martes, 30 de abril de 2024

Gaza

 

Genocidio rampante en Gaza… a la vista del público

Luis E. Sabini Fernández, 26 abril 2024

https://revistafuturos.noblogs.org/

La muy larga y detallada reflexión del intelectual indio Pankaj Mishra1 me despierta ciertas interrogantes, más allá de los muchos aciertos que festonan su abordaje.

La matriz no europea del planteo brota, afortunadamente, por todas partes, cuando ya resulta prístina la crisis de la pretensiòn Europa centro del mundo.

Pero es justamente a la luz de una reflexión que procura superar todo eurocentrismo, como lo han hecho con tanta enjundia otros autores indios como Winin Pereira, Vandana Shiva, Arundhati Roy, que me llama la atención la confianza que Mishra otorga a ciertas verdades reveladas del mundo occidental.

La oscilación entre formidables observaciones sobre el pensamiento dominante (europeo) y sus parti pris para referirse a otras manifestaciones de ese mismo eurocentrismo es lo que llama, penosamente, la atención.

Espigo algunas de sus jugosas observaciones: nos recuerda que en 1982, cuando Israel arrasa a El Líbano y a los núcleos de resistencia palestinos allí asentados –un operativo que mereció la repulsa de, por ejemplo Jacobo Timerman, preso de la dictadura argentina de 1976, finalmente expulsado de Argentina y recibido con honores por Israel, quien inicia entonces un segundo exilio, repudiando a sus “protectores”− y el presidente estadounidense Ronald Reagan acusa a Israel de ejercer un genocidio en El Líbano ordenando su (tardío, deliberadamente tardío) final, otro senador norteamericano más realista que el rey opinó que tendría que haberse atacado (todavía) más, aunque eso significara matar mujeres y niños. Entonces, Menagem Begin le aclara al entusiasta senador (de daños ajenos), que “según nuestros valores, está prohibido herir a mujeres y niños, incluso en la guerra”. Bueno recordarlo hoy en la Franja de Gaza (FdG), ante las matanzas masivas y deliberadas del “ejército más moral del mundo”, aunque el alegato de Begin sea apenas el taparrabos ideológico que el vicio concede a la virtud.

Nuestro autor acierta con el delicado y eludido asunto racial del color… de piel. Nos dice que buena parte del conflicto que se juega en Palestina/Israel es racial: “Las respuestas para muchas personas en todo el mundo no pueden dejar de estar contaminadas por una amargura racial latente desde hace mucho tiempo. Palestina, como señaló George Orwell en 1945, es una ‘cuestión de color’, y así lo vio inevitablemente Gandhi, quien suplicó a los líderes sionistas que no recurrieran al terrorismo contra los árabes … Lo que William E. Burghardt Du Bois llamó el problema central de la política internacional –la ‘línea de color’– motivó a Nelson Mandela cuando dijo que la liberación de Sudáfrica del apartheid es ‘incompleta sin la libertad de los palestinos’.”

Mishra no acepta incluso que se hayan lateralizado y dejado a un lado los “numerosos holocaustos tardíos [sic] victorianos en Asia y África”. Algo que percibimos apenas miremos un mapa con densidades humanas; hay continentes históricamente despoblados, como el africano: en Angola, por ejemplo, un enorme territorio de un millón y cuarto de km2, se

estima que había unos 18 millones de habitantes en el s XV; pasadas las “visitas” de esclavistas, a mediados del s XIX se estimaba su población en 8 millones.2

En el penosísimo tema de genocidios, Mishra navega con algunos aciertos. Sin embargo, ya el título podría darnos una pista peculiar, al establecer el arco (¿de lo posible?) entre la Shoá y Gaza.

Mishra nos dice que “los recuerdos del sufrimiento judío a manos de los nazis son la base sobre la que se ha construido la mayoría de las descripciones de ideología y atrocidad extremas, y la mayoría de las demandas de reconocimiento y reparación.” Y remata: “a falta de algo más eficaz, la Shoah sigue siendo indispensable como estándar para medir la salud política y moral de las sociedades.”

¿Acaso, el colonialismo europeo, diezmando y/o exterminando poblaciones africanas, mutilando congoleños, extrayendo mano de obra esclava durante siglos del África para las Américas, no constituyó formas de genocidio atrozmente memorables, tanto como los registrados genocidios de la Turquía imperial contra armenios o de la Alemania nazi contra judíos?

Tomar a la Shoá para erigirlo como referencia requiere pasar por alto las motivaciones por las que se logró posicionar a la Shoá como el non plus ultra de la maldad.

Caben algunas precisiones metodológicas con ese posicionamiento. Atendiendo la calidad racional, crítica de la investigación histórica y sus avances, no es adecuado abordar la historia como un fait accompli. La historia no necesita ni tolera sacerdotes o inspectores que vayan proclamando verdad o falsedad. Esa posibilidad le queda a las religiones, a las diversas fés. El llamado holocausto nazi de comienzos de la década del ’40 tiene tales vestales. Los últimos, en Yad Vashem, la institución, israelí, que custodia las presuntas verdades en ese campo. Por decisión de sus miembros se ha demandado judicialmente a “negacionistas”, que han sido encarcelados; historiadores incluidos; historiadores de calidad profesional probada, según comentarios de prensa no partidaria ni pronazi. Yad Vashem puede tranquilizar algunas almas, pero inquieta otras, de buscadores de verdades históricas.

Un docente, investigador e historiador, Norman Finkelstein, él mismo judío y no sólo judío sino con mucha de su estirpe asesinada en campos nazis de concentración, define así “la industria del holocausto” en su libro homónimo: “Este libro es tanto una anatomía como una denuncia de la industria del holocausto nazi. Como todas las ideologías tiene una conexión, aunque tenue, con la realidad. El Holocausto es una construcción, no arbitraria sino intrínsecamente coherente.” 3

Si un investigador de los quilates de Finkelstein le atribuye tan bajo grado de veracidad o confiabilidad a la versión del holocausto “oficial”, en buena medida forjada desde Hollywood, ¿cómo puede nuestro analista asiático, Pankaj Mishra, articular su reflexión sobre el horror en Gaza tomando como base o fuente de análisis la Shoá y toda su parafernalia institucional? El mismo Mishra es perfectamente consciente de muchos de tales manejos, que explicita: “Por qué los políticos y periodistas occidentales han seguido presentando a decenas de miles de palestinos muertos y mutilados como daños colaterales en una guerra de autodefensa impuesta al ejército más moral del mundo?”

Una buena pregunta que da la dimensión de la sumisión psíquica y moral del periodismo de masas a ‘la voz del amo’. ¿Nadie advierte que es monstruoso matar a mansalva? Claro que lo advertirían y lo denunciarían. Si tienen permiso. Si no se trata de “judíos”. Entonces, la cobardía intelectual, la comodidad profesional y otros intereses de baja calaña se hacen prioritarios.

Para basar su punto de vista, Mishra afirma: “Que el régimen nazi de Alemania y sus colaboradores europeos habían asesinado a seis millones de judíos era ampliamente conocido después de 1945.” No es algo menudo lo que da Mishra por sabido.

Un apunte sobre lo de “los 6 millones”. Un guarismo que parece gozar de cierta permanencia. Me ha impresionado el rastreo llevado a cabo por Thomas Dalton4 registrando una ristra de noticias en que los judíos amenazados, hambreados, son “6 millones”.

“El activista Stephen Wise dijo en 1900: ”Hay 6 millones de vivientes, sangrantes, sufrientes argumentos a favor del sionismo.” (NYT, 11 jun, p.7). [Ésta y las referencias siguientes provienen del trabajo de Dalton]. “En 1901, el Chicago Daily Tribune informó de la condición ya sin esperanza de 6 millones de judíos en Rusia (22 dic. p. 13).” “En 1905, los sionistas empezaron a preocuparse de que ‘Rusia, con sus 6 millones de judíos’ no estaba promoviendo la emigración (29 ene, p. 2).”

Dalton presenta reproducción facsimilar del NYT (18 sept. 1919, p. 6) en que “judíos ucranianos tratan de parar progromos” ante noticias de que “127 mil judíos han sido matados y 6 millones están en peligro”. Y en la edición del Chicago Tribune Co. del 20 jul. 1921, se ruega en titular: “America [EE.UU.]: salve 6 millones en Rusia.” Y la nota continúa: “Masacres amenazan a los 6 millones de judíos, a medida que decae el poder soviético. […] Copyright 1921, de The Chicago Tribune Co. Berlín, 10 de julio. “Los 6 millones de judíos de Rusia enfrentan el exterminio mediante matanzas. A medida que la hambruna se extiende, el movimiento contrarrevolucionario está ganando terreno y el control soviético está desdibujándose […].”

Llama la atención la recurrencia al guarismo 6 millones (¿algo numerológico?) en tan diversas circunstancias, aunque todas de carácter catastrófico. Los judíos entonces habían tenido que soportar numerosos progromos en lo que resultó el tramo final del zarismo (progromos y atentados jugaron entonces un duelo mortal).

Las dimensiones cuantitativas de una política genocida no altera necesariamente el fenómeno que tratamos de desentrañar. Y ningún genocidio desaparece solo porque en lugar de millones se pueda hablar de miles, aunque “las diferencias de grado” puedan resultar relevantes.

No resulta el caso de la persecución nazi a judíos: el rabino, ya citado, Stephen Wise, le envía una carta a Franklin D. Roosevelt, diciembre 1942, con una noticia que había estado reservando durante casi 3 meses esperando confirmación, acerca de la industrialización de la matanza de judíos, y registra hasta entonces “unos dos millones de judíos civiles” matados.5

Más allá de los datos cuantitativos, me resulta más significativo acercarnos a la política nazi ante la cuestión judía y advertir que al menos hasta 1936 (desde su inicio, 1919 o desde la toma de gobierno, 1933) fue la de separación, divorcio de la comunidad alemana y la judía. En ese período −cuando ya en 1933, 1934, el gobierno nazi había puesto fuera de la ley e

internado en campos de concentración a comunistas, socialistas, anarcosindicalistas, judíos y hasta cristianos− quedaron legales únicamente dos organizaciones políticas en la Alemania nazi: el Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores y la Federación Sionista Alemana, ésta última difundiendo su política de colonización en Palestina. Nazis y sionistas estaban de acuerdo… en separarse, temiéndose, repugnándose mutuamente.

A esos efectos, a mediados de la década del ’30 los nazis promovieron la operación Ha’avara con aceptación (¿voluntaria, forzosa, a medias?) de los dueños judíos de capital: el Tercer Reich secuestraba sus fortunas al abandonar el país camino de Palestina6 y se las trocaba en productos alemanes exportables, convirtiendo así a los sionistas en “agentes de venta” en el mercado árabe del Cercano Oriente. Los nazis promovían así la “colonización” (tan europea) sionista de Palestina y se nutrían triplemente: sacándose de encima a los sionistas (los judíos no sionistas ya estaban siendo reprimidos) exportando producción alemana y antes, recordemos, confiscando capitales de futuros emigrantes.

Por estas consideraciones, prefiero la cautela de Finkelstein ante “el holocausto” –que por cierto existió− porque despoja al “Holocausto” el carácter de genocidio mayor o de primera magnitud o referencial, que Mishra le otorga.

Resulta sobrecogedor conocer que quienes han vivido un genocidio como víctimas puedan transfigurarse en genocidas ellos mismos. Mishra cita el testimonio de Aleksandar Tišma, serbio judío, que repudia a ‘judíos antiguos presos que se paraban en torretas con banderas ondeando’, −Líbano, 1982− cruzando “a través de asentamientos indefensos, a través de carne humana, desgarrándolas con balas de ametralladoras, acorralando a los sobrevivientes en campos cercados con alambres de púas.”

Tengo a mi vez el recuerdo de un viejo amigo, nonagenario, judío, que participó de la Nakba y que, como joven combatiente judío terminó matando a campesinos palestinos que habían sido expulsados bruscamente de sus tierras y cultivos y que habían logrado reubicarse cerca de su terruño. A la noche, esos palestinos recién desalojados, subrepticiamente volvían a sus tierras para seguir atendiéndolas, como lo habían hecho siempre, con sus aperos. Lo que hacían jóvenes sionistas como mi amigo, −la nueva policía del país− era jugar al blanco… con ellos. Matándolos festivamente, sin riesgo, como parte de “la conquista de la tierra”. Pero, ¿de quién era la tierra, entonces? El recuerdo ahora, lo persigue cada día.

Volviendo a Mishra: no se trata de medir o ponderar el genocidio que hoy lleva a cabo el sionismo israelí y todos sus aliados y subalternos con la Shoá ni con ningún otro genocidio, como el ruandés. Se trata de asuntos demasiado graves para tratarlos comparativamente.

Hay que afrontar éste, por sí mismo. Y preguntarse cómo prosigue el “No pasa nada”. Y tener en cuenta que esta inacción, esta parálisis, no es un hecho aislado, único.

Porque hemos soportado, como sociedad moderna, hipertecnologizada, la invasión de plásticos bajo el soborno de la comodidad y tenemos ahora microplásticos (porque es un material no biodegradable, pero rompible, que, erosión mediante, alcanza dimensiones de microplásticos −que hace que el estúpido lo “vea” desaparecido−) y está ahora en la leche materna humana y no sabemos en qué orígenes tumorales estará presente en todo “el reino animal”.

Y hemos aceptado sin consideración alguna la sustitución de la medicina hipocrática con sus ignorancias por la medicina de los emporios farmacéuticos con sus intereses.

Volvamos al genocidio que nos ocupaba. Recordemos la definición de Chalk y Jonassohn: "Genocidio es una forma de asesinato en masa de un solo lado, en el cual el estado u otro tipo de autoridad intenta destruir un grupo definido por el perpetrador."7

Y el que lleva a cabo el estado israelí abre un nuevo cariz social, sin precedentes: es el genocidio más cercano a nuestras vidas cotidianas; la de la humanidad en general, ya sea porque recibimos imágenes u oímos acerca de ello. Su proyección cultural es ominosa si se le tolera, si psíquicamente no sabemos resistir y rechazar.

Pero no somos individuos aquí los decisivos cuando advertimos el “No pasa nada” ante la impunidad; nos referimos a los elencos que deciden nuestras vidas diariamente, donde no contamos la inmensa mayoría: ¿seguirá el No pasa nada?

En nuestra derrota va nuestro presente, pero también nuestro futuro.

¿Seguirá el No pasa nada?

¿O las quillas de las naves de la flota solidaria con Gaza surcarán los mares? □

viernes, 19 de abril de 2024

RACISMO

 

RACISMO: CLAVE NO ASUMIDA DE NUESTRO MULTIFACÉTICO PRESENTE

Luis E. Sabini Fernández

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Hemos ido entrando en un proceso cada vez más vez rápido y ominoso y en varios planos u órbitas a la vez: una presentización del mundo cada vez más imperiosa que está rompiendo una característica humana por excelencia –nuestra temporalidad−; una hipertrofia de los laboratorios de guerra biológica (biowarfare) con eje en EE.UU. y “sucursales” en muchos y significativos estados; China, Ucrania, Azerbaiyán, Kazastán, alcanzando según denuncia Xinjuá, 336 laboratorios1 que pueden ir modelando las sociedades en que están instaladas. Xinhua sostiene que sólo en Ucrania hay 26 de tales laboratorios; una pandemia universalizada, producto de ese mismo biowarfare que señalamos, cuyo patógeno se pretendió atribuir a la naturaleza o a la casualidad y nos obliga, o al menos debiera obligarnos, a ubicar a los fautores de la aparición del Covid19. Todos acontecimientos constituidos en mojones de la geopolítica de nuestro desgarrado presente, así como la reinstauración (desde hace ya tiempo, pero con revestimiento legal) de la industria concentracionaria para el manejo y la administración poblacional: Gaza, 2006.

Podemos agregar “relámpagos” llevados a cabo por (muy pocos) humanos; el 11 de setiembre, 2001, el 7 de octubre, 2023.

Nuestra actualidad que podemos remontar, inevitablemente de modo arbitrario, hasta 1945, coincide con el señorío planetario de EE.UU.2 Y de su instrumental geopolíticomilitar: ONU, BM, FMI, AID, la red biowarfare que hemos señalado, los “comandos” con que el estado mayor o invisible norteamericano ha ido cubriendo el planeta (CENTCOM, AFRICOM, EUROCOM, etcétera) y para rematar el tablero de control planetario, la red de “nenúfares”, centenares de unidades dispersas por todos los continentes con que cuenta EE.UU: “una red mundial de fuertes fronterizos, la ‘caballería global’ del Siglo XXI”.3

Con estas instrumentaciones, hemos entrado en un nuevo tiempo genocida (del que, en rigor, nunca estuvimos lejos). ONU, por ejemplo, ha constituido la coartada si no perfecta, al menos ferpecta, para un genocidio escalonado en décadas, en Palestina.

Nos dice Isaac Nahón Serfaty que: “jóvenes no muestran gran sensibilidad ante la masacre cometida por Hamás el 7 de octubre [2023].4 Lo que no nos dice Serfaty es que consciente o inconscientemente se ubica del lado de los victimados con el copamiento del 7 de octubre, equiparándolos a judíos en campos de concentración (nazis, obviamente). ¡Pero Gaza, toda la franja, es ella misma un monstruoso campo de concentración!, donde Israel se permite todas las arbitrariedades, todos los excesos; dosificarles la comida, el sueño, los ritmos en la calle, los medicamentos, el agua, las comunicaciones, el acceso a la costa… todo bajo pena de balazos sin intermediación judicial…

Dejemos a un lado si el copamiento palestino del 7 de octubre fue un gambito ayudado tipo Pearl Harbor, por el gobierno israelí para que Hamás y otras agrupaciones armadas palestinas incursionaran en el cuartel regional israelí a cargo del “orden” en la FdG o si, por el contrario, fue una operativo guerrillero “de alta costura” que tomó por sorpresa a los mandos, mal acostumbrados a un dominio aplastante; algo que –de todos modos− me cuesta mucho aceptar dado el tipo de control de la valla que ejercían los mandos israelíes. De todos modos, con Pearl Harbor o sin él, fueron copados y sumariamente ajusticiados algunos centenares de militares israelíes, incluso todavía en calzones.5

La prensa que se considera seria, objetiva y portadora de los valores de nuestra sociedad salió por ejemplo, en Buenos Aires, a ilustrar una “atípica marcha por la ciudad para reclamar por los rehenes en Gaza”. “Olvidando” que los gazatíes son desde 2006, rehenes de Israel. En todos los aspectos imaginables.

Este campo de concentración –infierno en la tierra− procesa instancias de resistencia al administrador (como en su momento, muy desesperadamente, los concentrados por el gobierno estalinista, el nazi o el sudafricano, por ejemplo, también encararon). El golpe de mano de Hamás y otras organizaciones armadas tiene así puntos de comparación con la resistencia judía desde el gueto de Varsovia. Por sus dimensiones físicas, empero, Gaza se asemeja más a Numancia6 que al gueto varsoviano.

El operativo de copamiento del 7 de octubre y toma de rehenes constituyó el intento gazatí de zafar siquiera un poco de todos “los torniquetes” que Israel fue aplicando a la FdG. En ese aspecto, sí, es comparable con el gueto de Varsovia que en 1943 inició una rebelión desesperada que sus mismos protagonistas sabían de muy difícil concreción.

La prensa oficialista procura comparar a los israelíes tomados como rehenes en Gaza con los judíos perseguidos y puestos en campos de concentración por el nazismo. Eso habla del escaso nivel analítico de la prensa bien llamada “canalla”; sus apologías y emprendimientos pasan por dólares y/o ignorancia, “sabiamente” combinados.

Revival del campo de concentración

El poder concentracionario está en Israel, como estuvo en tantas otras constelaciones de poder: lo ejerció EE.UU. para “resolver” la cuestión india, “reservándolos”; durante la 2GM internó a japoneses; los sudafricanos anglos tuvieron tales campos donde internaron boers, abandonados en sus encierros hasta morir, mujeres y niños incluidos; la URSS dirigida por Stalin, tuvo una red de campos de concentración que Solzhenitsin tuvo la lucidez y el valor de revelar (y que estimó en 12 millones sus habitantes, casi un 10% de la población soviética); los campos de concentración nazis durante la década del ’30 para todos los que los nazis calificaban “desviados”, los hubo de varias naciones europeas en África, y sin ir tan lejos, en nuestro Salsipuedes (1831); el anticipo de la misma política de “limpieza” y “pureza” para la etnia charrúa en nuestro país).

Eso es lo que hay que asumir ante la conmoción de la madrugada del 7 de oct. 2023: un contragolpe desde el universo concentracionario.

¿Por qué los palestinos armados decidieron “pescar” rehenes? Porque es lo escasísimo que les ha brindado alguna compensación siquiera, algún respiro. Fue histórico el rehén azarosamente conseguido tras un enfrentamiento armado de dos puñados de combatientes en 2005: los palestinos sobrevivientes se llevaron prisionero a un soldado israelí. Y ofrecieron su devolución a cambio de la liberación de mil palestinos, presos políticos, bajo juicio o por detención “administrativa”.

Aunque “el ejército más moral del mundo” procuró liberarlo por sí mismo, siguiendo presuntas pistas que únicamente sirvieron para matar a enorme cantidad de palestinos “sospechosos”, luego de varios años de cautiverio, se llevó a cabo el canje propuesto por palestinos que resultó en ese soldado prisionero por mil veintisiete presos palestinos (que poco a poco iban a ser detenidos otra vez). El soldado en cuestión, estrella mediática por una hora, no fue más entrevistado por la prensa israelí al haber dicho en su primer reportaje que no fue nunca maltratado en varios años de cautiverio, que siempre tuvo para comer e higienizarse. Que había sido bien tratado.7

La info que se nos brinda desde los mass media: matanza escamoteada

Dresde fue una ciudad alemana castigada por Los Aliados cuando ya se había decidido el final de la guerra y el bando victorioso.

En 1945 Dresde, ciudad histórica y culturalmente famosa, recibió unas 1800 toneladas de bombas que mataron "al menos" entre 25 mil y 30 mil habitantes.

Gaza, la ciudad capital que hasta ahora ha soportado la mayor parte de los bombardeos recibió unas 4500 toneladas de bombas con tecnología 2023 (mucho más demoledora e incisiva que la tecnología 1945). Algunos equiparan esa carga de devastación con las dos bombas atómicas tipo Nagasaki o Hiroshima.

Si ponderamos las muertes en Gaza con las equivalencias en Dresde tendríamos unos 75 mil muertos gazatíes. Si referimos la equivalencia a Hiroshima, 160 mil muertos o a Nagasaki, 80 mil. Al día de hoy, la info para Gaza, tanto israelí como palestina, nos habla de cifras alrededor de 30 mil muertos. Claro que restringir el conteo a cadáveres visibles es insensato dado el grado de derribo y destrucción.8 No hemos podido rastrear datos de cuerpos humanos dentro de la dantesca devastación edilicia.

Ralph Nader, a 6 meses del 7 de octubre y tomando la artillería empleada y el estado de privación generalizado a que ha sido planificadamente sometida la población gazatí (sin agua, sin alimentos, sin asistencia médica, sin techo, sin abrigo), arriesga el guarismo 200 mil,9 que, según datos ya conocidos de matanzas con el mismo método (Dresde, Hamburgo) resulta atendible.

Se estima que los escombros alcanzan a 23 millones de toneladas (lo que se calcula como billions en inglés). Calles, paredes, techos, pisos, ascensores, escaleras, ventanas, muebles, ropas, aparatos domésticos de uso manual o eléctrico, ropas de cama, de uso personal, vajilla, fotografías, cartas, juguetes, y cuerpos de bebes, madres, ancianos y ancianas, enfermos, jovencitos… y sueños, proyectos.

Pero la prensa occidental tiene su emocionómetro: si habla de quince mil niños pero palestinos, asesinados a sangre fría, brota la circunspección, el ser contenidos; si habla de dos ciudadanos israelíes asesinados, allí sí brota la angustia, se desmelena el furor; allí, sí surge el vejamen a la vida.

Contra el maniqueísmo

Alice Wairimu Nderitu, jurista keniata secretaria de ONU en el área de prevención de genocidios, ha condenado desde el primer momento tanto el copamiento violento con toma de rehenes de las organizaciones palestinas como la respuesta violenta israelí enfocada en la noción (muy bíblica) de “castigo colectivo”; el que permite moralmente a los israelíes cosechar la muerte de decenas de miles de civiles palestinos, ajenos o no, al operativo “Hamás”.

Este escabroso asunto nos lleva inevitablemente a considerar otros factores en juego.

¿Por qué Israel acude al castigo colectivo como sustento de su accionar? Algo que desde el enfoque democrático resulta monstruoso. Porque considera a lo palestino como algo ajeno a su derecho, a los derechos que los judíos sí tienen. Eso es lo característico de toda sociedad señorial: un código propio para sí y otro para los demás (que puede consistir en que no tengan derecho alguno).

Ésa es la dicotomía propia de todo colonialismo, de toda sociedad de origen colonial. Es lo que hicieron los romanos en Numancia (y en tantos otros sitios); los españoles en las Américas, y varios otros europeos también en partes del “Nuevo Continente”. Ésa fue la irradiación europea también en África y el resto del planeta.10

No se puede desarrollar colonización alguna si no se parte de la base que el colonizador es mejor, y consiguientemente el destinado a ejercer lo mejor (para todos: este todos no tiene porque abarcar a todos). Así se posesionaron de Palestina, a lo largo del s XX, los sionistas.

Es la impronta colonial de “nuestro mundo moderno”, como muy bien explica el historiador francés Laurent Guyénot11 lo que explica la lenidad de los juicios occidentales ante el comportamiento israelí. “la cola de paja” de tanto progresista de último momento ha llevado a muchos conservadores de la peor laya a pasar por alto las atrocidades sionistas cada vez

más abundantes y abyectas. Siempre dieron por buenas sus propias historias nacionales, por ejemplo, arrebatando tierras a los indios para fabricar las sociedades rurales más estables y nutridas de derecho que imaginar se pueda. Claro que para consolidar ese reinado del derecho y la justicia hubo que matar a quienes clamaban que esas tierras eran propias. O de todos. Si pensamos en el sur americano, rioplatense, el proyecto artiguista podría haber sido una línea de encuentro o del medio, en lugar del arrasamiento que viéramos en Salsipuedes).12

Para quienes rechazamos tales escalas en valores de vidas humanas, la práctica sionista de matar a tantos por cada judío matado por natives trasluce prístinamente el valor atribuido a la vida propia… y el desprecio a la ajena.

En todo aquel maremagnum que señalé al comienzo he optado por abordar la matanza indiscriminada y colectiva de seres humanos desarmados no sólo por su atrocidad en sí casi incomprensible, sino porque me parece advertir la flojedad social, la indiferencia, la ignorancia, y la consiguiente manipulación comunicacional de quienes manejan nuestros resortes mediáticos, al punto que muchos no logran o aceptan calificar genocidio a un genocidio. O que están en trance, consciente o inconsciente, de calificar genocidios malos y genocidios buenos…

La gente en Gaza sigue pasando hambre, muriendo de enfermedades curables, se nos “cuenta” que un millón y medio de gazatíes se arremolinan en Rafah, un poblado mínimo hasta ahora de unos veinte mil habitantes. Que Israel promete bombardear cuando lo entienda… ¿justo, necesario, oportuno?

Muchos israelíes ya han dado cuenta de su verdadero interés: ocupar Gaza y aprovechar su envidiable costa. Sueñan y promueven zonas turísticas, muy bien equipadas. Justo delante de la costa gazatí, además, se han verificado yacimientos petrolíferos.13

El empleo de lo bíblico como argumento, amén de sus falencias como documento histórico, deja al desnudo intereses bastante más crudos y materiales… como en su momento los de los grandes terratenientes bonaerenses, del sur brasileño o del norte uruguayo…. tan afanados en “civilizar” las comarcas…

¿Por qué en la ONU se puede oír a Beniamin Netanyahu proclamando el extermino de los amalecitas y no se suspenden relaciones y contratos con quienes se guían por la Biblia para sus comportamientos sociales, políticos y militares? Únicamente Sudáfrica advirtió esa inaceptable referencia, pero toda una serie de estados y naciones “normales” no tuvieron objeción.

Ése es nuestro mundo. Tendré que terminar estas líneas con las que puse en mi última nota sobre otro tema: “‘Dios nos salve de los salvadores porque aquí los salvados son los únicos

sacrificados y los salvadores los únicos que se salvan.’ Solo que, quienes no somos bíblicos ni nos sentimos ni protegidos (ni amenazados) por dios alguno, vemos, sí, nuestra realidad, nuestro mundo bajo una amenaza política, cultural, mediática, material, cada vez mayor y más pensante.□ 

 

 

1 http://spanish.news.cn/2022-03/19/c_1310521141.htm. 2 ¡Y qué señorío! Hay que repasar lo que los dirigentes norteamericanos pensaban sobre sí y el mundo. Y es contundente la presentación del intelectual “exdeizquierdas” James Burnham en las primeras páginas de su La revolución de los directores, 1941. 3 https://www.elciudadano.com/pueblos/nenufares-las-nuevas-bases-de-estados-unidos-repartidas-por-el-globo/08/03/. 4 https://dialogopolitico.org/debates/nuevo-antisemitismo.

 

5 Poco creíbles los datos “oficiales” de 1400 asesinados en esa madrugada del 7 de octubre. Periodistas que han procurado acercarse a la verdad, como desde The Gray Zone, estiman en algunos centenares los militares ajusticiados, y en la inmediatamente posterior de toma de rehenes, algunas decenas más de israelíes en la población local. 6 Una ciudad que resistió el ensanche imperial romano y que tuvo éxito al impedir su asentamiento. Tras dos derrotas militares, los romanos cambiaron su táctica: la aislaron y al cabo de un poco más de un año, Numancia abrió sus puertas, es decir el puñado de sobrevivientes que no optó por el suicidio colectivo, abrió las puertas al imperio. 

 

7 ¿Cómo puede caerle bien esta ‘experiencia de prisión’ del soldado israelí, al personal militar “más moral del mundo”, que encierra a prisioneros palestinos en celdarios todos cuyos lados son entre un metro y un metro 20 o 30, por lo cual, encerrados, nadie puede incorporarse, estirarse ni erguirse? (cit. p. G. Atzmon). 8 Un dato que sí hemos podido rastrear entre escaseces: en Gaza se han derribado unas 300 000 viviendas consideradas dos tercios del total habitacional. Hasta hoy. 9 https://www.unz.com/article/how-many-gazans-have-already-died-perhaps-200000/.

 

10 Una distinción cabe, que nos dé cierta luz u optimismo acerca del que no hay-mal-que-dure-cien-años. La impronta colonial que dejó el imperio romano, por ejemplo, en los pueblos europeos, muchos a la vez configurados con el aporte romano, hace más de mil años, no es tan perceptible, al menos como lo es la generada por ingleses, holandeses, españoles, portugueses en las diversas sociedades que fueron configuradas tras la colonización europea hace dos, tres o cuatro siglos. En algunos casos, dando lugar a híbridos societales y étnicos; en otros, como con los ingleses en América del Norte, opacando y reduciendo a un mínimo las sociedades preexistentes y generando sociedades nuevas. Muchos sionistas, los más desembozadamente racistas, tienen como modelo para su tratamiento a palestinos lo actuado por los americans con “los pieles rojas”. 11 Tiene muchísimos textos sobre el particular, p. ej., “Las lente bíblica y la luz nietzcscheana”, probablemente el más reciente. 

 

12 México y su configuración política tuvo a su vez perfiles de cruces y reconocimientos culturales de los viejos y los nuevos americanos. Pero la impronta europea en América ha sido aplastante. Habrá que esperar hasta Evo Morales para vislumbrar un diálogo interétnico fecundo en las Américas. Antes hubo presidentes y figuras prominentes de origen indio, pero en general prolijamente europeizados u occidentalizados. 13 Esa riqueza submarina se la conoce desde hace mucho, pero Israel “congeló” esos recoocimientos estando ese mar bajo jurisdicción gazatí, palestina. Corría el riesgo de tener una disputa o tener que compartir esa riqueza. El desalojo violento y sanguinario de la FdG le permite recoger esas “riquezas” de tierra no tan bíblicamente judía como fruta madura…

lunes, 15 de abril de 2024

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COLINAS

 

COLINAS DE SOLYMAR

El pasado martes 5 de Marzo se llevó a cabo una reunión vecinal  en el Centro de Barrio  convocada por Autoridades de la Intendencia.

El fin de la reunión era dar cuenta de lo hecho y de las obras a hacerse en Colinas. Ya en el 2017 un grupo de vecinos había presentado al entonces Alcalde Alessandri una carta, acompañada por cientos de firmas, reclamando obras en el barrio (Expediente 2017-81-1330-01177), asfaltado  ,paradas ,canalización de aguas pluviales ,iluminación ,etc.  La mayoría de estos reclamos (salvo algún refugio en las paradas) no se ha cumplido.

En la reunión del Martes 5 , las autoridades se comprometieron a comenzar con alguno de estos viejos reclamos . Uno de los compromisos es que las obras comenzarían  en Octubre, con el asfaltado de la entrada principal a Colinas. Esto debe ser  acompañado por la realización de todas las cunetas  para posibilitar la salida del agua.

También es  necesaria la señalización y la colocación de lomadas al culminar el asfaltado asi como la iluminación de todas las calles.

Informe de Luis Rodriguez.

 

BARRIO BIGUÁ

 


BARRIO BIGUÁ

En el anterior número de La Fragua informábamos de la pelea que vienen dando las y los vecinos del Barrio Biguá, que está situado en Neptunia norte, entre el Arroyo, la Ruta 34 y la Interbalnearia.

Dialogando con las vecinas, nos habían informado que se habían recibido cartas que anunciaban un posible desalojo. Detrás de esto, está la empresa Inmobiliaria Neptunia SA, que ha estado en intentos anteriores por desalojar a vecinos en toda la zona.

En este caso la empresa Neptunia SA tiene especial interés por el valor de estos terrenos, por estar sobre el Arroyo y porque ya al norte se están construyendo barrios privados (Villa Juana) y complejos deportivos (Forlan).

Esta empresa tiene fuertes deudas por el impago de Contribución Inmobiliaria con la Intendencia Canaria (deuda que gestiona Afisa), lo que respalda el reclamo vecinal de que los terrenos sean expropiados.

La Comisión de vecinos pide la regularización del Barrio  y que la OSE termine por dar un servicio adecuado a todos, algo que se viene postergando a pesar de las promesas de altos funcionarios del Ente (Ver la Fragua anterior).

La organización que se han dado los vecinos ha logrado que se den reuniones, tanto con la Comisión de Vivienda de Diputados como con la Intendencia.

En toda la zona es vital esta organización para garantizar el derecho a la vivienda, algo que se ha vuelto prohibitivo por el alto costo de estas, los bajos salarios y la inexistencia de planes estatales de acceso a la vivienda para los trabajadores con menores ingresos.

Como nos contaban las vecinas, el barrio ya tiene 27 años de vida y muchas familias han tejido su historia en el lugar.

Casa de Galicia

 

Casa de Galicia

Un triunfo sobre las patronales y la burocracia.

La Justicia dio la razón a Alexandra Vera, trabajadora de la ex Casa de Galicia que fue tomada por la Empresa Universal Italiano y despedida rápidamente sin razón alguna. Esta empresa deberá retomar a la trabajadora cumpliendo el dictamen judicial.

Vera  fue parte de la directiva de Afuncag (Sindicato de Casa de Galicia) que se puso a la cabeza del gremio para defender a los trabajadores tras el cierre de la Mutualista. En aquellos momentos debieron enfrentar, no solo al propio gobierno sino a la mayoría burocrática de Fus que les dio la espalda. Fue la pelea de este grupo de trabajadoras la que permitió mejorar las condiciones en que se deba dar el cierre y la distribución de los trabajadores  mientras la burocracia intentaba una y otra vez negociar a espaldas de los propios trabajadores de Casa de Galicia.

Incluso después del cierre continuaron negando la participación en la Comisión de seguimiento a la legítima representación de los trabajadores.

Como señalan las compañeras de Afuncag: “Todos los reclamos y lo que se cumplió fue a lucha y pulmón de todos los compañeros que en su momento se hicieron presentes, que insistieron y persistieron para que el acuerdo se cumpla.

Sin embargo un día la Comisión de Seguimiento dejó de funcionar porque la Fus (Léase, los representantes del Consejo Central) decidieron firmar un acta junto a los representantes del MTSS, Junasa y las Empresas, de que todo estaba cumplido, a sabiendas de que faltaban muchas cosas por resolver y la Cerraron.

Si señores, la Fus cerro la Comisión de Seguimiento y no informó a Afuncag, pese a reiterados contactos pidiendo explicaciones y fechas, si eso no es una clara traición hacia los trabajadores y ninguneo hacia el Sindicato de Base no sé qué otras pruebas quieren.”.

La mayor enseñanza de todo el proceso de la larga agonía de Casa de Galicia, el cierre y los incumplimientos por parte de las patronales, es que es necesario recuperar la FUS para los trabajadores.

 

Mago