Situación frigorífico Carrasco
Decadencia sindical?
Esta semana se dió en el local del
sindicato al que pertenezco una Asamblea General. La instancia se dió por
mandato estatutario y entre las mociones del día, la más relevante giraba en
torno a las elecciones internas del gremio.
El plazo determinado e incluso el diseño
para celebrar elecciones está dispuesto por estatuto desde el siglo pasado,
cuando un grupo de trabajadores con visión de futuro decidió emprender la
personería jurídica y formalizar el trabajo colectivo. La personería jurídica
no es la solución a todos los problemas, pero es una guía legal que regula el
funcionamiento interno. Aunque algún marco pueda ser más flexible dependiendo
del contexto actual, básicamente su estructura es de rigor y es deber de sus
integrantes, independientemente del lugar que ocupe en el sindicato, hacerlo
cumplir.
En estos más de cincuenta años de
formalización del sindicato del matadero Carrasco ha sucedido un montón de
cosas, desde lo laboral hasta lo humano, que se ha logrado superar por la
adhesión que tiene su gente al gremio. Aún así, los efectos del ejercicio del
poder en su ceno siempre fueron discutibles e imperfectos, dada la condición
humana, no solo por el simple hecho de errar, sino por la obsesión que tiene el
trabajador de perseguir el exitismo salarial en todo momento, difícil de
satisfacer.
En la actualidad, si bien es un
sindicato que abarca casi el cien por ciento de su plantilla productiva, hay un
debilitamiento del compromiso del trabajador a la hora de formar parte de la
estructura jerárquica o representativa del sindicato. Esta cuestión genera que
unos pocos activos se roten en los lugares de dirección, mientras la mayoría
hace la vista gorda o critica en la pulpería, centralizando las decisiones
colectivas en unos pocos.
Más allá de comprender las dificultades
que tiene el ejercicio del poder en el sindicato, es importante conservar
diligentemente las etapas formales que tiene el sindicato para no seguir
fomentando la desidia o el desinterés en los trabajadores, o el vicio y el
acostumbramiento de unos pocos a mantenerse al frente. Ya que cada vez más se
mezclan intereses personales y políticos, dirigentes de carrera que buscan
aprovechar los espacios de discusión que los trabajadores van dejando por
negligencia.
La experiencia de esta última Asamblea
General vino a reafirmar lo que presumía. En dos años de ejercicio sin darle
importancia al plenario de afiliados -cuestión que genera cada vez menos
concurrencia- manejando casi a control remoto el sindicato, banalizando
circunstancias que fueron claros objetivos de la empresa Minerva, se hizo una
asamblea, algo apresurada, restringida y amañada, en función de evitar
elecciones y manterse en el poder, habiendo un grupo de compañeros siguiendo los
pasos pertinentes para presentar lista e ir a elecciones. O sea, más importante
que hacer cumplir el estatuto, fué hacer valer lo que no está escrito en él.
Pero todo justificado por el voto mayoritario.
La situación me lleva indefectiblemente
a una reflexión. La participación es fundamental. Pero cómo hacemos para no
caer en sindicatos regentes producto de la decadencia institucional? Yo creo
que volviendo a la raíz. No podemos perder de vista el orígen que motivo a esos
trabajadores de los años setenta para emprender el camino de la formalización
del sindicato. Evidentemente en ese entonces los caminos alternativos tenían
desviaciones imprevistas que atentavan contra la unidad proletaria del
momento. En una época de auge industrial, con un sinnúmero de problemas, desde
la precariedad laboral hasta la conquista tendenciosa del obrero por distintas
ideologías en disputa, el camino legal tenía como objetivo proteger la
integridad del colectivo, cuidarlo de intereses políticos, religiosos e incluso
filosóficos. Su condición por consiguiente era la de ser obreros libres y su
cometido la de contribuir a ser mejores personas, comprometidas con las causas
en común, entre ellos y sus pares. Si bien suena romántico e idílico en sus
preceptos, son extractos del estatuto, por lo tanto es digno de honrar su
memoria trabajando sobre las dificultades del presente, sin caer en
personalizmos, apresuramientos o apatias entre compañeros, ya que todo esto se
hizo además con paciencia, tolerancia y mucha, mucha discusión.
Anael Cardozo de Assis
Trabajador del frigorífico Carrasco
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