
Entiendo que,
inevitablemente, tenemos que mirar hacia atrás. Y hacia adentro, porque este
conflicto lleva más de un siglo. Y porque también es cierto “que no hay nada
nuevo bajo el sol”.
Entre los
momentos claves para inteligir este conflicto, el final de la IIGM es clave y me
permito remitir al lector a, por ejemplo, a mi artículo “El estado mundial:lo que nos ofrecen los
dueños del mundo”, 2 noviembre 2022, https://revistafuturos.noblogs.org/.
Con el colapso
soviético, pudimos visualizar otro momento clave incidiendo en el drama
palestino-israelí.
Los núcleos
dirigentes occidentales, armados del aparato represivo norteamericano
constituido en policía planetaria[5] reverdecieron
con la expansión de los proyectos hegemónicos al fin de la IIGM. En particular,
los miembros de los “5 Ojos”.[6]
Los ‘90
disiparon dudas y permitieron visualizarlo que un paper de intelectuales orgánicos de la élite intelectual de EE.UU. tituló:
“A report of the Project for the New American Century”, setiembre 2000. En él
se analiza las posibilidades y las potencialidades de las “defensas militares”
de EE.UU.[7]
Junto con esta
remilitarización que registramos con el nuevo siglo, vemos la prédica,
invertida, de la paz, la defensa y muy particularmente, del mantenimiento del
orden. Lo que, invocaba machaconamente, Joe Biden con su consigna: “el
orden basado en reglas”. Aunque el fraseo
bideniano no nos impedía ver “la guerra” en muchas, demasiadas partesdel mundo,
a menudo expandiéndose.
¿Qué
entendíamos con la frase tan remanida
por Biden?
El sentido
común nos decía que todos deben seguir las mismas reglas, que no debe (ni
puede) haber reglas para unos y no para otros, o quepueda haber reglas
diferenciadas para cada quien; los blancos pueden pasar, los negros, no; los
hombres pueden pasar, las mujeres, no; los ricos pueden… ¡Oh, no! eso sería
inimaginable. E inadmisible.
Pues bien: no
era aquello lo que decía Biden. Biden
decía rotundamente: un orden basado en reglas consiste en que unos tienen que
seguir unas reglas y otros, no.
Lo explica en
muy pocas palabras un investigador chino de la República Popular, Hua Bin: “un
orden basado en reglas, también conocido como la hegemonía de EE.UU. sobre los
otros.” [8]
Porque Biden,
más allá de sus dificultades cognitivas, tiene que haberse enterado de las
puntualizaciones que Lindsey Graham, un senador estadounidense de “la pesada”,
tuvo que tomarse el trabajo de puntualizar.
Graham funge
como senador desde hace más de dos décadas. Y es un puntal de AIPAC, el lobby
judeosionista que respalda financieramente a más de las tres cuartas partes de
los miembros de la Cámara de Representantes y presumiblemente, en la misma
proporción, a la de Senadores.[9]
Este “cuadro de
situación” de “la fábrica de leyes” de EE.UU., mediante la cual Israel ejerce,
a través de AIPAC, pero no solamente,un ceñido controlde esa presunta
superpotencia en cuestiones claves, es determinante. Resoluciones, dictámenes,
leyes que provienen de cuerpos políticos tan penetrados por la labor de lobby, constituyen un estado de
situación, heterónomo, que hemos ido viendo amplificarse y profundizarse con el
paso de los años, de las décadas.
Y esa
heteronomía es la que explica porqué EE.UU. ha cometido y comete tantos errores, ha ingresado en
tantas situaciones sin salida: es tarea muy difícil satisfacer objetivos de
otros sin pagar los platos rotos del asunto. En una palabra: ser chirolita no
es tarea sencilla, ni siquiera cuando se trata de un “chirolón”.[10]
Con el ataque insoslayablemente
genocida de Israel a la población gazatí desde el mismísimo 7 oct. 2023,
llevándolos una vez más, como alguna vez
prometiera “el carnicero” Ariel Sharon a “la edad de piedra”,pese a presentarse
como respuesta democrática a la violencia árabe, han surgido voces criticando y
condenado con mucha (y merecida) indignación la matanza, lo abyecto de la
matanza: la relatora de la ONU, Francesca Albanese, el rabino antisionista
Yakov Rabkin, el gobierno sudafricano, periodistas como Ali Abunimah,
palestino, Philip Weiss, judío, y otros, como Jonathan Cook, Kevin Barrett,
Christian Hedges, Ariel Umpiérrez, y tantos, tantos otros.
Sabemos que
solo en el diminuto territorio gazatí más el de Cisjordania y Jerusalén
oriental ocupados por Israel, han muertos más periodistas en estos pocos
últimos años que en los seis de toda la IIGM
en el mundo entero. Se estiman centenares. Cifras así de escalofriantes
corren también para el personal sanitario; médicos, enfermeros, camilleros…
todos fríamente ejecutados por el Estado de Israel.
Hasta desde la
mismísima ONU, en un tiempo la amanuense de EE.UU.[11] ha brotado la crítica y la condena al
comportamiento israelí en la Franja de Gaza.
Aun así, Biden
ha estado insistiendo con su caballito de batalla del orden basado en reglas.
Pero veamos: Lindsey
Graham, “nuestro” senador AIPAC, impugnó airadamente las “órdenes” de arresto dela
Corte Internacional de Justiciadel 21 de noviembre ppdo. contra los dirigentes
israelíes, Beniamin Netanyahu y Yoav Gallant, en una conferencia de prensa que
brindó en el Hotel King David, en Jerusalén, el 27 nov. ppdo. afirmando: “El
Estatuto de Roma no se aplica a Israel, ni a EE.UU., ni a Francia, ni a
Alemania, ni a Gran Bretaña,[12] porque no fue
concebido para actuar sobre nosotros.” [13]
Vale la pena repetirlo: “no fue
concebido para actuar sobre nosotros”.
¿Por qué Graham
explicita el Principio de desigualdad ante la ley? No es por cierto novedoso,
pero sí novedosa su descarada exposición; lo que obviaba Biden, nos lo desnuda
Graham.
La CIJ había
iniciado su impugnación al inicuo comportamiento israelí en enero 2024
presentando una demanda contra el Estado de Israel por genocidio. Una acción
iniciada por Sudáfrica, que ha estadocontando con el apoyo de varios estados
nacionales (aunque lastimosamente pocos) en el mundo entero: Pakistán, Malasia, Turquía, Jordania,
Namibia, Colombia, Bolivia, Brasil, Irlanda, Bélgica, Turquía, hasta ahora.[14]
Pese al terror
ideológico que conlleva el latiguillo de “antisemita”, es de esperar que la
crudeza de la realidad, a la vista de todos, tenga más fuerza.
Como para probar
que estamos mucho peor de lo que imaginamos, que la gangrena ideológica ha ido
tomando los más diversos órganos de nuestras sociedades presentes
–periodísticos,
judiciales, políticos, académicos, mediáticos− acabamos de experimentar una
truculenta verificación −otra− del principio de desigualdad ante la ley (no ha
pasado ni dos meses).
En la ceremonia
de despedida del saliente ministro de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, de la
Sala de Periodistas de la Casa Blanca, el 16 de enero de 2025,poblada por una
veintena o más de periodistas, uno de ellos, Max Blummenthal, judío, empezó a
preguntar interrumpiendo la alocución ministerial con puntos candentes,
acusatorios; ¿por qué tanta carta blanca
a los raids genocidas de Israel en la
Franja de Gaza?, ¿por qué tantos suministros de material de guerra altamente
ofensivo cuando ni siquiera existe una guerra regular (ejército de ocupación
israelí y población palestina asediada, arrinconada, hambreada más guerrilla
llevando adelante actos violentos). Blinken eludió responder, prometiendo
contestar preguntas (suponemos que en otro momento). Luego de muchos minutos,
gritos y forcejeos, Blummenthal fue
sacado a pasos semiforzados de la sala.
Recuperada la
calma, Blinken siguió su presentación y llegó el momento de las preguntas. Un
periodista veterano, de pelo blanco (se sabría después que es de origen árabe),
haciendo uso del derecho profesional a las preguntas le inquirió a Blinken muy
duramente acerca del genocidio en marcha. Blinken se negó otra vez a contestar,
con lo cual estaría cometiendo el-imperdonable-delito de negar el juego democrático,
y desmentir su propia promesa al abrir la conferencia, de que cada quien
tendría su pregunta para hacer. Pero no sólo eso, sino que tres policías
rodearon al periodista,Sam Husseini, y empezaron a desplazarlo a la fuerza.
Husseini se
aferraba a los asientos, aclarando que él esperó pacientemente para hacer una
pregunta, y en medio del forcejeo siguiò preguntando sobre el papel y el
significado de armas nucleares en la Franja de Gaza.
En un momento,con
voz ahogada, Husseini le señaló a Blinken: −usted habla de libertad y no me
deja formularle ni una pregunta…
Husseini no
obtuvo ninguna respuesta, sólo la fuerza bruta transportando a un anciano hacia
afuera del recinto que se supone reservado a exponer la información requerida
por el periodismo.
Si algo nos
alegra es la presencia osada, crítica, de un judío y un árabe ante tanta
defección. Si algo lamentamos es el silencio, entre cómplice y abyecto, de
tantos otros periodistas allí presentes. Y extrañar la voz crítica de alguien
que no sea ni judío ni árabe o palestino.
La Sala de
Prensa de la Casa Blanca y su anfitrión Anthony Blinken dio entonces otra
prueba concreta del principio de desigualdad que con tanto desparpajo había
expuesto el senador Lindsey Graham dos meses atrás en otro territorio –el foyer
del histórico Hotel King David, de Jerusalén, volado en 1946 por los aires con
palestinos, judíos, ingleses y otros extranjeros allí trabajando u hospedados, dejando
un tendal de decenas de muertosa manos del terrorismo sionista.
Lugaresdonde estas contradicciones, por lo visto,
funcionan de maravillas.□
[1]
La presentización de nuestra sociedad actual ha pasado a ser un rasgo
dominante y de algún modo erosiona, está erosionando nuestra temporalidad
(pasado-presente-futuro); los humanos somos seres básicamente históricos.
[2]
El aspecto mediático es clave: recordemos como Israel ha ido afianzando
las técnicas mediáticas, con un “diccionario” de recursos persuasivos elaborado
cuando mediante la operación “Plomo fundido”, en 2008 Israel aniquiló la Franja
de Gaza con un bombardeo masivo y destrucción sin precedentes hasta entonces.
El diccionario de frases “entradoras” fue engendrado por The Israeli Victory Project; en su tapa figuran las banderas de
EE.UU., Francia, Reino Unido y Alemania. Países a recordar. Y data de 2009.
[3]
Remito a notas mías anteriores, que incursionan con cierto detalle en la
historia de este proyecto colonialista que ha recubierto sus razones en
recursos ajenos a los mortales comunes: “Como se desató la violencia en
Palestina/Israel: imaginarios construidos y realidades escamoteadas”, abril
2009, en imagomundi, rebelion.org. Editorial Canaán publicó una selección de
notas mías, El racismo de la ‘democracia’
israelí, Buenos Aires, 2012, cuya
primera parte, “Históricos”, atiende
lo que procuramos desarrollar.
[4]
Ha’avara se llamó el operativo. No confundir con has’barah; propaganda
ideológica del sionismo.
[5]
EE.UU. cuenta con seis comandos planetarios con que se reparten el
mundo: Africom, Eurocom, Comando Norte, Comando Sur, Comando Central y del Pacífico.
Y ese “tejido” de trama mayor, a su vez, se apoya en unas 600 bases militares distribuidas también por todo
el mundo, y la mayoría son denominadas nenúfares porque se las ha ido dotando
de equipamientos más ligeros y movibles (que las iniciales).
Por eso, hemos
tenido que escuchar a Laura Richardson, titular del Comando Sur, hablar de
minerales u otras riquezas, naturales o forjadas por la humanidad, en países
del sur americano, usando, con naturalidad, el plural de la primera persona del
posesivo, como si fueran de “ellos”, de EE.UU.
[6]
Fundada en 1948, Los 5 Ojos son: EE.UU., R.U., Australia, Canadá, Nueva
Zelandia. Con fricciones en operaciones de mercado con Francia y Alemania
marginados de esa info. En los ’90, Israel es incluida en una suerte de 5 Ojos
ampliada (el único estado de la red que no tiene inglés como idioma
materno… exclusivo. Tiene por el
contrario, otro idioma materno que es prácticamente exclusivo de Israel… y de
una comunidad religiosa).
[7]
La invocación del paper emplea
la misma semántica que los militares israelíes, que designan a su ejército
siempre como “Ejército de Defensa”.
[8] Hua
Bin, “Why is the US Framing Its Cold War with China as Against the Chinese
Communist Party?”, https://www.unz.com/bhua/why-is-the-us-framing-its-cold-war-with-china-as-against-the-chinese-communist-party-ccp/.
[9]
Estas mayorías de miembros legislativos tan generosamente “regados” o
rociados con dinerillos no es asunto meramente aritmético: habría que ver
cuantos de tales parlamentarios seguirían tan a pie juntillas las orientaciones
del lobby si no recibieran esos
montos. Con lo cual la american democracy
tiene un tinte a “comprada” que sobrecoge.
[10]
Cuando Israel quiso sacarse de encima a Saddam Hussein y su proyecto
arabista pero no islámico, fue EE.UU. –Colín Powell, el que presentó las
pruebas (falsas)− la palanca política que arrasó con todo el país (y de paso
robarse algunas piezas arqueológicas de una de las culturas humanas más
antiguas que se conoce). Pero fue también EE.UU. el que puso miles de
“emprendedores” para rehacer al país de la agricultura más antigua del mundo,
americanízándolo. Y tales emprendedores fueron los que terminaron despanzurrados en
las redes locales ideadas para hacer el nuevo american Irak.
Cuando Israel quiso
ajustarle las clavijas a Muhammad Gadafi fue otras vez EE.UU. el que cumplió la
tarea.
A veces la
capacidad persuasiva de Israel flaquea:
ha tratado reiteradamente de que EE.UU. embista a Irán, hasta ahora sin
resultado, pese a los varios investigadores nucleares iraníes asesinados, hasta
con descaro, por Israel.
[11] Nos referimos al período fundacional,
sobre todo. Con el tiempo, el engendro inicialmente concebido dentro de la
geopolítica estadounidense fue adquiriendo otras tonalidades, incluso opuestas.
[12]
Una “extraordinaria” coincidencia de los estados aludidos con los
anunciados en The Israel Project for
Security, Freedom and Peace, TIP, 2009 [no aparece sitio de edición].
[13]
Salim Mansur, 7 ene 2025, unz
review, https://www.unz.com/article/into-the-second-year-of-israeli-genocide-in-gaza/. Docente
en Canadá nacido en India,
autor de varios libros, entre los más recientes: How Canada's free press is being bought by Justin Trudeau y Multiculturalism – What does it mean to be a
Canadian in the 21st Century?
[14]
Honor a los bravos europeos contracorriente: irlandeses y belgas. Y para
los dignos de la América indoafrolatinoamericana: Bolivia, Colombia, Brasil.