COMUNICADO PÚBLICO DE OUR VOICE - Viernes 26 de julio de 2024
la fragua es una publicacion de trabajadores al servicio de las luchas sociales
domingo, 28 de julio de 2024
OUR VOICE
¡Expresión de odio es negar el genocidio!
La Fiscalía archivó la denuncia que presentó el Comité Central Israelita del Uruguay contra mujeres y disidencias de nuestro colectivo Our Voice, argumentando que la intervención artística en solidaridad con el pueblo palestino, realizada el pasado 8M, no constituye delito de “incitación al odio”.
Celebramos la resolución como una victoria colectiva y popular, frente a quienes intentan “educar” a la sociedad a través de la cultura del miedo, ejerciendo una práctica sistemática de censura, persecución, criminalización y judicialización de las luchas locales, regionales y globales.
Sostenemos nuestra denuncia contra la campaña del lobby sionista, que niega el genocidio en Palestina, y que en Uruguay, al igual que en otros territorios, persigue cada vez más la participación política del movimiento feminista, estudiantil, y de todos los movimientos sociales que se manifiestan en solidaridad con la lucha de este pueblo.
Condenamos a los medios hegemónicos, al gobierno y a las instituciones del Estado, que se hicieron eco de la persecución sionista contra quienes repudiamos el genocidio, tergiversando la intervención realizada bajo el lema “nunca antisemitas, siempre antisionistas”. Estos medios y politicos que se escandalizan por una expresión artistíca son los mismos que continúan justificando el asesinato de miles de niñeces en Gaza y en toda Palestina.
Agradecemos y abrazamos a las organizaciones sociales, locales e internacionales, que manifestaron su apoyo y estuvieron presentes. Juntes seguiremos acompañando a quienes son objeto de represión, persecución, criminalización y judicialización, por alzar su voz exigiendo la emancipación y autodeterminación de todos los pueblos.
Seguimos tejiendo redes internacionalistas para sostener las luchas y resistencias en solidaridad con el pueblo de Palestina. ¡Por cuerpos y territorios libres, seguiremos en las calles!
¡Tocan a una-e, TOCAN A TODAS-ES!
¡Nunca antisemitas, SIEMPRE ANTISIONISTAS!
¡No es una guerra, ES GENOCIDIO!
miércoles, 24 de julio de 2024
Finlandia
La transición verde en Europa pasa por la pampa: así es el impacto de las fábricas de celulosa finlandesas en Uruguay
La finlandesa UPM, empresa dedicada a la fabricación de celulosa, abrió su segunda planta en Uruguay en 2023, la tercera en el país. ¿Cuáles son las consecuencias medioambientales, sociales y económicas?
FINLANDIA / URUGUAY
Loreley Urbeldz es enfermera, madre de dos hijos y de vez en cuando conduce su auto en modo taxi. Una noche de noviembre de 2022, año en el que la multinacional finlandesa productora de celulosa UPM se instaló en la orilla del río Negro, el río de aguas mansas y profundas que atraviesa la pequeña ciudad uruguaya de Paso de los Toros, en el corazón del país, Loreley recibió un mensaje: "Ven ya, a mi compañera le están pegando".
—Un extranjero saltaba sobre las piernas de una trabajadora sexual. Me dijeron que me llevara a la chica y que me olvidara de todo a cambio de dinero, que tenían cocaína y querían evitar problemas con la Policía. La chica, de acento caribeño, estaba mal. Mientras llegaba la ambulancia le presté los primeros auxilios. Ya cuando la llevaron al centro de salud yo fui a realizar la denuncia. Entre el comisario y varios policías me amenazaron. Los extranjeros que trabajan para UPM son intocables. Contra la plata no se puede hacer nada. Están en Uruguay, pero protegidos por otras leyes. Es como si ellos hubieran comprado esta tierra y nosotros fuéramos los extraños.
Matti Liimatainen recorre con la mirada los discos de los centenares de troncos apilados que esperan a ser trasladados a la fábrica que UPM tiene en Kaukas, a 220 kilómetros de Helsinki, muy cerca de la frontera con Rusia. Cuando encuentra uno que le convence, saca un palillo de madera de su bolsa y empieza a contar con paciencia los anillos. De la médula a la corteza: "112 años". El bosque en el que Liimatainen se encuentra se ubica a 100 kilómetros al este de la capital finlandesa y pertenece a Tornator, una de las empresas con más propiedad forestal de Finlandia después del Estado: 661.000 hectáreas, algunas de ellas gestionadas por UPM.
"Esta industria tiene mucho poder sobre el Gobierno y es un 'lobby' de presión muy fuerte"
Como esta, son muchas las áreas de foresta antigua que las organizaciones ecologistas consideran que deberían estar protegidas por su biodiversidad, pero que son explotadas por la industria. Liimatainen, coordinador de campañas forestales en Greenpeace Finlandia, lleva años abogando por la implementación de políticas de protección medioambiental más robustas. "La industria forestal no es sostenible. Hay una crisis de biodiversidad. Esta industria tiene mucho poder sobre el Gobierno y es un lobby de presión muy fuerte contra las regulaciones de la UE que protegen los bosques antiguos", asegura.
La preocupación de las organizaciones ecologistas por la sostenibilidad ambiental del país nórdico convive con la indiferencia de gran parte de la sociedad, pero también con el orgullo que despierta la industria forestal en el país que, después de la Segunda Guerra Mundial, vio en su vasto territorio colmado de pinos, abetos y abedules una vía para su recuperación económica. Estas áreas de bosque boreal, que forman parte de la corona verde que circunda el Ártico, cubren el 75% del territorio del país, equivalentes a 22,5 millones de hectáreas. De estas, el 90% son utilizadas para la industria forestal, principalmente para la elaboración de pulpa de celulosa.
El debate público en el país nórdico con respecto a la industria forestal se centra en la protección y la tala de bosques a nivel local. Finlandia está comprometida con la Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea, que obliga a proteger todos los bosques antiguos y en su estado natural. Y la definición de bosque antiguo depende de los Estados. Por lo tanto, la cuestión y la preocupación se focaliza en la posibilidad de que los intereses económicos prevalezcan en las decisiones de protección de la biodiversidad.
Corría 2010 cuando, cansada del ritmo áspero y vertiginoso que le proponía Montevideo, Grace González llegó a Paso de los Toros. Con su esposo tantearon por varios años diferentes lugares para trasladarse y ofrecer una mejor calidad de vida a sus hijas. Fue en esta ciudad en la que proyectaron seguridad y tranquilidad alrededor de una hermosa casa a orillas del río Negro.
A mediados de 2023 y tras una inversión de US$ 3.470 millones se inauguró UPM 2, justo enfrente de la casa de Grace. Entre las personalidades que asistieron a la ceremonia de apertura, brilló la de Henrik Ehrnrooth, el entonces presidente del directorio de UPM, quien usó su discurso para calificar a Uruguay como "un país confiable para hacer negocios". Desde entonces, lo primero y lo último que ve Grace todos los días de su vida es ese mastodonte industrial, con sus monumentales y tóxicas fumarolas que, confundiéndose con las nubes, no solo manchan los tejados de su casa cuando llueve, sino que le regalan un invariable hedor a repollo hervido.
"El día menos pensado voy a levantarme y voy a ver la bandera de Finlandia: bienvenidos a Little Helsinki", apunta Grace González, mientras conduce por el barrio finlandés de Paso de los Toros. Las calles están numeradas en lugar de llevar nombres. Por cuadra hay cuatro casas que, para la media habitacional latinoamericana, podrían ser auténticos palacios. Son de dos plantas y cuentan con suelo radiante, un costoso sistema de calefacción que va por el suelo y las paredes, muy usado en los lugares más gélidos del planeta. Dos niñas tipo Rapunzel dan vueltas en sus bicicletas con una serenidad que perfecciona el mutismo adyacente. El barrio está lleno de cámaras de seguridad y, aunque es de libre acceso, en cualquier momento puede caer un vigilante y cuestionar la visita.
En el extremo sur del Lago Saimaa, insertada a pocos kilómetros de la ciudad finlandesa de Lappeenranta, UPM tiene una de sus tres fábricas de celulosa, UPM Kaukas. De las ciudades con industria maderera se solía decir que olían a huevo podrido y a dinero. De esto, en Lappeenranta ya solo queda el mismo aroma a bienestar que desprenden la mayoría de ciudades del país. Lo primero que alerta a los visitantes de la presencia de la fábrica es una descomunal chimenea sobre la cual pivota una colosal área industrial. Miles de troncos se posan en las aguas de la orilla del lago a la espera de su turno; las mangueras y maquinaria de transporte no dejan nunca de funcionar. Mientras, en el centro de Helsinki, tocando a la principal estación de ferrocarril, un cartel con los colores del arcoíris y el eslogan "diversidad es natural" cuelgan de las oficinas centrales de UPM, cuya puerta es custodiada por el Griffin, una criatura mitológica mitad águila, mitad león que –cuenta la leyenda– vela por el oro verde que albergan los bosques. "La industria de la celulosa sí es sostenible en Finlandia. La responsabilidad de la gestión de los bosques no solo recae en las empresas forestales o el Gobierno, también en los más de seiscientos mil propietarios privados", dice Kati Kaskeala, vicepresidenta de relaciones con los interesados de UPM.
A pocos metros del emblema mitológico se erige el Parlamento finlandés, un edificio monumental de estilo clásico y columnas corintias. Hasta el 2 de abril de 2023, la coalición de centro izquierda gobernaba el hemiciclo. Maria Oishalo, de la Liga Verde, fue ministra de Medioambiente y Cambio Climático entre 2022 y 2023. "La mayoría de la legislación ambiental y climática proviene de la Unión Europea. En cuanto a la legislación finlandesa, solíamos tener una regulación que establecía que los árboles debían crecer más antes de ser cortados. Hoy en día, eso ha cambiado, lo que ha causado una disminución en los sumideros de carbono. El nivel de biodiversidad en nuestros bosques ha mermado y sabemos que aproximadamente una de cada nueve especies está en peligro en este país. Deberíamos estar pensando en otras formas de producir", cuenta Oishalo.
"Para pedir por Amazon o Alibaba se necesitan los bosques"
Juha Aromaa, subdirector de programas de Greenpeace Finlandia, subraya un aspecto crucial sobre el incremento de la demanda global de celulosa. Si bien la digitalización y la disminución de la lectura de periódicos, revistas y libros condujo a una reducción de este mercado, el auge del comercio electrónico y la proliferación de la paquetería a domicilio compensaron esta tendencia. "Para pedir por Amazon o Alibaba se necesitan los bosques, ya sean plantaciones en Uruguay o bosques naturales en las regiones nórdicas".
En cuanto a la expansión de la empresa a otros lugares, Kaskeala habla de la creciente demanda de celulosa en todo el mundo: "El modelo finlandés no tiene suficiente madera para producir más celulosa de manera sostenible, por eso tenemos operaciones en Uruguay, así como otras empresas en otros lugares". Según la ejecutiva de UPM, alrededor del 80% de los uruguayos tienen una opinión neutral o positiva sobre la empresa.
"Hubo un momento en la historia en que la industria forestal finlandesa tuvo que salir fuera de sus fronteras para buscar materia prima. Finlandia siempre ha sido un país frío donde la madera no crece tan rápido, por ello desde hace ya algunas décadas ha habido una tendencia de producir pulpa en países más tropicales para luego llevarla a otros países como China", dice Teivo Teivanen, profesor de política mundial en la Universidad de Helsinki.
En Lion d´Or, una antigua confitería montevideana, el periodista y escritor Víctor L. Bacchetta se sienta una tarde de lunes en la mesa número uno y descarga su arsenal investigativo. Víctor tiene 81 años, pero su actitud es la de un activista de 18. De su mochila extrae tres libros: La entrega, el proyecto Uruguay-UPM (2019), El fraude de la celulosa (2008) y El pacto colonial (2021). En el primero oficia como compilador y de los dos siguientes es el autor.
"Uruguay no gana nada con UPM y, por el contrario, sí regala muchas cosas"
Aunque los títulos de los libros tienen voz propia, Víctor tiene una sola cosa, clara y concisa, para subrayar: "Uruguay no gana nada con UPM y, por el contrario, sí regala muchas cosas: al margen del espantoso problema medioambiental que implica una empresa de este calibre en cualquier lugar del mundo, acá lo que está en juego es la soberanía. Estamos hablando de neocolonialismo, y uno lo dice y lo recalca, y nadie lo toma en serio, creen que uno está en contra del progreso nacional o, en el peor de los casos, que uno está loco".
—A la gente parece no importarle que le quiten el agua, que la contaminen y que invadan las tierras y el paisaje pampeano con especies no nativas como el eucalipto. El único misterio que guardan todos estos bosques que nos rodean es el de la infertilidad. Esos monocultivos de eucalipto y los químicos que usan para que crezcan más rápido estropean la tierra. Para cuando se vayan en cincuenta años, que es el tiempo que el Gobierno les firmó, esta tierra no va a servir para nada, cuando su principal característica era su riqueza. La gente solo reacciona cuando se ve directamente afectada. En 2015, el agua del arroyo se puso rojiza y desprendía un olor ácido. Nosotros lo advertimos, pero nadie atendió. Decían que estaba envidiosa porque no me daban trabajo en el vivero. Semanas después hubo una terrible mortandad de peces. Y hay más. Hace diez años era común ver garzas, liebres y hasta nutrias, hoy no sabemos dónde están, o si por lo menos están, dice Mariana Barrán, trabajadora social y activista ambiental de 47 años que vive en Guichón, un pueblo de cinco mil habitantes ubicado a 86 kilómetros al oeste de Paysandú, la cuarta ciudad de Uruguay.
En Uruguay UPM planta árboles, una acción que la multinacional defiende a capa y espada bajo un apócrifo compromiso con el medio ambiente, aun cuando usa agroquímicos prohibidos en Europa. "Allá no pueden sembrar y cortar, entonces se vinieron para acá, que no tienen límites de acción", puntualiza Marcelo, de 49 años, pareja de Mariana. Hoy, Uruguay tiene 1,3 millones de hectáreas plantadas con eucalipto. Casi el 8% del territorio nacional.
Mariana trae entre sus manos una bolsa de tela blanca con el logo de UPM. Adentro un lapicero verde retráctil con la inscripción UPM Biofore - Beyond fossils y una carpeta blanca con un folleto y una revista. El primero lleva como título "¿Cómo hacemos celulosa?", que contiene el abc de la producción industrial. La revista se llama El sorprendente mundo de la forestación. Descubrílo junto a Cami y Facu, es ilustrada, tiene 33 páginas y está dividida en cinco capítulos. El kit viene con una pequeña muestra de celulosa y es entregada a niños y adolescentes uruguayos acompañada de una leche achocolatada y un alfajor. "Puro verso, perfecto para convencer y maquillar la realidad", termina Mariana.
UPM usa el eslogan "Producimos el futuro". A 15 kilómetros al oeste de Paso de los Toros está Rincón del Bonete, una ínfima población emplazada a orillas de una enorme represa. La zona llamó la atención a finales de 2023 por un arroyo afluente del río Negro, cuya vida, según un representante del Ministerio de Ambiente, "se extinguió" gracias al derrame de un millón de litros de soda cáustica que UPM fraguó intencionalmente por medio de una cañería clandestina.
El suceso tuvo lugar el 16 de agosto de 2023, pero solo fue notificado a la opinión pública cuarenta días después. Una fuente local que prefiere ocultar su nombre asegura que "pasó más de un mes y nadie pudo decir nada hasta que UPM básicamente autorizó la salida de la noticia. Lo que hizo la empresa fue aplastar con su poder al Estado y, mientras tanto, limpiar el campo. También impidió el acceso al territorio afectado a evaluadores externos y activistas. Después pagó una multa irrisoria de 182.000 dólares, ni una cosquilla para una empresa que factura cientos de millones de dólares al año. Uno se pregunta: ¿De quién es este país?".
—Increíble, pero cierto. Desilusión porque mucha gente se alistó para la supuesta reactivación económica y quebró; desocupación porque nunca cumplieron con la promesa de trabajo; prostitución por la proliferación de trabajadores extranjeros varones; narcotráfico porque las jornadas laborales eran largas al igual que las noches en la ciudad; contaminación por obvias razones. Resumámoslo en tristeza. Todo esto fue en su momento, cuando el quilombo con los argentinos, que bien desconfiaban de la multinacional y que no solo hicieron protestas, sino que llevaron el asunto hasta la Corte Internacional de La Haya, que después falló a favor del funcionamiento de la planta. Hoy es una fábrica que está y no está. Nadie le da mucha bola. Pasa que hicieron tanta publicidad que la gente o se hartó o se creyó el cuento o simplemente se olvidó. Recuerdo un comercial de esa época. Un periodista uruguayo va a Finlandia y bebe un vaso de agua que saca de un lago que está frente a una papelera para demostrar que lo de la contaminación era mentira. Hicieron cualquier cosa para convencer, pero bueno, ya sabemos que los que más contaminan son los que tienen el discurso ambientalista más fuerte, dice Robert Urgoite, psicólogo social de 39 años, habitante de Fray Bentos, oeste uruguayo.
María Forte, de 64 años, argumenta lo que ella considera que es el trasfondo de todo: "La planta de UPM es una sucursal de Finlandia en Fray Bentos". María lleva su cabello pintado de rubio y mientras habla, intercambia sus blanquecinas manos entre su mate y dos agujas de croché. La casa de María es esquinera y, aunque no queda cerca al río, sabe recibir todo el viento que proviene de la cuenca. "Ese polvito blanco sobre el auto no es tierra, es amoniaco que se desprende de la chimenea de UPM. ¿Han sentido el olor a huevo podrido? No hay que esforzarse mucho para saber de dónde proviene todo eso", certifica.
"Entregaron el país y el Estado es cómplice"
María lidera un grupo de ciudadanos de Fray Bentos que permanecen atentos a todo lo que concierne a UPM. "El río era una fuente de alimento importantísima y ahora una no puede comerse nada de ahí. Desde 2018 hay un decreto que no permite sacar peces para estudiarlos. ¿A dónde van a arrojar todos sus desechos si no es al río? Eligieron Uruguay porque nadie los controla, y tampoco es que aquí haya mucha tecnología disponible y de fácil acceso para medir cosas como la contaminación que generan los agrotóxicos en la sangre de las personas. Entregaron el país y el Estado es cómplice. Riqueza ambiental, debilidad institucional y zonas francas a lo largo y ancho del país fue lo que los trajo. Debería declararse un delito ambiental", continúa María, mientras en una pequeña punta de la costa del río Uruguay, diagonal a la planta de UPM, señala formaciones de algas verdes brillantes, según ella, contaminación ya mutada con el río.
El vacío es profundo y despiadado. Las pocas personas que transitan la noche fraybentina se caen hacia adelante en lugar de caminar. Hay garúa. Del río Uruguay no llega ningún sonido; pacífico y silente sigue su curso. Los pastizales a su alrededor, inundados por las últimas lluvias, se agitan marchitos con el viento mojado. Ver la luna brillar sobre los camiones atiborrados de troncos recién cortados que entran a la planta deja la sensación de naufragio. "Al río lo están matando, pero sus consecuencias solo se verán por ahí en 30 o 40 años, cuando ya no se pueda hacer mucho. Hay que resistir y generar diálogos para contrarrestar esta violación a nuestras propias leyes que dan a las empresas lo que ellas piden y ordenan también. En otras palabras, la colonización del país", dice María.
"La dependencia económica de Finlandia en la industria maderera, impulsada por subsidios estatales y altos ingresos fiscales, provoca que sea difícil convencer a la gente de que el sistema que nos está aportando tanto bienestar se está construyendo a expensas de la tierra, el trabajo y el medio ambiente en Uruguay". Janette Kotivirta realiza un doctorado en la Universidad de Helsinki sobre los impactos de la industria forestal finlandesa en Uruguay, razón por la que ha viajado al país para establecer vínculos con las organizaciones y comunidades locales.
"Hay una relación creciente entre los movimientos sociales aquí y en Uruguay. La reducción en la producción debe ocurrir de manera simultánea y en colaboración entre el movimiento social aquí y el de otros lugares, porque sabemos que hay una tendencia de las empresas del Norte Global a externalizar y mudarse al Sur Global", denuncia Kotivirta, también activista del movimiento Deuda por el Clima. "Al estar conectados, estamos tratando de avanzar hacia formas reales de justicia ambiental para asegurarnos de que la transición verde en el Norte Global no se convierta en un proyecto colonizador en el Sur Global".
*Este reportaje es una adaptación de la investigación completa El mundo es de papel y con papel se compra: bosques finlandeses en la pampa uruguaya. Con la colaboración en Finlandia de la periodista Lotta Närhi.
*Con el apoyo de Journalismfund Europe.
Algunas observaciones sobre impunidad judeoisraelí
Luis E Sabini Fernández
Mis últimas notas han procurado enfocar situaciones gravísimas y generalizadas que entiendo se ignoran o ante las cuales “esquivamos el bulto”; incluyendo la expansión del narcotráfico y otros tráficos igualmente lesivos o peores, como el de humanos, la plastificación generalizada y lo que ello significa en términos de salud, ambiental, animal y humana y también señalábamos la actual existencia de un genocidio a cielo abierto y la no menos llamativa ausencia de reacción del universo institucional.
Como esto último persiste, y aun tiene visos de afianzarse, por normalización, por acostumbramiento, por miedo, no tenemos más remedio que hincarle el diente otra vez al asesinato generalizado, de día o de noche, de gente armada o desarmada, de niños de cualquier edad, y en muy variadas formas, con muy peregrinas justificaciones.
Nos referimos a la política genocida abierta del Estado de Israel sobre la población palestina cada vez más despojada de su territorio en una lenta y progresiva política de pinzas del sionismo, que se aceleró bruscamente el 7 de octubre de 2023.
Hasta entonces, la táctica y la técnica del sionismo para la apropiación del territorio palestino, se había caracterizado por dos momentos: uno primero, muy pausado y fragmentario, adueñándose de tierras de propietarios ausentistas mediante escrupulosas compras de esas tierras a los propietarios rentistas que en general aceptaban la transacción, incluso contentos porque los sionistas solían comprarles esas tierras a buen precio.
Ese período, grosso modo, coincidió con la primera mitad del s xx. Con la instauración del Estado de Israel se produce un cambio en el ritmo y el alcance de la apropiación. Hasta 1947/1948, se echaba de tierras a campesinos inmemoriales que carecían de títulos de propiedad, y la Agencia Judía encargada ahora de administrarlas, las asignaba a kibutzim o a moshavim de judíos que habían hecho la aliah, en castellano que habían ‘retornado a las fuentes’.
Este concepto de retorno tiene, como diría el inolvidable Bartolomé Hidalgo, “su dificultad”: cuesta hablar de retorno, mediando dos grandes obstáculos conceptuales para ello: los antepasados con que se ligaba ese retorno, eran, si habían vivido allí, de dos mil años atrás. Ardua tarea reconocer esa ligazón. Pero si los judíos que hacían la aliah tenían sus ancestros provenientes de otras tierras, por ejemplo, jázaras, entonces se perdía toda ligazón física, material. Podría argumentarse que se tratara de una ligazón religiosa, pero ¿cómo validar con ello muy concretas y materiales apropiaciones de tierras?
Lo cierto es que, “por la razón o la fuerza”, los sionistas ampliaron enormemente la apropiación de tierras después de 1948. El período 1948-2023 fue el de un cada vez más intenso despojo de lo que iba quedando como “territorios palestinos”, usando la fraseología de la ONU. Esos territorios formaban parte fundamental de un hipotético “estado palestino” que figuró en las tratativas palestino-israelíes más de una vez.
Pero permanentemente fue ensanchándose el poder israelí y achicándose, licuándose la presencia palestina. Si lo graficáramos con imágenes animales diría que Israel empleó la técnica de la boa constrictor, sobre todo cuando tiene que enfrentar una víctima de porte mayor.
Una medida tomada en 2006 por Israel lo grafica nítidamente: luego de varios años con colonias sionistas enclavadas en la Franja de Gaza –un territorio altamente densificado sobre todo por el expansionismo israelí (Guerra de los 6 días)–, “El Carnicero” Ariel Sharon decide evacuar las escasas colonias instaladas en la Franja y anuncia hacerle –a los palestinos– la vida imposible. Al retirarse, desmantelan y rompen todas las instalaciones agrícolas y habitacionales, las redes de riego, que habían erigido en Gaza, en medio de las privaciones generalizadas de su población y dejan todo el estropicio sobre las maltratadas tierras gazatíes. Y esa misma noche aviones israelíes sobrevuelan rasantes la Franja a la velocidad del sonido: a la mañana, la Franja tendrá muchos niños con enuresis y con tímpanos rotos.
La técnica constrictor se profundiza: la Franja de Gaza queda aislada por los cuatro costados: se bombardea y desmantela el aeropuerto y el puerto; únicos de la Franja, se cortan todos los caminos salvo uno hacia Egipto celosamente cuidado por israelíes y egipcios, y otro de acceso a Israel, que se convierte en “el cordón umbilical” de ese territorio “embolsado”. E Israel dictamina acerca del ingreso de alimentos instaurando dosis con un máximo de calorías per cápita. Con la pesca fuertemente limitada, porque los gazatíes no pueden salir al mar –son baleados–, apenas pescar en la orilla, con una agricultura –la Franja de Gaza fue uno de los primeros territorios agrícolas de la humanidad– totalmente saboteada por la depredación israelí, la alimentación de casi dos millones de seres humanos pasó a estar dosificada por las hostiles autoridades israelíes.
Cuando decimos hostilidad, la idea es demasiado débil: valga lo acontecido con un suceso infrecuente; en 2005 un soldado israelí es tomado prisionero: cuando las fuerzas policiales y militares israelíes procuran “liberar” a ese preso (único) que milicianos palestinos habían secuestrado en una escaramuza (y que los palestinos liberarán mediante canje, sano y salvo, años después; Gilad Shalit), en una serie de allanamientos -donde jamás encontraron nada- terminan matando entre un centenar y dos centenares de “allanados”. Le queda a uno la interrogante: ¿estaban buscando a Shalit o usaban el pretexto de buscarlo para poder ir matando a mansalva? Porque el descuido, el error, el simple exceso están descartados (ya veremos un comportamiento similar ante el copamiento del 7 de octubre).
Observemos otro ejemplo que refleja la creencia que los judíos sionistas, israelíes tienen de su propia excelencia: la carta abierta que los decanos de las universidades israelíes Ben Gurion del Negev, lnstituto de Ciencia Weizman, Universidad Hebrea de Jerusalén, Universidad Ariel, Universidad Abierta de Israel, Universidad de Haifa, y el Instituto Technion-Israel del Instituto de Tecnología, todos ellos alarmados por los discursos académicos posteriores al 7 de octubre de 2023, con lo que consideran “inadecuada respuesta”.
Los decanos adoptan acríticamente la versión oficial israelí de “los más de 1400 víctimas niños, jóvenes y adultos, judíos, musulmanes y cristianos por igual” [sic]. En el momento de su carta abierta, ya existían numerosas fuentes de información que discriminaban en el tendal de muertos; que el principal caudal de víctimas había sobrevenido con la reacción israelí, unas 6 horas después del copamiento de Hamás y otros agrupamientos palestinos sobre el cuartel regional israelí y algunos kibutzim aledaños.
Pero el nudo problemático radica no en repartir culpas y muertos entre milicianos armados atacantes y militares contraatacando, sino en algo previo.
¿Por qué? ¿Por qué la acción palestina del 7 de octubre?
Leamos a los decanos, que con increíble tranquilidad de conciencia establecen el estado de situación: “Nos enfrentamos atendiendo dos frentes: uno contra las atrocidades de Hamás,
otro en la arena global de la opinión pública. Lamentablemente, observamos una tendencia alarmante según la cual Israel, pese a su derecho a la autodefensa, es caracterizado como un opresor. Esto establece una equivalencia falsa entre las acciones de una organización asesina y terrorista y un estado soberano con su derecho a defender a sus ciudadanos, lo cual desafortunadamente tiene como resultado la pérdida de vidas palestinas inocentes. Todo intento de justificar o apelar equívocamente a las acciones brutales y grotescas de Hamás es intelectual y moralmente indefendible. Es preocupante que muchos colegas universitarios se ha[ya]n convertido en campo propicio para sentimientos antiisralíes y antisemitas, insuflados por una comprensión sesgada e ingenua del conflicto.” 1 Aquí, en la penúltima palabra, aparece la superioridad intelectual, y moral, que presumen los decanos para sí. Con su planteo maniqueo de que Israel –un estado colonialista– sea el bien. Claro que lo es, para los colonialistas.
Y me permito todavía otra frase de estos personajes que destilan su superioridad definiendo sus verdades como si fueran universales: “Mientras Israel usa sus armas como escudo protector de sus ciudadanos, Hamás usa a sus ciudadanos como escudos para sus armas.” Nuestros decanos muestran escasa originalidad pero que también conocen el mensaje panfletario. La realidad es más espesa y penosa. Para los israelíes, la vida de los palestinos es apenas una molestia, una recordatoria del despojo que han cometido. Los israelíes más democráticos soportan la situación; deseando, en todo caso, que los palestinos “se esfumen”. Los israelíes menos democráticos, las alas fascistas del sionismo, quienes siempre tuvieron la decisión de “esfumarlos”, están llevándolo a cabo, con la cabeza llena de desprecio racista por los despojados palestinos. Por eso, ministros de Netanyahu proponen como “solución” al problema carcelario, matar a los prisioneros. Sinceridad modelo chutzpah. En su determinación asesina sólo los altera la resistencia, formidable, que han tenido los palestinos.
Israel Shahak ha llevado a cabo una labor esclarecedora excepcional: los textos “sagrados” judíos están en lengua hebrea y por lo tanto no son accesibles a la inmensa mayoría de los humanos. Shahak se tomó el trabajo, junto con Norton Mezvinski, de traducirlos al inglés y con ello, dada la difusión de esta lengua, ponerlos al alcance de prácticamente todos. Shahak y Mezvinski son judíos no sionistas y hasta antisionistas, lo cual se expresa en los frutos de su investigación.2
El judaísmo ortodoxo –probablemente como toda creencia ortodoxa o absolutista– es profundamente racista. Y autocrático. Judeocéntrico. En semejante escala de valores los no judíos, los goyim tienen menos estatura humana que los judíos e incluso pueden ser considerados y tratados como instrumentos por los propios judíos.
Allí, se entronca el radical desprecio con que los sionistas han estado desalojando, hostigando, castigando y suprimiendo población palestina que les ha resultado refractaria. Lógicamente refractaria. ¿A qué población le gusta que venga otra y que, alegando antiguos derechos, los desaloje de las viviendas en que moran desde tiempo inmemorial, les arrebaten los cultivos que laboran familiarmente desde décadas, siglos?
El sionismo, pese a su prescindencia inicial de lo religioso estuvo siempre fuertemente atado a la tradición religiosa judía. Es aquello que con humor judío siempre se ha dicho: ‘No creo en dios pero él me ha asignado esta tierra’.
Lo grave del sionismo es que alberga judíos progresistas que rechazan con vehemencia toda política genocida. Aunque significativamente tienen una particular alergia contra toda crítica a “la cole” si viene de afuera. Sin embargo, ese árbol les hace perder el bosque: lo explica magistralmente otro judío, antisionista: «el error fundamental de este artículo 3 es considerar al sionismo una ideología nacionalista y no reconocer su verdadera naturaleza de colonialista. Eso es lo que ha sido desde Herzl, quien parecía creer que los judíos éramos una nación como las que en su tiempo querían liberarse de los imperios ruso, otomano y austro- húngaro. Pero como, a diferencia de los checos, polacos, etc. no estábamos todos en un mismo territorio, que bastaba con separar para crear un estado, Herzl imaginó una solución propia de su tiempo, el de los imperios coloniales; crear un estado de "europeos adelantados" en una tierra habitada por "nativos atrasados". La ideología colonialista de Herzl quedó bien clara en su discurso del 21/8/1903 cuando trató de convencer a los delegados al Sexto Congreso Sionista de que aceptaran la oferta de Uganda. Dijo entonces: "debemos ser una Inglaterra en miniatura, […] como esas naciones que supieron hacer su fortuna con sus imperios coloniales". El sionismo siempre ha sido la ideología de los judíos de derecha, los de izquierda estaban en el Bund, revolucionario de izquierda y antisionista o en organizaciones revolucionarias sin identificación judía, ejemplos notorios, León Trotsky y Rosa Luxemburg. Los judíos que por una parte se consideran de izquierda mientras por la otra son incapaces de separarse de toda relación con Israel debieran darse cuenta de que pretender ser "sionista de izquierda" es equivalente a calificarse de "colonialista de izquierda".»
Existen muchos datos históricos que abonan la descripción de Brainin. Baste pensar en la relación entre nazis y sionistas en los primeros años nazis, hasta bien adentro los mediados de la década del ’30. Desde 1933, rápidamente, los nazis van poniendo fuera de la ley y expulsando de las instituciones gubernamentales a comunistas, socialdemócratas y purgando estamentos públicos de judíos… no sionistas. A mediados de la década del ’30 sólo quedaban dos partidos políticos reconocidos legalmente: los nazis... y los sionistas.
Más allá del certero comentario de Brainin al interrogante de Burstin, éste pretende establecer ciertos cotos que en el terreno del pensar son francamente equivocados, por no decir encubridores y sostenedores de privilegios. En el mismo artículo que mencionaba Brainin, Burstin se queja de la intromisión ideológica de ajenos al judaísmo acerca de la presunta legitimidad del sionismo: “¿a santo de qué una persona que tiene cero vínculos con el pueblo judío entiende pertinente pronunciarse acerca de la legitimidad de ese movimiento nacional?”
Bastaría ver la trascendencia política, material, la influencia que tiene el sionismo en el mundo para considerar esa legitimidad, para sopesar y criticar esa influencia en el mundo que es de todos.
Porque estaríamos mucho peor de lo que ya estamos si sólo los monárquicos pudieran opinar sobre lo monárquico, si sólo los católicos pudieran opinar sobre su iglesia vaticana, si sólo los marxistas pudieran hablar de ciencia política, si sólo médicos pudieran hablar sobre salud y enfermedad. Burstin y los sionistas no tienen ningún derecho a procesar o disponer del
sionismo como coto cerrado. Porque lo que ellos hacen con el sionismo puede influir en otros. Pregúntenle a los palestinos, sin ir más lejos.
Si ya de por sí, estas pretensiones de exclusividad y reserva ideológica son nefastas; basta ver todas las matanzas prácticas que en Israel se han procesado y procesan con incrementadas intensidad invocando el sionismo.
El rabino Kook, guía espiritual de la rama Lubavich –de la que abreva el presidente argento Javier Milei y buena parte del sionismo religioso en Israel– establece, por ejemplo, esta curiosa distinción antro… digamos antropológica (aunque no es exclusivamente referida a humanos):
“La diferencia entre un alma judía y las almas de los no judíos –todos ellos en todos los distintos niveles— es mayor y más profunda que la diferencia entre un alma humana y las almas del ganado.” 4
Nuestros autores rastrean estas peregrinas afirmaciones. Kook se basaba, para sus lucubraciones “en los principios básicos de la Cábala Luriánica [que establece] la superioridad absoluta del alma y cuerpo judíos sobre el alma y cuerpo no judíos.” (ibíd.)
Empezamos a entender un poco mejor el desprecio, la inaceptable sensación de superioridad que despliegan, por ejemplo, los soldados, masculinos y femeninos, destrozando el tejido social palestino, con sus niños masacrados, sus mujeres desesperadas, la impotencia de los varones con los brazos desnudos contra civiles y militares israelíes abusando con sus protecciones y armamentos…
Resulta penosamente interesante la observación, sin duda cierta, de que Kook era vegetariano y respetaba las plantas hasta el punto de “no permitir que fueran cortadas flores o pasto para su propio placer”. Con ello, se ha querido como contrapesar su idea, hiperracista, sobre las almas de judíos y no judíos.
A mí, en cambio, esa exquisita observación sobre el corte de plantas me retrotrae a la llamativa sensibilidad de Heinrich Himmler para no pisar hormigas en sus andanzas por el bosque y no quebrar ramas porque sí. Y esos cuidados se ensamblan con decretos del Tercer Reich enseñando a la población a poner las centollas a cocinar en agua hirviendo y no en agua fría, prolongando innecesaria y cruelmente la agonía.
Estas consideraciones de Kook, de Himmler o del Tercer Reich no están mal, sólo que el amor a los animales o vegetales que las nutre no se extiende, curiosamente, a humanos. Que siempre entendimos se ligan, bien que problemáticamente, al reino animal.
Volviendo a nuestro asunto principal; el genocidio desplegado contra el pueblo palestino y el comportamiento judeosionista: mientras hay una ceguera pertinaz ante las consecuencias del comportamiento israelí; ¿se puede acaso considerar intrascendente el bombardeo masivo, por artillería o mediante aviación de barrios densamente poblados, con edificios de diez pisos, habitados por civiles, hombres, mujeres, niños, ancianos, ¿puede algún israelí imaginar que tales bombardeos puedan ser incruentos?
Porque el presidente de AMIA, Amos Linetzky, ha declarado: “Nuestra tradición nos enseña no permanecer ajenos ante el sufrimiento del otro.”5 Difícil conciliar tamaña afirmación con el comportamiento sionista en Palestina/Israel.
Esa frase del señor Linetzky adquiere claridad y atroz coherencia cuando advertimos que se refiere al sufrimiento de otro judío. Y solamente entonces.
Otros humanos, ¿existen o no existen según la ceguera luriánica? Cuando Linetzky clama: “No fueron suficientes los gritos desesperados de familiares para que la Cruz Roja pueda llevar medicamentos a personas secuestradas” se refiere exclusivamente a la emergencia, también sanitaria, vivida por israelíes el 7 de octubre de 2023. ¿Y todas las veces que la aviación y la artillería israelí arrasaron instalaciones, escuelas, hogares, hospitales, calles, edificios aplicando discrecionalmente castigos colectivos a palestinos (a veces por actos violentos de tipo guerrilleril, a veces por actos rebeldes ni siquiera violentos, a veces por miserables competencias, como los crueles, sádicos, mezquinos y reiterados atentados israelíes, lisiando futbolistas) no necesitaban la Cruz Roja?
Como nos lo muestra el extraordinario y valiente aporte de Shahak y Mezvinksi, la humanidad que campea en Israel es bastante corta: se limita a “los suyos”.
Un egoísmo aterrador.
Sobre todo, cuando está armado y opera conquistando. Como lo prueban sucesivos incidentes en que Israel y sus grupos de choque pisotean otros derechos, otras heredades, castigando con la muerte, heridas y mutilaciones de por vida a población civil a menudo ajena a las imputaciones.
Israel ha ido deviniendo una máquina de matar que se permite avanzar sobre la base de un desprecio radical a la vida de los ajenos, so pretexto de que “los demás” quieren aniquilar a Israel y ahogar en el mar a sus habitantes.
Personalmente, no albergo ninguna simpatía ideológica por una guerrilla que se ampara en un absoluto religioso, ya sea musulmán, cristiano o judío. Pero observemos porqué Hamás ha logrado cosechar tanta simpatía entre palestinos.
En primer lugar, porque a diferencia de una resistencia palestina también armada, el Fatah, que terminó aceptando el penoso papel que le ofreció la dirección sionista de ser policía de su propio pueblo, armada y entrenada por sus mandantes israelíes, Hamás se concentró en ayudar a la población palestina, tan privada y despojada por la ocupación israelí. El palestino cualquiera, el que vive y brega para cuidar a su familia, sus hijos, sabe lo que es traición o defecc¡ón y sabe lo que es una ayuda.
Una mirada sobre el 7 de octubre
Historiadores tendrán que explicar por qué las fuerzas israelíes tardaron 6 horas en reaccionar y actuar. En espacios, en distancias muy reducidas. Desentrañar si fue una celada que le permitiera luego a las fuerzas de seguridad israelíes dar rienda suelta a una “respuesta” o si fue que el exceso de poder a su favor de Israel le jugó una mala pasada y fue sorprendido por un adversario subvalorado, como pasa tan a menudo en el deporte.
Sabemos que se discuten y barajan mucho esas dos posibilidades, pero en lo que no cabe duda es en la capacidad de falsear realidad que Israel sistemáticamente lleva a cabo. Con sus bots y sus trolls. Desde los bebitos horneados o decapitados, pasando por las violaciones colectivas de mujeres judías hasta atribuirle a guerrilleros palestinos con armas livianas la matanza de la playa de estacionamiento de la fiesta rave, en donde las fotos aéreas o de superficie de autos calcinados no dejan lugar a dudas que fueron blanco de artillería pesada, precisamente la que pusieron en acción las tropas israelíes.
El parte israelí de ese dia habla de 1400 víctimas de la barbarie palestina. Prácticamente desde el inicio periodistas probos, judíos, como Max Blumenthal o Ron Unz, o el muy conocido premio Pulitzer, Chris Hedges, cristiano, rechazaron categóricamente ese guarismo, en el que se incluía a todos los victimados por la intervención militar israelí, que eran muchos más que los matados inicialmente por quienes coparon el cuartel regional israelí en Gaza.
Esas primeras víctimas israelíes, militares, se estimaron en centenares, ¿100, 200, 300?; de todos modos una cantidad de muertos que en ningún momento antes había afrontado el ejército israelí en su prolongadísima lucha de desgaste con la población palestina.6
Tan cruento golpe se explica por “la mano tan pesada” que Israel ha estado levantando, cada vez más y de un modo cada vez más abusivo, contra la despojada población palestina.
Parecería que el valor que Israel atribuye a la vida de su población es tanto mayor que el valor de las otras vidas, como exigiéndole al “otro” el pago de cien vidas por una judía. Alguna vez he escuchado como justificación de tan atroz aritmética que el pueblo judío es escaso, incomparable con la cantidad de árabes, de rusos o anglogermanos que pueblan el planeta.
Pero estas cuentas son capciosas. Porque en primer luqar, el racismo señorial ha exterminado con particular fruición a poblaciones menores que las de los perpetradores. Y segundo, porque esas cuentas son inaceptables.
Lo que tenemos por delante es a genocidas que fundamentan su proceder –ya sea decanos de la cúpula universitaria o burócratas– con descaro.
Esto es nuevo en la sociedad humana.
Hasta ahora, era más bien la ignorancia y el olvido lo que “lavaba” genocidios.
Queda por ver, qué sucederá, que está sucediendo, en este caso.
1 a letter from veraNov. 1, 2023.
2 El fundamentalismo judío en Israel, 1ª, ed. en inglés, 2004. Editado en castellano: Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012
4 Shahak y Mezvinski, ob. cit.
5 Amos Linetzky, discurso 18 jul. 2024. Cit. p. Marisol Juárez, AM 7850, Bs. As.
6 La excepción podría ser la huelga general de la sociedad palestina contra la ocupación sionista, 1936-1939, una suerte de guerra civil que demandó la vida de unos 300 judíos, una cantidad similar de muertes inglesas y decenas de miles de muertos palestinos. Pero en un período de 3 años.
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